María Delgado, psicóloga experta en relaciones: “Gestos cotidianos, como escuchar a la otra persona, los cuidados mutuos, el agradecimiento o la validación, son los que alimentan el vínculo emocional a diario”
Relaciones
María Delgado es psicóloga sanitaria especializada en terapia de pareja y en esta entrevista para La Vanguardia nos invita a reflexionar sobre qué significa realmente construir un vínculo estable
“Las parejas con dificultades suelen discutir sin un objetivo claro, y esas conversaciones terminan convirtiéndose en intercambios de reproches”, expone Delgado
María Delgado, psicóloga
En un contexto en el que las relaciones sentimentales parecen cada vez más frágiles, María Delgado, psicóloga sanitaria especializada en terapia de pareja, invita a detenernos y pensar qué significa realmente construir un vínculo estable. Desde su consulta en Jaén, aborda temas tan cotidianos como profundos: cómo discutir sin destruir, cómo cuidar la admiración y cómo aceptar el cambio dentro del amor.
Además, desde sus redes sociales, intenta acercar la psicología al día a día, desmontando ideas erróneas sobre lo que entendemos por “amor” o “pareja”. Desde La Vanguardia hablamos con Delgado para comprender, desde la psicología, qué hay detrás de las parejas que perduran en el tiempo. Con un discurso claro, la psicóloga defiende que el amor no se trata de aguantar, sino de aprender a convivir, comunicarse y crecer en común sin perder la autonomía individual.
Pareja en la playa
¿Qué papel juega la gestión de la frustración y el manejo de los silencios en las parejas que logran mantenerse unidas durante décadas?
La gestión de la frustración es fundamental para evitar que cada desacuerdo con nuestra pareja se convierta en una batalla. En consulta, cuando una pareja me habla de las discusiones que surgen en su relación, siempre explico que son necesarias: permiten llegar a acuerdos, comprender mejor a la otra persona y entender sus razones y motivaciones para actuar como lo hace. Sin embargo, es importante saber cómo llevar a cabo esas discusiones.
Por tanto, las parejas que perduran no evitan las discusiones ni los desacuerdos, ni temen enfrentarlos. Lo fundamental es que aprendan a gestionarlos: saber regular sus emociones, entender que los problemas deben resolverse juntos como un equipo, no como bandos contrarios, y cuidar las palabras y conductas para no herirse mutuamente. En este punto también entran en juego los silencios. Los silencios no son negativos siempre que sean acordados previamente. Es decir, si me enfado con mi pareja y decido dejar de hablarle como una forma de evitar el conflicto o castigar a la otra persona, ese silencio se convierte en un obstáculo, no en una herramienta de gestión emocional.
¿Qué diferencia a las parejas que saben discutir de forma constructiva de las que se desgastan en cada conflicto?
La clave está en la forma en que discuten. En consulta, observo que la mayoría de las personas o parejas que refieren tener dificultades en su relación debido a los conflictos no tienen un objetivo claro cuando inician una discusión. Es decir, discuten sin saber para qué lo hacen. Como consecuencia, esas conversaciones suelen convertirse en un intercambio de reproches, en desahogos emocionales sobre cómo se siente cada uno, y es ahí donde aparecen los gritos, las discusiones recurrentes por los mismos motivos de siempre y la sensación de estar librando una batalla en lugar de dialogar. En cambio, cuando existe un objetivo claro, como por ejemplo “solucionar juntos este problema”, se abre paso al entendimiento mutuo: la energía se centra en buscar soluciones en lugar de en atacar al otro.
Gestos cotidianos como escuchar a la otra persona, los cuidados mutuos, el agradecimiento o la validación, son los que alimentan el vínculo emocional a diario
¿Cómo incide el sentido del humor compartido en la resistencia de una relación frente a crisis vitales (hijos, enfermedades, jubilación)?
Esto depende de cada pareja, ya que para que el sentido del humor funcione bien en la relación debe ser compartido por ambos. De lo contrario, puede interpretarse como una forma de invalidar al otro. Cuando el humor sí es compartido, puede convertirse en un factor de protección frente al dolor emocional que pueda surgir por circunstancias externas, actuando como un amortiguador que suaviza el impacto. Por supuesto, no hará que las dificultades desaparezcan, pero sí puede aligerarlas. En general, las parejas que saben reírse juntas tienden a mantener una conexión más fuerte y cercana.
Pareja en la playa
¿Es más importante coincidir en proyectos de vida a largo plazo o en pequeños gestos cotidianos para mantener la unión?
