El aroma del sofrito tiene algo que trasciende lo culinario: es una señal de hogar, de comida recién hecha y de tradición mediterránea. Su mezcla de ingredientes, tan básica como reconocible, forma parte de la identidad gastronómica española.
Ese fondo que hierve lentamente en la sartén ha acompañado a generaciones enteras y sigue siendo una de las bases más apreciadas de la cocina. En torno a él gira no solo el sabor, sino también una buena parte del valor nutricional de la dieta mediterránea, algo que el nutricionista Luis Zamora explicó con detalle en el programa Atrévete de Cadena Dial.
La base de muchos platos
Un clásico de la cocina que esconde un tesoro nutricional
Zamora definió el sofrito como “el oro de la gastronomía española; contiene vitaminas, minerales y grasas saludables, con un gran efecto antioxidante”. Según explicó, lo más interesante de este preparado es la combinación de sus ingredientes —ajo, cebolla, tomate y aceite de oliva—, que multiplican sus beneficios cuando se cocinan juntos. “Cuando se juntan tienen un efecto sinérgico, tienen más efecto antioxidante cuando hacemos el sofrito estando todos los ingredientes juntitos que por separado”, apuntó durante la entrevista.
Sofrito de tomate
Además de ese refuerzo antioxidante, el nutricionista detalló las propiedades específicas de cada componente. “El ajo es hipolipeniante o ayuda a mantener niveles bajos de colesterol, es antiaterogénico y hipotensor”, indicó, antes de añadir que la cebolla favorece la circulación y ayuda a controlar la retención de líquidos, por lo que resulta adecuada en casos de insuficiencia renal, gota o edemas. Sobre el tomate, explicó que es diurético y también útil para evitar la retención de líquidos.
El aceite de oliva, por su parte, juega un papel esencial al mejorar la absorción de los antioxidantes presentes en los demás ingredientes, además de contribuir a equilibrar el colesterol. Zamora resumió la importancia de ese conjunto con humor.
Para quienes optan por comprarlo ya preparado, el nutricionista aconsejó fijarse en tres aspectos básicos: que tenga un alto porcentaje de hortalizas, que se elabore con aceite de oliva virgen o virgen extra y que contenga menos de 1,25 gramos de sal por cada 100 gramos de producto.

