Costumbres ancestrales, antiguas minas, ermitas y tirolinas de vértigo en el Andévalo

Escapada

La comarca se encuentra escondida entre la sierra de Aracena, la Tierra Llana y la frontera con Portugal, es el lugar perfecto para sentirse como un explorador

Sanlúcar de Guadiana se encuentra en El Andévalo, entre Huelva y Portugal

Sanlúcar de Guadiana se encuentra en El Andévalo, entre Huelva y Portugal

Getty Images/iStockphoto

A menos de una hora de Huelva, en pleno epicentro de la rica Faja Pirítica, se encuentra El Andévalo, una comarca de pueblos blancos y verdes campiñas, abarrotada de recursos naturales que cabalgan entre la devoción y las costumbres ancestrales. El horizonte de El Andévalo está cubierto por un manto de dehesas cuajadas de encinas y alcornocales, por cerros y bosques, por embalses y ríos. Es una zona de deliciosos pastos que nutren a ricos rebaños y enormes piaras. Este paraje de tierra privilegiada y de habitantes nobles ofrece un sinfín de recursos donde vivir la naturaleza sin límites. 

En El Andévalo, las poblaciones de Calañas, El Cerro de Andévalo, Santa Bárbara de Casa, El Almendro, Sanlúcar de Guadiana y las Minas de Tharsis son fantásticas para perderse.

Calañas, ocio de naturaleza y sendas

El santuario de Nuestra Señora de la Coronada, está edificado junto a una necrópolis romana

El santuario de Nuestra Señora de la Coronada, está edificado junto a una necrópolis romana

I.G.

Para recorrer El Andévalo hay que comenzar en Calañas que, rodeada de embalses, riberas, arroyos y afluentes del río Odiel, ofrece una importante extensión de espacios forestales. Calañas acogió en la antigüedad a fenicios, griegos, cartagineses, romanos y musulmanes, todos ellos atraídos por la opulencia de su tierra, muy rica en cobre y manganeso. En el siglo XIX vivió un gran desarrollo gracias a la reactivación de las minas de cobre y azufre, hasta que en los años sesenta se cerraron progresivamente y la región sufrió una grave crisis económica.

Afortunadamente, hoy su espléndida orografía ofrece múltiples alternativas de ocio en la naturaleza, con más que interesantes sendas como la Ruta Hornos de Cal y la de Los Molinos, o la escalada de la vía ferrata El Morante. También tiene santuarios de interés como el santuario de Nuestra Señora de la Coronada, a tan solo 8 kilómetros del centro. Edificado junto a una necrópolis romana, una ermitaña atiende con desvelo a la patrona de Calañas, cuida las flores que inundan la ermita y se encarga con fervor de los vestidos de la Virgen, que al menos cambian tres veces al año. 

Justo enfrente de Nuestra Señora de la Coronada está la capilla de Nuestra Señora de España, donde, según cuenta la tradición, vivió, murió y fue sepultado Don Rodrigo, el último rey visigodo.

El cerro de Andévalo y sus tiempos ancestrales

La Iglesia Santa María de Gracia, de estilo renacentista, es un  referente del patrimonio monumental de El Cerro del Andévalo

La Iglesia Santa María de Gracia, de estilo renacentista, es un referente del patrimonio monumental de El Cerro del Andévalo

I.G.

De Calañas hay que subir hacia El Cerro de Andévalo, que tiene una rica tradición cultural y una impresionante devoción a San Benito Abad. El primer domingo de mayo se celebra su ancestral romería, con gran simbolismo en las vestimentas, en el protocolo, en la gastronomía y en la música, lo que la hace única en el mundo. Su primer reglamento data de 1594 y, desde entonces, durante todo el año se trabaja para poner a punto los singulares y vistosos trajes, tanto el de las zamugueras como el de los mayordomos. Estos ricos vestidos, que por tradición pasan de madres a hijas, empiezan a confeccionarse cuando en la familia acaba de nacer una niña.

Pasear por las estrechas calles de El Cerro de Andévalo, entre sus blancas y luminosas casas de rojos tejados, es una auténtica delicia. Para conocer la historia de la localidad y sus gentes, nada mejor que una visita a su Museo Etnográfico. En pleno centro de la localidad están dos de los referentes de su patrimonio monumental: la iglesia de Santa María de Gracia, de estilo renacentista, y, justo enfrente, la ermita de la Trinidad, que hoy se utiliza para ciclos musicales.

