“Si tienes entre 40 y 50 años y experimentas sofocos, insomnio o cambios de humor, recuerda que el cuerpo nunca miente y podrían ser efectos de la perimenopausia”

Menopausia

“Cada semana escucho a mujeres que llegan agotadas y no entienden por qué se sienten tan irritables. Creen que es culpa suya, cuando en realidad su cuerpo les está pidiendo un cambio de ritmo y cuidado”, cuenta Sebastián

Esperanza Sebastián, pedagoga

Esperanza Sebastián, pedagoga

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¿Cuándo fue la última vez que dormiste toda la noche? Si eres mujer y tienes entre 40 y 50 años, es probable que hayas comenzado a notar síntomas como sofocos, dificultad para conciliar el sueño o cambios de humor repentinos. Quizá no sepas identificarlos, pero es importante recordar que en esta etapa comienzan a aparecer los primeros signos de la perimenopausia. No los atribuyas solo al estrés diario o al cansancio: tus síntomas pueden tener un origen más profundo. Es la etapa en la vida de la mujer en la que se pone fin a la era fértil y se producen cambios emocionales y físicos propios de la perimenopausia.

“Cada semana escucho a mujeres que llegan agotadas y confundidas. No entienden por qué se sienten tan irritables, dispersas o tristes. Creen que es culpa suya, cuando en realidad su cuerpo les está pidiendo un cambio de ritmo y cuidado”, explica Esperanza Sebastián. Según datos de población española, el 47 % de las mujeres vive la menopausia entre los 46 y 50 años, y el síntoma más frecuente durante los primeros años es el sofoco, que afecta hasta a un 80 % de ellas.

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Un estudio reciente de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (2025) revela que más del 60 % de las mujeres en esta etapa ha sufrido insomnio, irritabilidad o tristeza persistente, pero solo una minoría lo relaciona con la perimenopausia. No se trata de una enfermedad, sino de una etapa de cambios intensos que afecta directamente a tu ser. “Si no se reconoce a tiempo, este desequilibrio puede traducirse en ansiedad, baja autoestima o desconexión emocional”, advierte la experta.

“El cuerpo nunca miente. Si llevas semanas sintiéndote sobrepasada, descansando mal, con la mente ajetreada o con apatía, no se trata de aguantar, sino de escuchar lo que te está pasando. La perimenopausia puede convertirse en una etapa de autoconocimiento si sabemos gestionarla desde la consciencia”, añade Sebastián.

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Reconocer que los síntomas forman parte de la perimenopausia ayuda a reducir la culpa. No se trata de “aguantar” sino de entender lo que ocurre para prestarle la atención adecuada. “Poner nombre a tus emociones, como cansancio, tristeza, irritabilidad o miedo, es una forma de empezar a regularlas”, cuenta la experta.

Tu cuerpo está cambiando y ya no responde igual que hace diez años, por eso es importante identificar los momentos del día en que tienes más energía y reservar ese tiempo para las tareas más exigentes. “En las horas bajas, permítete bajar el ritmo sin sentir culpa: la productividad también puede ser flexible”, aclara.

Mujer en menopausia

Mujer en menopausia

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Cinco minutos diarios de respiración consciente pueden marcar una gran diferencia en tu sistema nervioso. “Si lo combinas con la escritura terapéutica, podrás vaciar la mente, poner en palabras lo que te preocupa y transformar la tensión en claridad. Escribir es más que liberar, es ordenar lo que sientes”, expone Sebastián. El movimiento suave, como caminar, practicar yoga o hacer estiramientos, es un aliado natural para equilibrar hormonas y liberar estrés, ayudándote a recuperar energía y conexión corporal. Mover el cuerpo es también mover las emociones.

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Además, cuidar tu entorno, rodeándote de personas que te entienden y creando espacios de calma, es tan importante como cuidar la alimentación o el sueño. Intenta limitar las conversaciones y estímulos que te generan más tensión de la necesaria, pues tu entorno emocional también influye en tu bienestar hormonal. Compartir lo que vives con amigas, pareja o grupos de apoyo ayuda a romper tabúes y genera conexión. Expresar lo que sientes no te hace débil, sino más consciente, y escuchar otras experiencias puede ayudarte a entender que no estás sola. “Por último, no tienes que hacerlo sola. Existen programas y herramientas específicas para mujeres en esta etapa que enseñan a gestionar emociones, estrés y hábitos con una mirada integral. Pedir ayuda no es rendirse, es cuidarse”, cuenta la experta.

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