Pilar Guerrero, veterinaria: “Los gatos no avisan cuando están estresados, pero lo acumulan sin dar señales”

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Aunque parezcan tranquilos, los gatos pueden estar acumulando estrés sin mostrar señales evidentes

Pilar Guerrero, veterinaria: “Si tu gato se queda solo cuando te vas a trabajar, y cuando llegas, te reclama, debes tener algo en cuenta”

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Pilar Guerrero, veterinaria: “Los gatos no avisan cuando están estresados, pero lo acumulan sin dar señales”

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Muchos tutores de gatos creen que su compañero está bien simplemente porque no se queja y no presenta signos de enfermedad. Sin embargo, este aparente equilibrio puede esconder un alto nivel de estrés no verbalizado. La veterinaria Pilar Guerrero, en este sentido, advierte que el bienestar de los gatos suele deteriorarse en silencio.

Mientras otras especies muestran síntomas tempranos, los felinos tienden a reprimir sus emociones, y cuando los signos se hacen evidentes, en realidad ya han pasado por varias etapas de malestar que pudieron haberse prevenido. “Con los gatos parece que todo está bien... hasta que no lo está”, empieza señalando la experta.

Las señales tardías: cuando ya es evidente

Prevención y observación

Como decimos, en una de sus últimas publicaciones, Guerrero lanza una advertencia clara y directa: los gatos no avisan cuando están estresados, pero lo acumulan sin dar señales tempranas. Y cuando las primeras pistas aparecen, muchas veces ya es tarde.

“Un gato no va a venir a decirte que no está cómodo donde está su comedero. No te lo va a decir, pero realmente sí que lo piensa”, explica la veterinaria. “Los gatos callan mucho. No hay señales de estrés tempranas. Lo van acumulando todo en silencio, hasta que un día explota en forma de síntomas que ya no puedes ignorar”, añade.

Según Guerrero, muchos libros de veterinaria todavía ponen el foco en indicadores demasiado tardíos para quienes conviven con gatos, como orinar fuera del arenero, agresividad o lamido excesivo hasta provocar calvas. “Claro que eso son señales de estrés, ¡pero son muy tardías!”, critica con tono irónico.

En su experiencia, las señales sutiles y cruciales comienzan mucho antes, aunque suelen pasar desapercibidas. Entre ellas menciona:

  • Maullidos constantes o inusuales
  • Mordiscos suaves o fuera de lugar
  • Peleas repentinas con otros gatos de la casa
  • Cambios en la forma de comer (ansiedad o falta de apetito)
  • Comportamientos que hacen pensar: “No es el mismo de antes”
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“El problema es que del paso 1 al 10 no hay nada. Silencio. Y del 10 al 20 aparecen pequeños signos que, si no sabes leer, se escapan. Cuando llegan las señales clásicas, ya vamos por el paso 20”, remarca.

Guerrero insiste en que su mensaje no busca generar culpa, sino ofrecer comprensión: “Esto no es para que te sientas culpable, esto es para que entiendas de verdad cómo funcionan ellos”. Y subraya la importancia de contar con información profesional y especializada, más allá de lo que pueda encontrarse en artículos generales de internet.

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