Cada primer fin de semana de mayo, El Cerro de Andévalo se engalana para celebrar la romería en honor a San Benito Abad, considerada la más antigua de la provincia de Huelva

Cada primer fin de semana de mayo, El Cerro de Andévalo se engalana para celebrar la romería en honor a San Benito Abad, considerada la más antigua de la provincia de Huelva

I.G.

Aunque, sin duda, su joya es la ermita de San Benito, su patrón. Ubicada a unos 20 kilómetros, en los montes de San Benito, desde donde se divisa casi toda la comarca, parece ser que fue construida en el siglo XII como priorato de alguna orden medieval. Documentada desde 1435, la ermita ha sido declarada oficialmente santuario este año 2025 por el obispo de Huelva. Con elementos mudéjares y barrocos, cuenta con una espadaña del siglo XVII y una preciosa fachada que se abre a los campos del Andévalo.

El Cerro de Andévalo posee un magnífico entorno para disfrutar de la naturaleza y practicar actividades al aire libre. Sus antiguos trazados ferroviarios, sus puentes centenarios, sus innumerables cauces y sus extensas dehesas son ideales para practicar senderismo, nordic walking, equitación o ciclismo.

Naturaleza inexplorada en Santa Bárbara de Casa

Los cerros de Santa Bárbara de Casa están salpicados de molinos de viento que recuerdan la importancia de la harina como alimento esencial

Los cerros de Santa Bárbara de Casa están salpicados de molinos de viento que recuerdan la importancia de la harina como alimento esencial

I.G.

Hacia el noroeste está Santa Bárbara de Casa, que, con algo más de 1.000 habitantes, fue paso de estraperlistas y de aventureros que andaban a caballo entre España y Portugal. En Santa Bárbara de Casa se encuentra el yacimiento arqueológico del dolmen de la Zarcita, que cuenta con cuatro necrópolis y donde se cree que existió un poblado fortificado.

Los cerros de Santa Bárbara de Casa están salpicados de molinos de viento que recuerdan la importancia de la harina como alimento esencial, y lo mejor es que algunos se han remodelado para convertirlos en miradores de avistamiento de aves, sobre todo buitre negro y leonado.

En Santa Bárbara de Casa no hay que perderse la Finca El Baldío, con 18 hectáreas dedicadas a la actividad de todo tipo de deportes de aventura. En ella se puede practicar desde piragüismo hasta rápel volado, pasando por tirolina, escalada, rocódromo, equitación o tiro con arco. Desde Santa Bárbara de Casa hay que acercarse a Puebla de Guzmán, apasionada por el mundo del caballo, donde, al parecer, uno de cada tres vecinos tiene un equino. Desde su cerro del Águila se divisa casi toda la comarca, y su ermita del siglo XV, dedicada a la Virgen de la Peña, refleja el fervor por su patrona, a la que cada seis años bajan al pueblo en romería.

La Vía Verde del Guadiana, un paseo por el pasado minero

Hacia el sur, en El Almendro, se encuentra el poblado minero La Isabel, un aislado paraje que nació al abrigo de la abandonada mina La Isabel, una explotación que casi llegó a ser líder en producción de manganeso.

En La Isabel aún se conservan las construcciones típicas de arquitectura de cuarteles, donde vivían los obreros. Desde aquí parte la Vía Verde del Guadiana, una agradable travesía de 17 kilómetros que llega hasta el Puerto de La Laja, en El Granado.

Puerto de la Laja es un antiguo embarcadero de mineral de 1885

Puerto de la Laja es un antiguo embarcadero de mineral de 1885

Public Domain

La Vía Verde del Guadiana es un desconocido sendero que une el viejo poblado minero de La Isabel con el cargadero de mineral del Puerto de La Laja, a través del antiguo trazado ferroviario minero. Por estos raíles se transportaba mineral desde las minas de la zona hasta el río Guadiana, donde se embarcaba en grandes buques rumbo a los mercados internacionales.

El sorprendente Puerto de La Laja es un antiguo embarcadero de mineral de 1885, desde donde se transportaba el manganeso y la pirita de las minas. El puerto ofrece una de las más bellas vistas del Guadiana, de las nostálgicas ruinas de los depósitos de mineral y del malecón de carga. Aquí finaliza la Vía Verde del Guadiana, que guarda una increíble belleza por la diversidad del paisaje y que, sin duda, hay que recorrer.

Dos países frente al Guadiana

Sanlúcar de Guadiana, encaramado en la ribera del Guadiana frente a la portuguesa Alcoutim, mantiene su tradicional encanto de calles blancas y tejados rojos

Sanlúcar de Guadiana, encaramado en la ribera del Guadiana frente a la portuguesa Alcoutim, mantiene su tradicional encanto de calles blancas y tejados rojos

I.G.

