El mundo de la medicina avanza a pasos agigantados a cada año que pasa. Las investigaciones se multiplican en distintos países, al mismo tiempo que lugares como el Hospital Clínic de Barcelona innovan constantemente sobre sus tratamientos y métodos de operación. Sin embargo, con frecuencia es el propio cuerpo el que sigue sorprendiéndonos, con capacidades más allá de nuestra comprensión.
Un hecho que Inés Moreno, más conocida como Traumatóloga Geek en redes sociales, ha añadido a su miniserie de crónicas médicas. La divulgadora suele indagar en distintos puntos de la línea temporada para rescatar personajes y ocurrencias de profesión, desde Florence Nightingale hasta el rey Sancho I de León. En esta ocasión, la divulgadora se centraba en uno de los instrumentos médicos más intimidatorios para los pacientes: la máquina de resonancias magnéticas.
“Tenemos miedo de lo que no conocemos, y eso incluye una de las máquinas más seguras de la medicina. La resonancia magnética no te irradia absolutamente nada. No usa rayos X, no quema, no corta, solo usa imanes, ondas de radio y física. Todo empieza con el hidrógeno, el átomo más simple, un protón y un electrón. Pero eso es justo lo que lo hace especial”, exponía, contando al detalle cómo funciona exactamente el proceso de la resonancia.
“Tu cuerpo está lleno de agua, y por tanto de hidrógeno. Y cuando entra en la máquina, un imán gigante -mucho más potente que el de la Tierra- hace que todos los núcleos de hidrógeno se alineen, como si estuvieran desordenados, y de repente todos bailasen en la misma dirección. Luego la máquina lanza una onda de radio. Eso excita los núcleos, les da energía y les hace vibrar, pero solo durante un instante”, sumaba.
Sin miedo
“Cuando la señal cesa, vuelven a su posición original. Y al hacerlo, liberan energía en forma de señal. Cada tejido del cuerpo, dependiendo de su cantidad de agua, de su densidad y de su estructura, responde de una manera distinta. Y esa diferencia justo es lo que forma la imagen. Una imagen detallada en blanco y negro: revela músculos, nervios, médulas, cartílagos. Todo lo que el TAC no puede ver bien”, destacaba, comentando el pánico que se sigue teniendo lejos de un hospital.
“Desde fuera puede parecer agresivo: una cápsula, ruido, campo magnético… pero por dentro es pura armonía física. Nada te rompe, nada te destruye, nada te daña. Son átomos, orden, energía, una sinfonía de señales que el cuerpo envía. Y que nosotros simplemente aprendimos a escuchar”, concluía.