Ambas dimensiones son fundamentales y se complementan, pero si tuviera que priorizar una en términos de impacto emocional en la relación, diría que los pequeños gestos cotidianos suelen tener un peso más decisivo en el día a día de la pareja. Los proyectos de vida a largo plazo, como tener hijos o mudarse, aportan dirección, sentido y refuerzan el vínculo, pero suelen ser más abstractos y menos visibles en la rutina diaria. Muchas veces, no bastan por sí solos para sostener una relación si no van acompañados de una buena dinámica diaria, hecha de atención, cariño y presencia constante.
Gestos sencillos y cotidianos como escuchar al otro, cuidarse mutuamente, agradecer o validar las emociones de la pareja, son los que alimentan el vínculo emocional cada día. Es en la rutina diaria donde realmente se construyen y se cuidan el respeto, la complicidad, el amor o la intimidad. De poco serviría planificar grandes metas a futuro si, en el presente, la relación se percibe fría o existe una desconexión emocional entre ambos.
Nuestra pareja no puede ser el único sostén emocional que tengamos y tener amistades fuera de la relación es fundamental.
¿Qué papel juega la autonomía individual en la duración de la relación?
Es un aspecto fundamental en las relaciones, ya que, contrariamente a lo que muchas personas creen, una pareja fuerte no se basa en la fusión constante ni en compartir absolutamente todo, sino en encontrar un equilibrio entre el vínculo afectivo y la identidad individual. Las relaciones sólidas están formadas por dos personas que se eligen libremente, no por necesidad ni por dependencia, sino desde la capacidad de estar bien consigo mismas y, por tanto, también con el otro. Mantener espacios propios, cultivar intereses personales y conservar relaciones de amistad o familiares fuera de la pareja permite que cada uno siga creciendo, desarrollándose y construyendo proyectos individuales que enriquecen la relación en su conjunto.
Esto no solo enriquece a la persona, sino también al vínculo, ya que cuando ambas partes de la pareja se sienten libres y respetadas en su individualidad, pueden crecer juntas y relacionarse de una manera más sana y positiva. Algo que me parece muy importante destacar en este sentido es que la pareja no puede ser el único sostén emocional. Contar con amistades fuera de la relación, dedicarles tiempo y espacio, es fundamental para mantener el equilibrio emocional y evitar que toda la carga afectiva recaiga exclusivamente en la relación de pareja.
¿Por qué algunas parejas saben evolucionar con los cambios de etapa vital y otras se quedan ancladas en dinámicas del pasado?
Por un lado, las parejas que logran evolucionar con el tiempo y transitar juntas de una etapa vital a otra han aprendido a ser flexibles, tanto emocional como relacionalmente. Han comprendido que las relaciones no son estáticas, sino que los cambios forman parte natural de la vida y del vínculo. Cada etapa la convivencia, la llegada de los hijos, los cambios laborales, las crisis personales, el envejecimiento, entre muchas otras, implica nuevas formas de vincularse, nuevas necesidades que atender y otras maneras de comunicarse, comprenderse y apoyarse mutuamente. Esto requiere una reorganización constante de los roles dentro de la pareja. Si no estamos abiertos al cambio, difícilmente podremos aprender, adaptarnos y seguir creciendo juntos.
Si no somos capaces de actualizarnos y de entender que la relación no se puede mantener como al principio, nos quedaremos anclados en el pasado.
Pareja en la playa
Por el contrario, las parejas que se quedan ancladas en dinámicas del pasado suelen resistirse al cambio. Es común que lleguen a consulta personas que expresan que su relación “ya no es la misma” o que “ya no sienten lo mismo que al principio”. En estos casos, suelo explicar cómo funciona el proceso de enamoramiento y la habituación que, de forma natural y necesaria, realiza nuestro cuerpo hacia la persona amada. No sentir lo mismo que al inicio es algo normal y esperado en cualquier relación; no significa que el amor haya desaparecido, sino que ha evolucionado hacia una forma más estable, profunda y realista de vínculo.
Pero si no somos capaces de actualizarnos, de entender que la relación no puede mantenerse igual que al principio y que es necesario reconstruir el vínculo desde las nuevas realidades, corremos el riesgo de quedarnos anclados en el pasado. A veces, esta resistencia al cambio surge por miedo a lo desconocido, por comodidad, o incluso por falta de recursos y herramientas emocionales para afrontar lo nuevo. Cuando esto ocurre, el vínculo tiende a desgastarse, las personas se desconectan emocionalmente y aparece la sensación de estancamiento dentro de la relación.