Paola Cirelli, diseñadora y profesora de moda sostenible en LCI y Elisava, escribió ‘Maldita Moda’ para responder a las preguntas de sus alumnos. Repleto de ensayos sobre la cara B de la industria, códigos QR para escuchar podcasts sobre creativos inspiradores y hojas de cálculo para la gestión financiera de una firma, el libro de Cirelli transmite una creencia fundamental: “Hay que educar desde la mejora, no desde la culpa”.
La profesora predica con el ejemplo cuando se trata de sostenibilidad. Llegó en bicicleta a esta entrevista en Elisava Facultad de Diseño e Ingeniería, vestida completamente con ropa de segunda mano. Aunque muchos estudiantes el primer día la miran con escepticismo, al final del curso el cambio es palpable: son menos los que visten fast fashion.

El libro de Cirelli tiene ensayos sobre la cara B de la industria
¿Tenemos una relación sana con la moda como consumidores?
Nosotros nos vinculamos con la ropa desde que nacemos. Lo primero que nos hacen nuestros padres es cambiarnos cuando nacemos, ahí empieza la relación con la ropa y nunca la dejamos en toda la vida. Hay que evaluar la relación intrínseca que tenemos con la ropa. Porque según cómo nos vestimos, tenemos una implicancia muy grande a la hora de ir a elegir la paleta de color que nos gusta, los tipos de materiales. entonces tenemos que ser más conscientes de lo qué estamos utilizando, hoy tenemos más conciencia de cómo comprar un teléfono, de cómo ir a vestirnos. Tiene que haber un criterio de por qué me estoy vistiendo de esta manera.
¿Cómo podemos formar este criterio como consumidores de moda?
Piensa que la moda está creada para consumir constantemente y por eso la sostenibilidad plantea una moda que no caduca, ropa que sea a largo plazo. Ahora en la era digital nos metió en las redes sociales nos invaden constantemente de imágenes y parece que nos agarra el FOMO. En realidad, están transmitiendo que hay que ir cambiándote la ropa cada semana porque siempre estoy tarde. Pero, puedes mantener una prenda de hace diez años perfectamente -como la camisa que llevo puesta que tiene más de 30 años- y ir viendo cómo se acomoda con algún estilo y que se vincule.
¿Cómo puede el consumidor no caer en la trampa de greenwashing?
Hay que tener una formación y curiosidad de saber quién está detrás de todo. Me moviliza en ello. Cuando empecé a investigar sobre talleres para poder confeccionar mi primera colección, lo que sucedió es que primero nadie me decía nada. Hubo mucho greenwashing porque las marcas se llenan la boca. Hacen una publicidad increíble sobre algodón orgánico, o sobre todas las certificaciones orgánicas que tienen sus tejidos, pero no te dicen en qué condiciones fueron confeccionadas. No sabemos quiénes son las personas que confeccionaron, si hay niños, si hay mujeres esclavizadas, si hay personas que trabajan 20 horas, si los encierran, si no tienen vacaciones, o están a 50 grados cociendo. No sabemos porque la parte social es la que primero se oculta.

Para Cirelli es imprescindible familiarizarse con la etiqueta de una prenda
Si soy consciente del fenómeno de greenwashing y lo que conlleva, ¿Cómo puedo confiar en una marca al momento de comprar?
Es muy complejo porque la sostenibilidad trae mucha culpa y desorientación. Primero tendremos que tomar las mismas medidas que cuando queremos alimentarnos bien y decidimos entre comprar comida ultra procesada versus una comida más sana. Tenemos la responsabilidad de tomarnos el tiempo de conocer.
¿En qué consiste esta responsabilidad?
Primero, eligiendo qué marcas y viendo qué información nos permiten leer esas marcas. Es decir, si veo una publicidad que promociona algodón orgánico, hay que pensar ¿qué grupo está por detrás? ¿Hay una diseñadora? ¿Visitan los talleres? ¿Hay un grupo de personas que se les conoce la cara, que te puedes encontrar a charlar y decir cómo una prenda está hecho? Me fío más si hay personas detrás que puedo encontrar y preguntarles sobre sus procesos. Así quiero creer que hay una sinceridad. Realmente tenemos que ser conscientes que podemos hacer un cambio brutal con nuestras decisiones diarias. investigando, preguntando o por lo menos leyendo la etiqueta de una prenda, de la que te puede salir toda la información. Incluso antes de llegar a la etiqueta suelo averiguar a quién quiero comprarle.
¿En qué cosas debemos fijarnos al leer las etiquetas?
Lo primero que miro es dónde está confeccionado, made in. Porque si la marca es kilómetro cero, sé que donde estoy viviendo ese producto ha generado trabajo y que ha pagado sueldos según una regulación del trabajo donde estoy viviendo. Y, por otro lado, está generando mayor ganancia, porque la marca paga impuestos, lo cual hace interesante pensar en una economía local que hace que todos empecemos a beneficiarnos.

