Alberto Mir, 58 años, capitán de barco: “En España estamos sobreprotegidos. Al viajar al tercer mundo, ves la pobreza real, mientras que en Europa seguimos preocupados por el futuro”

Entrevista

“El mar te enseña a ser humilde, a aceptar que no siempre puedes controlar las circunstancias”, explica Alberto Mir, capitán de barco desde hace más de 30 años

Alberto Mir, 58 años, capitán de barco

Alberto Mir, 58 años, capitán de barco

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Para entender cómo funciona realmente el mundo, es necesario viajar y salir de nuestra zona de confort. Porque más allá de la ciudad en la que vivimos, hay mucho por descubrir y conocer. “Al navegar por el mundo, te das cuenta de que tres cuartas partes del planeta están formadas por países pobres, muchos de ellos en situaciones de conflicto bélico o con problemas de piratería”, explica Alberto Mir, capitán de barco. A sus 58 años, ya ha dado la vuelta al mundo varias veces y admite que esa experiencia lo hizo más humilde.

Natural de Barcelona, Mir se licenció en Economía, pero fue su pasión por la náutica lo que terminó convirtiéndose en su profesión. “Durante la universidad, aprovechaba los largos veranos para hacer traslados de barcos, mantenimiento y regatas. No lo busqué, pero un día surgió la oportunidad de dar la vuelta al mundo en barco”, cuenta. Tras arriesgarlo todo para seguir su sueño, no pudo volver a la vida normal, ya que se le abrieron muchas puertas en el mundo de la náutica.

Cuando sales de Europa, te das cuenta de que hay un mundo diferente, lleno de pobreza y desigualdad. Fue una lección de humildad

Alberto MirCapitán de barco
Alberto Mir, 58 años, capitán de barco

Alberto Mir, 58 años, capitán de barco

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“Desde que dejas Canarias y llegas a África, por ejemplo, a Senegal o Cabo Verde, la pobreza es evidente. Me di cuenta de que en Europa estamos muy sobreprotegidos, tenemos todo lo que necesitamos y, sin embargo, seguimos preocupados por el futuro. En esos países pobres, la gente vive al día, su principal preocupación es comer y sobrevivir, y no tienen la misma seguridad que nosotros. Esa experiencia me marcó mucho”, destaca.

La Antártida es un reto por su seguridad. La asistencia externa es muy limitada, y la autosuficiencia es fundamental

Alberto MirCapitán de barco

Alberto Mir, profesional en náutica con más de 30 años de experiencia, ha revelado en una entrevista para La Vanguardia los secretos de su última expedición, un viaje extremo en un barco de aluminio, cuya preparación le llevó varios años. En la conversación, detalló aspectos clave como la preparación, la convivencia a bordo, los desafíos del factor humano, las adversas condiciones meteorológicas, la tecnología disponible y los riesgos inherentes a este tipo de travesías. Además, destacó la creciente amenaza para el planeta derivada del turismo exponencial en la Antártida, la pesca ilegal, la contaminación y la expansión de la gripe aviar, un fenómeno cada vez más presente en la región.

¿Cómo ves la pobreza y las desigualdades al viajar fuera de Europa?

Cuando sales de Europa, especialmente de países desarrollados como Estados Unidos, Japón o Australia, te das cuenta de que hay un mundo totalmente diferente, lleno de pobreza y desigualdad. Es algo que me impactó profundamente y fue una lección de humildad. 

Fotografía de Alberto Mir

Fotografía de Alberto Mir

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El mundo es mucho más grande de lo que solemos ver, y es algo que me hizo reflexionar mucho. Después de mi primera vuelta al mundo, surgieron nuevas oportunidades, y continué con más expediciones, porque cada experiencia me enseñaba algo nuevo.

Has viajado a la Antártida, un destino muy especial. ¿Qué te motivó a emprender ese viaje y qué lo hace tan diferente a otros destinos?

La Antártida es un reto por su seguridad. La asistencia externa es muy limitada, y la autosuficiencia es fundamental. Si tienes un problema, no puedes esperar que vengan a buscarte rápidamente, ya que las autoridades más cercanas están a miles de kilómetros. 

Mapa de la ruta

Mapa de la ruta

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Eso fue lo que más me motivó: la dificultad del viaje. Para mí, no es una “aventura” como tal, sino una expedición, ya que la preparación es crucial. Estuvimos dos años preparando el viaje, haciendo simulacros y pruebas, y equipamos el barco con la última tecnología. 

Encontrar tripulación válida es complicado y el factor humano es clave. Con la experiencia que tengo, intento liderar sin ser autoritario, buscando un equilibrio

Alberto MirCapitán de barco

Además, no es un destino al que vayan muchas personas porque es costoso, tanto económicamente como logísticamente. Los barcos que se utilizan para viajar a la Antártida son diferentes a los que usamos en mares más tranquilos, son barcos de acero o aluminio, diseñados para soportar condiciones extremas. 

