Tras meses de aire acondicionado y ventilador, el frío ha llegado para quedarse. Y con él, la temida subida de la factura del gas y la luz. A medida que las temperaturas caen, muchos hogares se enfrentan a la misma pregunta: ¿cómo mantener el calor sin que el bolsillo se resienta?
Los expertos advierten que pequeños ajustes en el termostato pueden suponer la diferencia entre un gasto moderado o un recibo desorbitado.
La temperatura ideal según la OCU
Según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), existe una temperatura ideal que permite disfrutar del confort térmico sin derrochar energía: entre 19ºC y 21ºC durante el día. Superar ese rango no solo es innecesario, sino que puede aumentar el consumo hasta un 7% por cada grado adicional.
Según la OCU, por la noche debería reducirse entre 15ºC y 17ºC, ya que el cuerpo necesita menos calor mientras dormimos, por lo que mantener temperaturas más bajas no solo es suficiente, sino que también contribuye a un importante ahorro energético, según estiman.
Calefacción
Más allá del termostato, la OCU recomienda revisar la caldera anualmente, ya que un equipo en mal estado puede consumir hasta un 15% más de energía.
También aconsejan purgar los radiadores antes de que empiece el invierno y evitar cubrirlos con muebles o ropa, algo que reduce su capacidad para distribuir el calor. Además, medidas sencillas como colocar burletes en puertas y ventanas, usar cortinas gruesas o alfombras y bajar las persianas al anochecer ayudan a mantener la temperatura interior sin necesidad de aumentar el consumo.
Consejos prácticos
Otro hábito efectivo es ventilar la vivienda entre cinco y diez minutos al día, preferiblemente por la mañana, para renovar el aire sin que la casa pierda demasiado calor. A medio y largo plazo, invertir en mejoras del aislamiento térmico puede reducir notablemente la pérdida de energía y, por tanto, las facturas.
Según datos del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), una vivienda bien aislada puede ahorrar hasta un 30% en calefacción cada invierno.
Abrigarse más en casa usando mantas —un tip: arrugadas calientan más—, aprovechar la luz solar y mantener el termostato a 21ºC como máximo son gestos sencillos pero efectivos. No se trata de pasar frío, sino de usar la energía de manera inteligente.
Cabe destacar que, reducir el gasto en calefacción no solo beneficia al bolsillo, sino también al medio ambiente. Al disminuir las emisiones de dióxido de carbono y fomentar un consumo más responsable.

