Algunos la llaman “la ciudad italiana más al norte”, otros simplemente intentan pronunciar su nombre germano: Regensburg, Ratisbona para los castellanos. Esta localidad, situada a poco más de una hora de la capital bávara de Munich, está repleta de lugares con encanto, y cuenta con uno de los cascos históricos medievales mejor conservados de Europa. De hecho, la ciudad vieja forma parte del patrimonio de la humanidad de la Unesco.
Ratisbona es accesible tanto en tren como autobús desde sus municipios vecinos, además de que es bastante sencillo moverse por sus alrededores. Desde la Haus der bayerische geschichteal (Casa-Museo de la historia bávara) al impresionante palacio de Thurn und Taxis, Ratisbona brilla con sus joyas arquitectónicas. Y para empezar este viaje que mejor que un paseo a orillas de río.
El Danubio ¿azul?

La torre de Ratisbona se alza por encima del puente de piedra, un estallido de color en la ciudad
El Danubio atraviesa la ciudad y la divide en dos, el Steinerne Brücke (puente de piedra), que separa ambas mitades, se construyó entre 1135 y 1146, convirtiéndose en uno de los puentes más antiguos y mejor conservados de Alemania. Durante la edad media sirvió como única vía para cruzar las aguas del río, a la vez que fomentaba el comercio entre las ciudades. A día de hoy, sigue siendo indispensable cruzar el puente para tomar algo y visitar una de las zonas con más encanto de la ciudad, casi parece que cruces a una pequeña versión de Italia con elementos alemanes.
Si se te despierta el hambre por la caminata siempre puedes comer en uno de los restaurantes más antiguos de la localidad, llevan años perfeccionando el arte de hacer salchichas, y se puede decir con total seguridad que están buenísimas. Historische Wurstkuchl con 500 años de antigüedad y situado al lado del río, a una pequeña caminata del puente de piedra, es una de las cocinas activas más antiguas de Baviera. El restaurante de ambientación clásica aún tiene marcado en una de sus esquinas el punto que alcanzaron las aguas del Danubio durante una de sus grandes inundaciones.
Un templo griego en mitad del río

Walhalla, el interior del salón de la fama germano a las orillas del Danubio
Ratisbona también cuenta con una interesante construcción en el distrito de Donaustauf. Una imponente edificación que recuerda al panteón de Atenas, pero que ni es griego ni se utiliza como templo: el Walhalla. La construcción finalizó en 1842, dando como resultado un edificio neoclásico de 66,7 metros de longitud por 31,6 de ancho y 20 metros de altura, sostenido gracias a una estructura interior de hierro. El objetivo era que sirviera para homenajear a las grandes eminencias de descendencia germana, llegando a acoger bustos de Goethe, Catalina la Grande o Gutenberg.
El municipio está muy bien conectado, lo que permite, desde aquí, explorar las ciudades de Núremberg y Munich. También está relativamente cerca de la República Checa, por lo que, si quieres desviarte, Praga está a unas tres horas en coche por la autobahn.
Maidult, la pequeña Oktoberfest de mayo

Corazones de jengibre en uno de los puestos de la feria alemana
Ahora bien, lo que nos trae a Ratisbona para estas fechas no son solo sus atracciones turísticas, las posibilidades de un side-trip a otras zonas de Baviera o el magnífico Danubio (que no es tan azul como Strauss nos hizo creer). La localidad se convierte en primavera en un escenario repleto de risas y buena cerveza. El responsable es el Maidult, un festival que este año se celebra desde el 9 al 25 de mayo ideal para disfrutar de la tradición bávara sin tener que pasar por las colas multitudinarias de la Oktoberfest.
Este antiguo emplazamiento romano, y posterior núcleo comercial durante los tiempos del Sacro Imperio, pasa desapercibido para la mayoría. Sin embargo, la pequeña Ratisbona no solo ofrece un colorido abanico de actividades sino también festividades.
Para acudir al Maidult no hay requisitos, pero siempre es mejor que uno se atreva a llevar el traje tradicional bávaro, dirndl para las mujeres y lederhosen para los hombres. Es muy común ver a ciudadanos y turistas vestirse acorde con una tradición tan antigua como el Maidult, con lazos y pantalones de cuero.
Los hay clásicos y modernos y de miles de tonos y patrones distintos. Vestir un dirndl es sentirse como un personaje de los hermanos Grimm. Un detalle fundamental del atuendo es el delantal, y para lucirlo sin malentendidos es necesario comprender el tipo de mensaje que una pieza de ropa puede transmitir. Es importante saber cómo atar el lazo: si estás en una relación (o simplemente quieres que te dejen en paz) sitúalo a la derecha, si estás soltera, hazlo en el lado contrario y ten en cuenta que, si decides atarlo por detrás, por motivos estéticos, lo que en verdad estás diciendo es que eres viuda.

Puesta de sol durante la celebración de Maidult en Ratisbona
La feria cuenta con puestos gastronómicos y animadas carpas que evocan a la popular fiesta de la cerveza, y no faltan norias y actividades, e incluso desfiles. Tampoco puede faltar un espectáculo de fuegos artificiales, que en esta edición tendrá lugar el 16 de mayo.
Existen dos carpas principales (Glöckl Festzelt y Hahn Zelt), en las que se puede reservar una mesa para ocho personas. En las distintas zonas del festival hay lugares específicos para probar variedades de vinos o la clásica cerveza de 1 litro por 12,80 euros. Lo más común es sentarse a disfrutar la bebida con un trozo de hendl (un equivalente al pollo a la brasa).
Recomendaciones
- Llevar dinero en efectivo, ya que no en todos los puestos se aceptan tarjetas de crédito.
- Utilizar el autobús gratuito para acceder a las instalaciones.
- Consultar los días con descuentos especiales según los colectivos: del 14 al 21 de mayo para familias; del 12 al 19 para la tercera edad, y el 22 de mayo, para las mujeres.