Carmen María León Márquez, profesora, vincula el consumo de ultraprocesados con la violencia: “Influye directamente en la manera en que pensamos, sentimos y actuamos”
Mejorar la dieta
Estos alimentos afectan de forma negativa partes de nuestro cuerpo que están conectadas con el cerebro
Carlos Monteiro, profesor de la Universidad de Sao Paulo, alerta sobre la amenaza de los ultraprocesados: “Están transformando las dietas en todo el mundo”

Alimentos ultraprocesados.
Martina Misenachs, nutricionista de la Academia Española de Nutrición y Dietética (AEND), alertaba en una entrevista con Men’s Health España del mayor problema de nuestra actual dieta: “Compramos muchísimos productos ultraprocesados —son muy accesibles, tienen un marketing brutal— cuando podríamos optar por alimentos frescos y básicos: frutas, verduras, legumbres, pescado. Lo interesante es que existe una creencia muy extendida de que comer saludable es más caro, y la realidad es que no tiene por qué serlo”.
Los locales de comida rápida siguen en expansión en nuestro país, con la llegada de nuevas franquicias estadounidenses a ciudades como Barcelona, Madrid o Zaragoza. Un estudio de OpenInsights, con una muestra de 80.000 participantes entre 18 y 65 años, desveló que los españoles visitan unas dos veces al mes la cadena más popular. Una dinámica que podría estar afectando a nuestro comportamiento, volviéndolo más violento. Carmen María León Márquez, profesora de Criminología en la Universidad de Castilla-La Mancha, estudió la cuestión en The Conversation.

“Numerosos estudios han demostrado que la nutrición tiene un efecto directo sobre el funcionamiento del sistema nervioso central. Dietas ricas en ultraprocesados y pobres en nutrientes esenciales se asocian con alteraciones en la microbiota intestinal, inflamación crónica y disfunciones en regiones clave, como la corteza prefrontal, implicada en el control de impulsos y la toma de decisiones”, comentaba. El resultado de estos malestares se puede trasladar al cerebro, provocando un cambio negativo del comportamiento.
La investigadora citaba un estudio publicado en The American Journal of Psychiatry, por el cual hábitos de vida poco saludables, como por ejemplo una dieta deficiente o la falta de actividad física, “se asocian con un aumento de marcadores inflamatorios, los cuales pueden afectar negativamente a la salud mental”. Del mismo modo, otros trabajos científicos vinculaban el consumo recurrente de ultraprocesados con síntomas vinculados a un estado alterado: la impulsividad, la hostilidad y el malestar emocional.

Pruebas concluyentes
Para corroborar esta conexión, se han realizado pruebas en entornos controlados: “En uno de los primeros ensayos clínicos realizados en Reino Unido, los investigadores administraron suplementos nutricionales a un grupo de jóvenes adultos en prisión. Los resultados fueron sorprendentes: quienes recibieron esos suplementos cometieron un 26,3% menos de infracciones disciplinarias en comparación con el grupo placebo. Además, en los participantes que tomaron los suplementos durante al menos dos semanas, la reducción promedio alcanzó un 35,1%.
Dadas las circunstancias, ¿se puede llegar a evitar este extremo? “Si lo que comemos influye en nuestra regulación emocional, entonces la nutrición podría ser una herramienta complementaria para prevenir el comportamiento violento. Esta idea ya se está aplicando en algunos contextos, desde programas piloto en prisiones hasta intervenciones en escuelas ubicadas en zonas vulnerables, con el objetivo no solo de mejorar la salud física, sino también el bienestar socioemocional”, comentaba Márquez.