¿Cómo lo preparasteis? ¿Qué supone que sea un barco de aluminio? ¿A nivel económico, por ejemplo?

Los barcos de aluminio son mucho más caros que los de fibra de vidrio, más del doble. Son más caros porque son más resistentes. Soportan mucho mejor el mal tiempo y, en caso de chocar contra un iceberg, no se rompen ni se parten en dos. El aluminio es dúctil, lo que significa que solo se abolla, y puedes hacer una reparación en el mismo lugar. Son barcos muy seguros, como un tanque. 

Barco de aluminio

Barco de aluminio

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El armador compró el barco en Francia, que es un país especializado en este tipo de barcos, y el norte de Europa también tiene experiencia en barcos expedicionarios. son barcos complejos, con un francobordo alto, es decir, una distancia mayor entre el agua y la cubierta que permite soportar mejor las olas grandes. En nuestro caso, este barco ha sido muy fiable, sin averías, y eso ha sido gracias a la preparación previa y a contar con un barco de alta gama.

¿Cómo fue la convivencia en condiciones tan extremas?

La convivencia en un viaje de estas características es fundamental. Desde Barcelona, preparamos el barco el año anterior con entrenamientos y probando la tripulación. Encontrar tripulación válida es complicado y el factor humano es clave. Con la experiencia que tengo, intento liderar sin ser autoritario, buscando un equilibrio. 

En medio del mar, lo peor que puedes hacer es perder el control o gritar

Alberto MirCapitán de barco
Antártida

Antártida

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En medio del mar, lo peor que puedes hacer es perder el control o gritar. Para mantener la cohesión, suelo hacer una comida diaria con toda la tripulación, para que haya comunicación y para evitar que surjan problemas mentales o tensiones. La convivencia en el barco es el reto más importante, más que la navegación misma, y me ha costado mucho encontrar tripulación que cumpla con las expectativas.

La Antártida no es un destino común para la mayoría. ¿Hubo algún momento en el que sentiste miedo o incertidumbre allí?

El problema de la Antártida es el frío extremo, es un lugar inhóspito y el mal tiempo es constante. Tienes que llevar siempre el traje de agua puesto. La etapa más complicada fue la travesía desde Ushuaia hasta la Península Antártica, que duró cuatro días. Sin embargo, hoy en día, con la tecnología y la meteorología avanzada, es más fácil prever las ventanas de buen tiempo entre borrasca y borrasca. 

Llevábamos un médico a bordo y un botiquín oceánico completo, incluso con desfibrilador

Alberto MirCapitán de barco

Estudias la meteorología con antelación, y si tienes suerte, puedes encontrar dos o tres días de buen tiempo. Nosotros fuimos en verano austral, lo que nos dio la ventaja de tener casi 20 horas de luz, lo que facilita la visibilidad de los icebergs y el clima. La experiencia fue controlada, pero sigue siendo un destino incómodo y desafiante. El atractivo de la Antártida es la soledad, la falta de turismo y la belleza del lugar, pero la verdad es que no tengo muchas ganas de repetir pronto.

¿Qué ha cambiado en la navegación hacia la Antártida con el paso del tiempo? ¿Es más accesible ahora que hace 30 años?

Sí, la tecnología ha mejorado muchísimo. Los radares ahora son mucho más efectivos y nos permiten localizar los icebergs con más precisión, aunque no todos los podemos detectar. Otro avance importante es el uso de inteligencia artificial, como las cámaras termográficas, que funcionan de día y de noche. Estas cámaras detectan cualquier objeto peligroso, como un contenedor semisumergido o un iceberg que pueda estar oculto.

El mar te enseña a ser humilde, a aceptar que no siempre puedes controlar las circunstancias

Alberto MirCapitán de barco

Hace 30 años, estas tecnologías no existían, y los exploradores de siglos pasados navegaban sin ninguna ayuda. Hoy en día, con cartas electrónicas, radar y cámaras térmicas, la seguridad ha aumentado de forma significativa. Si no existiera esta tecnología, yo no iría a la Antártida, porque sería una temeridad. La planificación y la seguridad son clave para cualquier expedición de este tipo.

¿Crees que el aumento del turismo supone una amenaza para la Antártida?

Sí. Es un gran problema. El turismo ha crecido de manera exponencial en los últimos años. Por desgracia, porque es un negocio. Hay ferries que van a la Antártida. Desde donde nosotros salimos, que es Puerto Williams o Ushuaia, hay ferries con 2.000 o 3.000 personas que van a la Antártida. Son viajes muy caros, a partir de 10.000 o 12.000 euros. 

