“Madrid es una ciudad de una belleza única, con gente increíble, pero siempre he sentido que hay vestigios del pasado que permanecen en el aire, casi palpables. Y así imaginé a un par de personas que se aman. Ella, bailaora; él, escritor. Como si se tratara de un libro de Patrick Modiano, el escritor francés conocido por sus novelas melancólicas... Un día, ella desaparece. No se sabe dónde, ni por qué. Él se queda solo en su pequeño apartamento, un espacio que recuerda la cama de un hotel, y se dedica a retener fragmentos de lo que fue su amor. La cama se convierte en ese vínculo, en el recuerdo de la mujer a la que ama con fervor”.
Así explica Philippe Starck a Magazine la génesis de lo que hoy es el novísimo hotel Brach Madrid. La nostalgia del hombre enamorado se materializa en cada detalle: las 57 habitaciones, incluidas cuatro suites, están decoradas con objetos que cuentan historias personales, desde notas de viaje hasta pequeños tesoros. Por todos los rincones, revestimientos cerámicos, piezas de arte popular y fotografías recrean una época pasada traída al presente con un lenguaje contemporáneo y ecléctico.

La cerámica está por todos los rincones del hotel, como en la suite Ernesto
Construido entre 1919 y 1922 por el arquitecto Jerónimo Pedro Mathet Rodríguez, este inmueble de siete plantas de la Gran Vía ha sido testigo de casi un siglo de cambios en el corazón de la capital española. Su elegante fachada de piedra blanca, antes de convertirse en el segundo destino de Evok Collection fuera de Francia, albergó el palacio de Masserano, hogar temporal de Victor Hugo. Y fue hogar de la familia Alfonso, fotoperiodistas que documentaron décadas de historia desde sus estudios ubicados aquí entre 1939 y 1990.
La cerámica popular tiene un papel destacado en la narración de Philippe Starck
“Quise que las paredes susurraran los sueños y recuerdos de quienes alguna vez lo habitaron”, comenta Starck. El diseño interior combina materiales cálidos como la madera de jatoba, el cuero y la cerámica, todo bañado por una luz que evoca los atardeceres españoles. Detalles como los tonos naranjas y rosas en los flecos y adornos recuerdan la vitalidad de las danzas españolas, mientras que elementos como el caballito de mar, figura recurrente en las habitaciones, revelan la sensibilidad juguetona de Starck. “Este animal fantástico, un caballo alado bajo el agua, simboliza la magia y las sorpresas”, explica el diseñador.

Los rincones, elegantes, siguen el modelo de los cafés chic del Madrid de los años veinte

En los baños, destaca la inusual e imponente presencia del espejo con marco de terracota esmaltada
La experiencia en Brach Madrid va más allá de la estética; su restaurante, con vistas a jardines interiores, reinventa los cafés madrileños de los años veinte con un menú del chef Adam Bentalha inspirado en la cocina mediterránea y enriquecido con toques de Oriente Medio. El bar, íntimo y sofisticado, es el lugar ideal para disfrutar de un un buen cóctel. Próximamente abrirá otro bar en la azotea, en la planta 7, con excelentes vistas. Y en la pastelería no falta la repostería francesa clásica.
En contraste con el poso histórico de los salones y las habitaciones, el spa es un refugio futurista que ofrece tecnología punta. Más que un simple spa de alta gama, La Capsule es un espacio dedicado a la autoexploración. En sus 400 m², el blanco puro se combina con toques de oro. Cuenta con una piscina cubierta iluminada por la luz natural, saunas, baños de vapor y tratamientos personalizados de las firmas myBlend y Clarins, incluida su línea Precious.

El spa es un refugio futurista que ofrece tecnología punta
Destaca la cámara hiperbárica, que aumenta un 35 % el oxígeno que llega a las células y los tejidos. También cuenta con un baño de hielo guiado. Además, un flotarium de agua con sal de Epsom aísla sensorialmente y descansa el cuerpo de los estímulos exteriores, y la sauna con infrarrojos libera calor de forma más suave para que las sesiones sean más largas y más beneficiosas.