Los sorprendentes templos franceses situados sobre rocas de lava volcánica

Mundo insólito

Puy-en-Velay, la joya natural de Auvernia, acoge a los visitantes con su imponente arquitectura religiosa.

Paisaje urbano de Puy-en-Velay en la región de Auvernia-Ródano-Alpes, Francia

El paisaje urbano de Puy-en-Velay embellece la región de Auvernia-Ródano-Alpes, Francia 

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La ciudad occitana de se halla en plena zona volcánica de la Auvernia. Solo hay que echar un vistazo desde cualquier mirador antes de adentrarse en sus calles para advertir que dos repentinas elevaciones rompen la monotonía de su perfil urbano. La que llama más la atención es una aguja enhiesta, prácticamente un cucurucho vertical, sobre el que se asienta un templo. Es Saint Michel d’Aiguilhe.

Tan inverosímil parece que haya una iglesia encima de esa roca de 85 metros de altura como que se pueda acceder hasta ella de forma razonable. Sin embargo, 268 escalones grandotes tallados en la roca lo “facilitan”. Absténgase personas con complicaciones cardiorrespiratorias. Sin embargo, quien se atreva a desafiar a la fatiga y el ahogo se encontrará frente a un oratorio sorprendente, levantado en el año 962 en unas condiciones técnicas complicadísimas.

Aun con su dificultoso emplazamiento, la iglesia dedicada al arcángel san Miguel es una belleza difícil de explicar. Tiene el aspecto prerrománico que se espera de su edad, con columnas robustas y chatas sosteniendo unas cúpulas de piedra volcánica. El interior está graciosamente iluminado por los vitrales de colores de sus pequeñas ventanas. Los frescos dedicados al santo y a diferentes escenas bíblicas están muy dañados por el paso de un milenio, pero todavía se conservan algunos fragmentos.

Vista de la ciudad de Le Puy, Velay desde la entrada de la Catedral de Notre Dame

Vista de la ciudad de Le Puy-en-Velay desde la entrada de la catedral de Notre Dame 

Jacques van Dinteren

En la base de la aguja están las oficinas en las que se paga por acceder, pero también unas salas museizadas con un vídeo explicativo de la importancia religiosa y arquitectónica de esta iglesia situada en un lugar inverosímil.

Cuando llega jadeando a la puerta de entrada del oratorio, el visitante contempla con asombro cómo la ciudad acoge otro monumento religioso que empequeñece a San Miguel. A vuelo de pájaro está muy cerca. A paseo de ser humano, apenas a diez minutos. Hay que dirigirse a él para obtener todavía una panorámica más magnífica de Le Puy-en-Velay. Se trata de Nuestra Señora de Francia.

Saint Michel d'Aiguilhe chapel sitting on a rock in Le Puy en Velay, France

La capilla de San Miguel es un punto central en la panorámica de Le Puy-en-Velay 

Getty Images/iStockphoto

La Roca Corneille llega hasta los 132 metros de altura, cincuenta por encima de San Miguel, lo que le otorga mayor jerarquía visual. Pero es que, además, sobre este peñasco de origen basáltico se afinca la mayor estatua de la Virgen que se conoce en Francia. Tiene 23 metros de altura y pesa 835 toneladas. Se forjó fundiendo más de doscientos cañones incautados al ejército ruso por las tropas napoleónicas. 

Con el material de bronce se construyó esta imagen de Nuestra Señora de Francia, que es hueca por dentro. Una escalera de caracol recorre su interior, para permitir a los visitantes que, tras una última escala vertical, lleguen a sacar la cabeza por encima de su corona (convenientemente protegidos por una cúpula de metacrilato).

Nuestra Señora de Francia no tiene el misticismo íntimo de la Aguja de San Miguel, pero como mirador de la ciudad y de los cercanos volcanes de la Auvernia es sensacional. Además, desde allí se ve perfectamente la catedral, otro de los hitos ineludibles de la ciudad. Es inicio de uno de los caminos de Santiago más importantes de Francia. 

De hecho, el aspecto más llamativo de la basílica –que por ella misma es magnífica– es el llamado “Vientre”. Se trata de una escalinata que desciende desde el centro de su nave principal y conecta con las calles del núcleo de Le Puy-en-Velay. Es una manera simbólica y muy dramática de comenzar la caminata hasta Compostela. Quedan 1.300 kilómetros de senda.

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Quienes deseen redoblar el inicio alegórico deben pasar por la plaza Plot. Es el corazón del núcleo medieval, una monada que los sábados alberga el mercado de alimentos. Allí, en una placa junto a una estatua de una peregrina un tanto exhausta (y eso que aún no ha comenzado la milkilométrica caminata) se da inicio “oficial y civil” a la Vía Podiensis. Lo indica una cruz occitana ornamentada con la típica vieira jacobina.

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