Nosotros estuvimos en sitios donde estábamos solos, pero en otros lugares te encontrabas con que los turistas iban a tierra. Hay zonas que están un poco descontroladas. De hecho, el año pasado hubo un brote de gripe aviar y este año está mucho peor. 

Turismo en la Antártida

Turismo en la Antártida

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¿Qué medidas tomasteis vosotros para evitar riesgos como una fuga de combustible, transportar enfermedades o afectar al ecosistema antártico?

Para ir a la Antártida primero necesitas un permiso. Yo iba con un barco de bandera francesa, y fue Francia quien nos dio el permiso, tras realizar una auditoría y revisar nuestros planes de emergencia y evacuación. Llevábamos un médico a bordo y un botiquín oceánico completo, incluso con desfibrilador. Además, llevábamos material para descontaminar, como depósitos vacíos por si teníamos que hacer un trasvase de combustible, y un teléfono satelital para emergencias. 

La lección es que no siempre puedes conseguir lo que quieres. A veces, la solución no es tirar la toalla, sino aceptar que lo intentaremos más adelante

Alberto MirCapitán de barco

También teníamos un radar y cámaras termográficas a bordo. Y es importante mencionar que siempre había dos personas de guardia, una fuera y otra mirando el radar y la cámara. No cualquier barco puede ir a la Antártida; es necesario que el barco esté preparado para este tipo de viajes, y si no es adecuado, no te conceden el permiso.

¿Qué impresión te dejó la Antártida en términos de cambio climático y conservación?

Aunque fue mi primera vez, puedo decir que está empeorando. Vi botellas de plástico flotando, algo que antes no se veía. La fauna es increíble, ves ballenas, focas, pingüinos, es espectacular. El cambio climático, aunque no lo he experimentado directamente, me lo han comentado expertos.

Los datos indican que las temperaturas están aumentando. Si el hielo no está tan duro y no refleja tanto el sol, el sol calienta más los icebergs y se van derritiendo. Eso es lo que me ha dicho la gente especializada.

¿Tienes en mente otro destino extremo que te gustaría visitar?

Sí, otro destino que me gustaría explorar es el Paso del Noroeste, cerca del Polo Norte. Es el paso que va desde la costa del Pacífico de Estados Unidos, Alaska, hasta Groenlandia y Noruega. Este es otro gran reto para barcos expedicionarios polares. Pero, claro, debe ser con un buen proyecto porque la seguridad es clave. 

Alberto Mir, 58 años, capitán de barco

Alberto Mir, 58 años, capitán de barco

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La diferencia con la Antártida es que los derrames de petróleo afectan mucho más en aguas frías como las de la Antártida que en mares más cálidos, como el Mediterráneo. En el frío, el combustible no se diluye tan rápido y es mucho más difícil de contener.

¿Hay alguna lección de la navegación que apliques ahora en tu día a día?

Sí, la lección más importante es la humildad. En el mar, no siempre se puede conseguir lo que uno quiere porque la meteorología manda. Hay días en los que planeas salir y llegar a un destino, pero si hay mal tiempo, no puedes. A veces, el ser humano se obsesiona con los objetivos y olvidamos ser flexibles. El mar te enseña a ser humilde, a aceptar que no siempre puedes controlar las circunstancias.

A veces, el ser humano se obsesiona con los objetivos y olvidamos ser flexibles

Alberto MirCapitán de barco

¿La navegación te ha enseñado a ser más flexible y menos obcecado con los objetivos?

Exacto, la lección es que no siempre puedes conseguir lo que quieres debido a factores que no dependen de ti, como el clima. A veces, la solución no es tirar la toalla, sino aceptar que lo intentaremos más adelante. 

Aprendes a ser más flexible y a no ser tan catastrofista contigo mismo. En el mar, es importante aceptar que no todo depende de ti. En la vida cotidiana, especialmente en las grandes ciudades, te das cuenta de lo fácil que es entrar en una dinámica de estrés constante. En cuanto llegas, la gente camina rápido, el ambiente es tenso, y es fácil contagiarse de esa ansiedad.

Fotografía de Alberto Mir

Fotografía de Alberto Mir

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¿Sientes la misma pasión por el mar que cuando comenzaste a navegar?

Sí, el mar siempre me tira. A veces, cuando hay mal tiempo o estás enfrentando dificultades, te preguntas qué haces allí, en medio de todo eso, luchando contra las condiciones. Pero, a pesar de todo, el mar tiene algo que siempre te atrae. 

Ahora, con los años, me estoy dedicando menos al mar de manera profesional, porque el estrés que implica ser capitán, tener la responsabilidad de la seguridad de todos a bordo, puede ser agotador. Pero sigo sintiendo esa pasión y siempre buscaré la oportunidad de navegar con mis amigos, de una manera más relajada.

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