La entrada en la cueva Phraya Nakhon es teatral, auténticamente dramática. Penetrando por una pequeña abertura más en la oscuridad que en la penumbra, hay que descender por un lecho rocoso hasta llegar al vestíbulo de una gran cavidad. Allí, se espera encontrar el habitual espectáculo natural de estalactitas y estalagmitas alimentándose al ritmo milenario que marcan las gotitas de agua que se desprenden de la superficie. Y eso es lo que se contempla, en primera instancia.
Hay que fijarse, sin embargo, en la inesperada edificación que hay al fondo de la segunda caverna, situada sobre un montículo de arena de aspecto ceniciento. Se trata de un sencillo –y pequeño– pabellón de madera construido según los cánones de la arquitectura tradicional de Tailandia.
En esta segunda sala, del techo de la cueva Phraya Nakhon se han desprendido dos grandes pedazos de roca, originando sendos lucernarios naturales y provocando, además, que árboles y plantas cuyas semillas han rodado hasta el fondo se hayan afincado allí. Así, la escena es la de un pabellón dorado con tejado azul y cortinajes rosa iluminado por los rayos que se cuelan oblicuamente por las citadas aberturas. Acompañado de un jardincito natural.
El lugar parece el escenario inventado por un guionista cinematográfico. Pero es real. Las leyendas no se ponen de acuerdo sobre si fue un gobernante local que se refugiaba de una tormenta marina en el siglo XVIII o un aristócrata de la región durante un distraído paseo cien años antes quien descubrió el enclave. Ambos se llamaban Nakhon, lo que simplificó el bautizo de la caverna.
En el año 1890 el rey Chulalongkorn, conocido como Rama V, visitó la cueva y quedó tan prendado de ella que mandó que se construyera un pabellón de madera que sirviera de colofón de peregrinación al enclave. Los mejores artesanos de Bangkok se encargaron de fabricar las piezas, que se trasladaron por tracción animal y se ensamblaron allí mismo.
Cueva localizada en Tailandia en el parque nacional Khao Sam Roi Yot
Desde hace casi siglo y medio que la edificación espera a quien se aventura en el lugar (aunque ahora haya un disuasorio cordón que marca la prohibición de penetrar en él). Desde entonces, dos monarcas tailandeses más han visitado la cavidad, dejando unos cuestionables grafitis en la roca como prueba de ello.
El emplazamiento exacto del pabellón, llamado Khuha Kharuehat, reclamó que se creara el montículo de arena para así colocarlo encima y conseguir el precioso efecto de la luz del sol incidiendo sobre él. El fenómeno se produce entre las 10.30 y las 11.30 de la mañana.
Es el mejor momento para llegar. El resto del día, aunque la cueva está abierta al público, el pabellón queda en sombras y se pierde el efecto cromático de la vegetación al trasluz y Khuha Kharuehat envuelto en una neblina dorada.
De encontrarse en un lugar más accesible, la cueva Pharaya Nakhon seguramente ya habría sido invadida por enjambres de visitantes. Sin embargo, al hallarse en el remoto parque nacional Khao Sam Roi Yot (a 250 kilómetros de Bangkok), el ambiente es tranquilo.
Cómo llegar
Para llegar a la cueva Phraya Nakhon hay que alcanzar la aldea pesquera de Bang Pu, donde se paga el ticket de entrada. A partir de ahí, hay que abordar un sendero forestal, bien señalizado e incluso empedrado en algunos sectores, que conduce a la entrada de la caverna en un par de kilómetros.
La ciudad más cercana es Hua Hin, a una hora en coche. No hay transporte público hasta Bang Pu, el sistema más recomendable es acordar una tarifa cerrada con un taxista que lleve al enclave, espere y haga el camino de regreso.


