Pablo Ortiz de Zárate, periodista especializado en arte y divulgador en Cadena SER, combina sus conocimientos con la investigación sobre el poder terapéutico de la pintura. Tras superar una depresión, descubrió que observar y analizar obras de arte puede ayudar a gestionar emociones y encontrar bienestar: “Casi todas las claves para lograr una buena salud mental están en el arte”, asegura.
Desde su sección ‘El Artesano’ en Hoy por Hoy, Ortiz de Zárate enseña a los espectadores cómo mirar un cuadro, identificar detalles clave y aprovechar la experiencia para conectar con las emociones que genera.
Un realismo que cambia la historia del arte
Sfumato: el humo que da vida a la Mona Lisa
La gran clave de la Mona Lisa, explica Ortiz de Zárate, es el sfumato, una técnica inventada por Leonardo da Vinci que significa literalmente “ahumado”. Consiste en difuminar la luz y los contornos, eliminando líneas precisas y creando transiciones muy suaves entre claro y oscuro.
“Cuando miras la Mona Lisa, ves un velo sutil, como humo. La luz se atenúa suavemente desde el centro del rostro hacia las mejillas y orejas. La sonrisa y los ojos no tienen líneas; están difuminados, como los percibimos en la vida real”, detalla Ortiz de Zárate. Gracias a esta técnica, el retrato logra un realismo que ningún otro cuadro había alcanzado hasta entonces, haciendo que la figura parezca casi viva ante los ojos del espectador.
Según Ortiz de Zárate, el sfumato revolucionó la pintura renacentista porque permitió representar la percepción humana de manera más fiel. Él introdujo gradaciones de luz y sombra que imitan la forma en que vemos los rostros en la vida cotidiana. Por eso, la Mona Lisa sigue sorprendiendo.
Además, esta técnica influyó en generaciones de artistas posteriores, quienes adoptaron el difuminado sutil para crear efectos de tridimensionalidad y realismo que antes eran impensables. La invención de Leonardo no fue solo estética. Fue un cambio conceptual que transformó la manera de entender el retrato y la pintura en general.
Ortiz de Zárate también destaca el efecto emocional del sfumato. De heecho, la obra transmite calma, misterio y cercanía al mismo tiempo. Esa es la fuerza de Leonardo, ya que logra que un cuadro no solo se vea, sino que se sienta.
Con su divulgación, el experto invita a los espectadores a mirar más allá de lo obvio y a apreciar los detalles que generan sutileza y profundidad. Desde la sonrisa enigmática hasta la transición casi imperceptible de la luz, cada elemento de la Mona Lisa está pensado para impactar tanto la mente como el corazón, haciendo de esta obra un icono universal que sigue fascinando siglos después de su creación.


