Maria Shriver-Kennedy procede de la que, aún hoy, es la saga americana por excelencia. La del presidente John Fitzgerald Kennedy, su hermano, Robert, y una miríada de parientes —glamurosos o detestables—, que conforman el famoso clan. Nacida en 1955, Maria es hija de Eunice Kennedy, la quinta de los nueve hermanos Fitzgerald-Kennedy, y del político Sargent Shriver, fundador del Cuerpo de Paz de EE.UU.
Durante toda su vida, ha vivido bajo los focos o, como ella misma señala, a la sombra de su poderosa familia. Sin embargo, ha sido capaz de crear su propia saga, radicada en California. En 1986 se casó con el actor y culturista profesional Arnold Schwarzenegger, entonces ya una estrella gracias a Terminator. Con este matrimonio, Shriver entró a formar parte de Hollywood y, unos años después, cuando su esposo ganó las elecciones a gobernador, ejerció de primera dama del estado. Eran la pareja dorada, protagonistas de portadas y galas benéficas hasta que, en 2011, anunciaron su separación, que fue todo un escándalo.
Eran la pareja dorada hasta que, en 2011, anunciaron su separación, que fue todo un escándalo
Pese a ello, Arnold y Maria mantienen una relación cordial; en gran parte, por el bien de sus cuatro hijos. Dos de ellos, Patrick y Katherine, empiezan a ser conocidos por sus trabajos como actor y escritora, respectivamente. Los otros dos se mantienen fuera del ojo público.
Cuando Maria Shriver conoció a Arnold Schwarzenegger ella tenía 21 años y acababa de graduarse en Georgetown. Como ha contado repetidas veces, se enamoró de él al instante aunque, como también ha explicado, su entonces novio no enamoró precisamente a los Kennedy. “Mi familia estaba estupefacta y preocupada. Nadie entendía mi relación con Arnold. Todos pensaban que era una fase de rebeldía, que se me iba a pasar. Después de todo, él vivía en un apartamento de dos habitaciones y llevaba un Speedo. Nada más alejado de Washington y Hyannisport”.

Maria Shriver and Arnold Schwarzenegger bailando en una discoteca en Nueva York en 1978
Por “Washington”, Maria se refiere a la casa familiar en Potomac, donde se crió con sus cuatro hermanos varones. Allí, sus padres recibían al quién es quién de la vida política de la capital y Eunice, su incombustible madre, fundó los Special Olympics: las olimpiadas para personas con discapacidad intelectual. Las creó inspirándose en su hermana, Rosemary Kennedy, que fue sometida a una lobotomía.
“Hyannisport” es el mítico complejo en la costa de Massachussets donde el clan Kennedy pasaba las vacaciones. El lugar, hoy monumento nacional, ha sido también el escenario de idílicas bodas y bucólicas imágenes veraniegas. Sin embargo, Hyannis también tenía su lado oscuro: Shriver lo describe como un lugar divertido, pero, a la vez, “muy volátil y altamente patriarcal”, donde sobrevivía el más fuerte. Un lugar en el que llegaba a sentirse insegura: “Tan solo aterrizar allí mi cuerpo se tensaba. Me ponía en alerta total. Siempre estaba preparada para defenderme y para competir”, explica en su último libro, I am Maria, donde desvela una sorprendente faceta como poeta.

Eunice Kennedy y su hermano John, recién elegido congresista demócrata, en 1947
Esta ambivalencia respecto al clan materno ha sido una constante en su vida. Y también explica su rebeldía, no solo al casarse con Schwarzenegger, sino por dedicarse al periodismo; profesión que no aprobaban en su casa. Se interesó por este oficio en 1972, durante la campaña presidencial de su padre por la vicepresidencia. Maria ayudaba en la misma y se quedó fascinada por la camaradería que reinaba entre los periodistas que seguían al candidato. Decidió que sería una de ellos. Su físico: penetrantes ojos claros, pelazo y una sonrisa genuinamente americana, iba también a ayudarle.
Empezó trabajando en una modesta cadena de televisión de Filadelfia, donde asegura que preparó el café para todo el mundo, no se derrumbó ante las broncas del director y trabajó con absoluta determinación, “como si estuviera en las trincheras”. Todo para no ser llamada, una vez más, “la niña Kennedy”. Con el tiempo, empezó a escalar en el competitivo mundo de los informativos estadounidenses y, a los 29 años, consiguió el trabajo soñado: primero, como presentadora en CBS y luego, en la NBC. En aquel entonces ya era la novia formal de Arnold y se había mudado con él a la Costa Oeste; casi un sacrilegio para una familia que reinaba en el Este. De todos modos, se casaron en Hyannisport, en 1986. Maria llevaba un exuberante diseño de Marc Bohan, para Christian Dior.

