Lo de ser polifacéticos va en la sangre de los Flores. Lola, la matriarca del clan, era una experta en desenvolverse en cualquier lugar con la tranquilidad del que está en el salón de su casa. Y siempre con mucho desparpajo. Ese saber estar sea cual sea el foro que hoy día sigue igual de vivo en sus hijas. Véase el caso de Lolita, su primogénita, que a la edad de 66 años continúa tan activa en la primera línea como de costumbre. Del mismo modo que puede presumir de haber tocado todos los terrenos imaginables en la industria del espectáculo. Desde la música, pasando por el teatro y el cine, y siempre dando cabida en su agenda a la televisión.
Es precisamente gracias a la pequeña pantalla que la mayor de los vástagos de ‘la faraona’ se ha ganado el inconmensurable cariño de la audiencia. En una trayectoria que a fecha de 2025 comprende formatos de todas las índoles, fuese en su faceta de tertuliana en espacios como Espejo público, Amigas y conocidas o Tardear, o en el rol de jurado de Tu cara me suena, que desde hace una década lleva a cabo. Rol que ahora ha retomado con las emisiones de la doceava temporada del talent de imitaciones de Antena 3. Un espacio que se graba en Sant Just Desvern, en Barcelona, hasta donde ella se desplaza semanalmente desde Madrid, donde reside.
Su familia presente
El interior del piso de Lolita en el barrio de Chamartín, cargado de simbolismos
De nada importa que su trabajo la obligue a viajar con mucha frecuencia, porque Lolita está encantada de vivir instalada en la capital. Eso sí, atrás quedan aquellos años en los que disfrutaba de su lujoso chalet en la urbanización de La Moraleja, pues la fuerte deuda que contrajo con Hacienda terminó por obligarla a tomar la drástica decisión de venderlo. De ahí que ahora resida en otro inmueble, algo más modesto, pero que tampoco estaría al alcance de cualquier bolsillo. Porque su casa es ahora, nada más y nada menos, que un piso de 200 metros cuadrados con vistas a la Castellana situado en el exclusivo barrio de Chamartín. No es poca cosa.

Lolita Flores en su casa en una imagen de redes sociales.
Superficie considerable que, cabe destacar, está verdaderamente bien aprovechada. Prueba de ello queda en las fotografías que ella misma comparte en sus redes sociales, de las que se extrae que el minimalismo y ella no son los mejores amigos. Y es que la intérprete de Sarandonga prefiere ocupar los espacios con todo tipo de artículos decorativos. Desde cuadros de colores para dar variedad cromática a las paredes hasta piezas de mobiliario vintage, pero también incluyendo instrumentos musicales como una guitarra e incluso una escultura de tamaño medio con dos flores que simula la figura de su madre.

El salón de Lolita tiene una escultura de su madre.
Ese recuerdo inevitable a su progenitora, figura de referencia que no olvida y que se extiende hasta un altar de lo más particular. Porque a pesar de que como ella son muchos los seres queridos que ya no están en el día a día de Lolita de forma tangible, la madrileña los tiene siempre presentes. Por eso en un rincón de su salón tiene un plato con velas rodeado de fotografías de Lola, pero también de su padre Antonio González ‘el Pescaílla’ y su hermano menor, fallecido en 1995.

La familia que ha perdido tiene un rincón en su casa.
Rincones para todo
Un hogar en el que disfrutar de sus nietos y de ella misma
Y a pesar de esa tristeza por no compartir momentos con todas las personas de su familia de las que se tuvo que despedir, Lolita vive la dicha de haber creado su propio núcleo duro. Ese que comprende a sus dos hijos, Elena y Guillermo, nacidos de su primer matrimonio con Guillermo Furiase. También de sus nietos, claro está, a los que sin duda tiene muy en cuenta a la hora de organizar las estancias de su hogar.

Los nietos de Lolita lo pasan en grande en el salón.
Para muestra la ‘zona de juegos’ de la que los pequeños gozan en el salón, donde rodeados de los grandes estantes con libros y de otros elementos, como plantas de interior, alfombras y una llamativa butaca roja, los niños disponen de la amplitud suficiente para pasarlo en grande con sus juguetes en compañía de su adorada abuela.

Lolita, en una imagen de redes sociales tomada desde el espejo de su tocador.
Algo que no es incompatible con que la artista tenga sus propios lugares para el disfrute. Un buen ejemplo es su tocador, donde eventualmente se fotografía, remitiendo de nuevo a esa apuesta por los muebles clásicos y las imágenes antiguas en un gran espejo con marco. Debajo de este, la zona de almacenaje para todo su maquillaje, entre brochas y mil y un productos. Todo lo necesario para arreglarse cuando la ocasión la invita a ello, desde la comodidad de su domicilio.