“No podemos tolerar la gente que habla de la sostenibilidad desde un ordenador”, apunta Paola Cirelli
¿Qué opinas del upcycling?
Pienso en el ejemplo de Iaios, la marca catalana de suéteres. Ellos levantan fibras de distintas industrias, ya sean naturales o poliéster o sintéticas, y hacen suéteres a partir de esas. A veces le ponen algo virgen, pero en general rescatan fibras que ya están usadas, las separan por colores y tejen en base a eso. Está guay porque en realidad no le estamos pidiendo nada a la naturaleza que deba regenerarse. Entonces estoy sacando basura del planeta. Eso es una práctica muy interesante que tiene el upcycling: Ya está producido, tomemos de allí.
¿Las prendas recicladas duran el mismo plazo?
El tema es que la vida útil de esa fibra, depende cuál ya sea, ha tenido ya un recorrido y viene con un camino realizado. Pero también depende cómo la cuidemos.
¿En qué sentido?
Piensa que en el lavado hay muchos problemas.. La lavadora está constantemente generando desgaste en las fibras cada vez que se tocan. Hay gente que se saca una camiseta y la pone a lavar. ¿La necesitas lavar? ¿Está sucia? ¿Tiene olor? Hay que recordarse que un lavado corto utiliza menos agua y tiene menos fricción en los lavados. La etiqueta de una prenda también te indica cómo se lava, qué temperatura etcétera. Son símbolos que deberíamos conocer porque esa es la forma en que el consumidor puede mantener la vida útil de una prenda. La etiqueta es algo que necesitamos leer cada vez. Solemos cortarla porque nos molesta, pero ahí tiene toda la información.
¿Es la sostenibilidad alcanzable para todas las marcas?
Las marcas pequeñas también sufren el hecho de no siempre poder tener todos los tejidos orgánicos y perfectos porque también hay un costo y otro de los temas que frena el crecimiento de la sostenibilidad es la barrera del precio.

Maldita Moda está repleto de
¿Cómo se ve en aula los avances en la sostenibilidad?
A los alumnos les pregunto “están ustedes vestidos todos de Shein, ¿Quién les dijo que eso es la moda?'” Uno tiene que confiar más en construir una personalidad, construir en lo que uno cree, siente y piensa. Tiene que dejar de comprar discursos de otros todo el tiempo.
¿Pillan el mensaje?
Cuando estás en la escuela de diseño te hacen construir colecciones desde elementos que a ti te movilizan como persona no una colección en concreta. No se construye ni se enseña con la moda. Para poder diseñar una nueva colección no vamos a ver lo que ya está hecho. Entonces nos vinculamos con cosas que están sucediendo en el cine en el arte en la literatura, por eso también es importante alentar a los alumnos que dejen el ordenador y salgan a la calle a mirar las personas.
Es un sentimiento que transmitas en el libro.
Para mí, Maldita Moda era manifestar ese camino y decir: Oye, he hecho esto. No solo he leído todo lo que hay sino que también he visitado talleres, he hablado con personas, he contratado personas y he ayudado a crear proyectos. Por lo tanto, conozco el lado oscuro de la moda. No podemos tolerar la gente que habla de la sostenibilidad desde un ordenador.