El intercambio de casas es una de esas ideas que mucha gente mira de lejos con una mezcla de atracción y de recelo. Por un lado, ven que viajar alojándose en una casa que alguien te deje es fantástico; pero también es cierto que, a cambio, tú debes dejar la tuya, y eso ya no lo ve todo el mundo tan claro.
¿Es una buena idea intercambiar la casa con desconocidos? ¿Para quién está más indicada esta modalidad y para quién no lo es tanto? Aquí te explicaremos qué debe tenerse en cuenta y responderemos a las dudas iniciales que tiene todo el mundo que se lo ha planteado alguna vez.
El Tinder de los alojamientos
El funcionamiento del servicio de intercambio más popular, HomeExchange, es muy fácil de explicar a grandes rasgos: buscas en esta plataforma las casas que te gusten de cualquier lugar del mundo, y les haces la petición de ir en unas fechas que le vayan bien a ambas partes, a cambio de dejarles que se alojen en tu casa. En resumen: se intercambia la casa —y, si lo desea, también el coche— durante unos días. También se puede escoger realizar el intercambio en fechas diferentes o incluso sin que haya reciprocidad.
La periodista del Versió RAC1 Marta Cailà es usuaria experta de la plataforma de intercambio de casas: la ha utilizado casi una decena de veces, con estancias de unos 15 días de media. “De todos los viajes que hemos hecho con esta fórmula, ha habido más espectaculares que otros, pero todos han merecido la pena”, asegura firmemente. “Lo que más, el de Islandia, donde también nos intercambiamos el coche”.
Cailà también ha visitado varias ciudades de Francia, Suecia y Dinamarca ofreciendo su casa a cambio, y reconoce que la mayor parte de las veces ha salido ganando y ha estado en casas mucho mejores que la suya: “Siempre tengo la sensación de que sus casas son más bonitas que la mía, pero luego siempre me dicen que se lo han pasado en grande”.
Preparar la casa para los invitados
Dejar la casa lista para que vengan los huéspedes implica una cierta logística, pero menos de lo que se puede pensar. “Nosotros no cerramos ninguna habitación, tampoco tenemos cosas de valor. Lo que sí hacemos es espacio en los armarios para cada una de las personas que tengan que venir, para que puedan poner sus cosas, y también les ponemos un perchero de aquellos que llaman burra”, explica. ”También dejamos la casa aseada, muy limpia y con suficiente espacio".

Con intercambio de casas, puedes ir a Islandia o cualquier lugar del mundo con toda la familia sin pagar alojamiento.
Una de las recomendaciones que hacen otros usuarios es que, al llegar a una casa, hagas fotos de todo para poder dejarlo tal y como estaba antes de marcharte. Sin embargo, Cailà hace énfasis en que lo más importante de todo es tener confianza.
La confianza es crucial
“Lo importante para poder hacer intercambio de casas es confiar en los demás”, recalca. “Si tú no confías en las personas que vendrán, sufres con facilidad o tienes recelo por si te van a tocar cosas personales”, esta modalidad de viaje no es para ti.
Lo importante para poder hacer intercambio de casas es confiar en los demás"
“Cuando yo he ido a casa de otros, no me he dedicado a abrir los cajones ni a tocar nada”, añade. “Tampoco tiene que hacerte nada que duerman en tu cama. De hecho, cuando vas a un hotel, duermes en una cama por la que han pasado cientos de personas y no pasa nada. Las sábanas se lavan”.
La videollamada de conocimiento
Aunque no es obligatorio, Cailà recomienda mucho hacer una videollamada para conocer a aquellos que vendrán a tu casa, que generalmente son familias europeas . “De esta forma ves el talante de la gente”, dice la periodista. “Antes de eso, yo ya he filtrado las casas que se ven desordenadas o que no me interesan. ¡Siempre elijo casas espectaculares!”.

En la plataforma de intercambio de casas se pueden encontrar espectaculares alojamientos.
El riesgo siempre está ahí
Cuando intercambias tu casa con alguien que no conoces pueden pasar muchas cosas. Por norma general, Cailà asegura que todo el mundo es muy respetuoso y, por si acaso, la plataforma lo cubre todo con un seguro (por eso se paga una cuota de unos 160 euros anuales). En su caso, la experiencia le ha enseñado que lo práctico es establecer una especie de contrato entre familias, cuyos acuerdos dejen las cosas claras en ambas direcciones.
“En mi comunidad hay una piscina, que los huéspedes pueden utilizar. Sólo una vez acudió una familia holandesa que se alojaba en nuestra casa y que era muy escandalosa, y eso molestó un poco a los vecinos . Pero por el resto, todo ha ido siempre como una seda”, recuerda. “Utilizaron todas las toallas que tengo, dejaron un montón de botellas de vino vacías y la casa muy sucia”. Sí, puede ocurrir. Pero no es algo habitual.
En definitiva, el intercambio de casas es una fórmula que es recomendable para todos, excepto para:
- Personas que no confían plenamente en la bondad de la gente.
- Personas que tienen su casa como algo muy íntimo.
- Personas poco sociables e inflexibles.
- Personas reacias a compartir sus espacios y cosas personales.
- Personas muy escrupulosas.