Schwarzenegger, Caroline Kennedy y Shriver, de boda en 1980
Los orígenes de Schwarzenegger no podían ser más diferentes de los de su esposa. Nacido en Austria, en 1947, en un país devastado por la Segunda Guerra Mundial, su infancia fue muy precaria. “En casa no teníamos agua corriente. Ni nevera. Ni televisión. Lo que teníamos era comida racionada y tanques británicos que, a veces, nos llevaban a la escuela”, recordaría en un discurso, en 2001. Sin embargo, aseguró que su pasado jamás le impidió avanzar: “Al contrario, lo usé para mi ventaja; ¡para alimentar el intenso deseo de salir de allí!”.
Salió. A los veintiún años, sin apenas hablar inglés, emigró a Estados Unidos, donde empezó a destacar como culturista profesional. Del culturismo pasó al cine: su primer éxito fue Conan el Bárbaro, estrenada en 1982. Su papel protagonista en Terminator lo consolidó como estrella de Hollywood y su boda con una Kennedy, como ejemplo del sueño americano. El matrimonio se instaló en una mansión del exclusivo barrio de Brentwood, en Los Angeles, y allí criaron a sus cuatro hijos: Katherine, Christina, Patrick y Christopher.

Maria, Christopher, Patrick, Katherine, Arnold y Christina, en un estreno en Los Ángeles
Maria combinó ser madre de familia numerosa en la costa Oeste con su trabajo como presentadora en la costa Este. Siguió con este ritmo hasta que, en 2003, su marido le dio la gran sorpresa de presentarse como candidato Republicano para ser gobernador de California. Al principio, ella estuvo totalmente en contra: “Solo pensar que entrara en política me revivió grandes traumas. Estaba aterrorizada de que lo asesinaran, como a otros miembros de mi familia”.
Pero Schwarzenegger se presentó y ganó a las elecciones, pese a las acusaciones de diversas mujeres de acoso sexual. Durante la campaña, Maria fue su gran defensora y aliada. Después, se convirtió en una influyente primera dama de California. Dejó atrás sus veinticinco años de carrera en la televisión y se dedicó al cargo con la hiperactividad que, explica, ha formado parte de su vida. “Crecí en una familia numerosa, católica y competitiva, donde no se nos permitía sentarnos y hablar de nuestros sentimientos. La premisa era salir al mundo y tener un impacto. El listón estaba muy alto”.
“Desde la infancia, me había pasado la vida corriendo como una lunática, buscándome a mí misma”
Schwarzenegger fue gobernador durante dos legislaturas; en 2011 dejó su cargo. Ese mismo año, el matrimonio Schwarzenegger-Shriver anunció su separación, sin dar explicaciones. No tardó en saberse, sin embargo, que él había tenido un hijo con la que fue ama de llaves de la familia durante veinte años. El fin del matrimonio, unido a la muerte de sus padres, dejó a Maria devastada. “Me rompió el corazón, el espíritu y lo que quedaba de mí”, escribe en I am Maria. En el libro cuenta que ni la terapia, ni la meditación, ni “la fortuna que me gasté en velas y cristales”, la estancia en un convento y la lectura de todos los libros de autoayuda del mercado, le ayudaron a salir del bache. Solo lo consiguió, explica, tras darse cuenta de una cosa: “Que, desde la infancia, me había pasado la vida corriendo como una lunática, buscándome a mí misma”.
Así que decidió parar, desintoxicarse de las prisas. Y de este modo, explica, encontró una vía para expresarse y sanar: la poesía. En I am Maria se recopilan docenas de sus poemas, con títulos tan explícitos como Dallas (“Esa palabra aprieta un gatillo/Arrasa mi casa como el viento) e Imagen Perfecta (“Pensaba que lo tenía todo/O así me lo parecía).

Maria Shriver entre su hijo Patrick y su hija Katherine, a la que acompaña su marido, Chris Pratt, en el estreno de ‘The White Lotus’
Sus cuatro hijos también han sido fundamentales para salir adelante y mantener una relación cordial con su ex. El éxito de Patrick Schwarzenegger, de 31 años, en su papel de niño pijo en The White Lotus ha vuelto a poner a la familia bajo los focos, pero bajo una luz más positiva. Apuesto y simpático, Patrick ha explicado que, desde niño, soñaba con ser actor como su padre, aunque jamás ha hablado con él sobre actuación. Su futuro es prometedor, como lo es el presente de Katherine, la hermana mayor y la más mediática. Escritora, podcaster y con un millón de seguidores en redes, está casada con el actor Chris Pratt y se describe como: “Madre, esposa, autora de best-sellers y defensora animal”.
La vida de “la señora Ms. Schwarzenegger Pratt”, como ironizaba el New York Times es, en apariencia, “perfecta”. Así se muestra en su perfil de Instagram, inundado de fotos suyas con su bebé recién nacido, sus dos hijas, su marido y su madre. Hay que hacer bastante scrolling hasta encontrar una imagen con su padre. Eso sí, en la misma, Arnold Schwarzenegger, sonriente y fumando un puro, aparece feliz de la vida.