Al sur de El Granado está Sanlúcar de Guadiana, que se asoma al Guadiana y a Portugal. Sanlúcar de Guadiana es pequeña, con unos 400 vecinos, pero influyente por su estratégica ubicación, casi a tiro de piedra de Portugal.

Aquí se asentaron los árabes bajo el reino de Taifa de Niebla, hasta que en el siglo XIII la conquistó Sancho II de Portugal, y empezaron los conflictos bélicos entre portugueses y españoles por la posesión de esta frontera natural entre ambos países. Era un paso obligado de rutas comerciales, donde en el siglo XIX se exportaba madera, plomo, jabón, aguardiente, azúcar, arroz y otras mercancías muy valiosas en aquella época. Hoy el río Guadiana es un atractivo punto de encuentro de navegantes que llegan de todos los mares del mundo para navegar juntos en los difíciles tramos del Atlántico Norte.

Lee también

Parque Minero de Riotinto, el primer destino de turismo industrial de España

EFEHuelva
Horizontal

En Sanlúcar de Guadiana hay que subir al castillo de San Marcos para disfrutar de la mejor panorámica de la villa, de sus pulcras casas que, salpicadas por la colina, bajan hasta el río y se reflejan en sus aguas. Cerca del castillo está la plataforma de la primera tirolina transfronteriza del mundo, original porque une España y Portugal. Con unos 720 metros de longitud, es la más larga de España y la única que une dos países.

La mina de Tharsis, un filón de historia

En Tharsis pueden admirarse los restos del entramado industrial británico del siglo XIX como los malacates oxidados, túneles subterráneos, un silo metálico de 1960 y escombreras de pirita

Las famosas “cortas” de Tharsis, enormes canteras a cielo abierto, han dejado huellas impactantes 

Irene González

De Sanlúcar de Guadiana hay que volver al centro de la comarca, al corazón de la tierra, para viajar en el tiempo en la mina de Tharsis. Ya en la Biblia la llamaban sierra Tarse, y por aquí pasaron fenicios, cartagineses, árabes, romanos y germanos, hasta que en 1849 Ernesto Deligny comenzó a extraer cobre y sentó las bases de la minería moderna.

Los filones a cielo abierto de Tharsis son bermellones, una tierra tan escarlata que parece un paisaje lunar, donde se combinan los colores azufrados, cobres, verdes y rojos. Esta mina de pirita es una de las más importantes del mundo y, junto a ella, se creó Pueblo Nuevo. En este territorio minero se construyó la mansión del director de la mina, las oficinas, la Casa de Huéspedes, los barracones para los trabajadores y hasta pistas de tenis. Es llamativo el cementerio de los Ingleses, donde descansan familiares de directivos de la The Tharsis Sulphur & Copper Company Limited, y donde resulta chocante leer en las lápidas apellidos como Gordon, Crossman o Gray.

En Tharsis pueden admirarse los restos del entramado industrial británico del siglo XIX como los malacates oxidados, túneles subterráneos, un silo metálico de 1960 y escombreras de pirita

En Tharsis pueden admirarse los restos del entramado industrial británico del siglo XIX como los malacates oxidados, túneles subterráneos, un silo metálico de 1960 y escombreras de pirita

Irene González

Gran parte de la historia de la explotación se encuentra en el Museo Minero de Tharsis, el antiguo hospital de la compañía británica. Posee un archivo de incalculable valor histórico, porque en los Libros de Administración se anotaban al detalle los gastos de las oficinas de Glasgow, de la policía, de la limpieza, de la botica, del mantenimiento de caballerías, de la plantación de árboles, también los gastos que generaban las huelgas y, por supuesto, los costes e ingresos del negocio. Es la historia viva de aquella época. También hay una locomotora del siglo XIX y vagones de pasajeros, diferenciados por su clase social. 

En los alrededores de Tharsis está la impresionante Galería de la Sabina, con sus sorprendentes paredes teñidas de azul por el sulfato de cobre y, sobre todo, por la galería paralela que hace siglos horadaron los romanos en busca del preciado mineral.

Sanlúcar de Guadiana, encaramado en la ribera del Guadiana frente a la portuguesa Alcoutim, mantiene su tradicional encanto de calles blancas y tejados rojos

La tirolina transfronteriza de Sanlúcar de Guadina es una de las pocas que permite volar desde España a Portugal, ganando una hora al cruzar la línea horaria en apenas unos minutos. 

Irene González
Etiquetas
Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...