Un juguete tan habitual como una pelota de tenis puede convertirse en un riesgo serio para los perros. Aunque es uno de los objetos preferidos para jugar, la textura abrasiva de la superficie desgasta los dientes y, lo más peligroso, su tamaño hace que pueda quedarse atascada en la garganta.
Este tipo de accidentes son más frecuentes de lo que parece y en cuestión de segundos un juego inocente puede derivar en una emergencia que requiere intervención rápida. El simple hecho de que algo tan común pueda poner en apuros a un animal refleja hasta qué punto conviene tener precaución en situaciones que parecen inofensivas.
No podía respirar
Una auxiliar veterinaria logra salvar a un perro que se atragantó con una pelota
En un caso reciente, un dóberman sufrió precisamente esa complicación cuando una pelota se le quedó encajada en la tráquea. El animal no podía respirar con normalidad y la urgencia era evidente. Allí entró en acción una auxiliar veterinaria, que recurrió a toda su pericia para intentar liberar la vía del perro.
Las imágenes grabadas muestran cómo la especialista primero intenta desplazar la pelota aplicando masajes en la garganta. La presión hace visible la forma redonda del objeto, encajado en el interior del cuello. La maniobra no fue sencilla, pero permitió ganar segundos cruciales mientras se evaluaba el siguiente paso.
Finalmente, la trabajadora optó por empujar con firmeza sobre el bulto hasta conseguir que la pelota saliera de golpe hacia la boca del animal. La tensión fue máxima hasta ese instante, aunque el alivio resultó inmediato al comprobar que el perro podía respirar de nuevo sin obstáculos.
El vídeo, difundido en redes, generó multitud de comentarios que reflejaban tanto la angustia de la situación como la admiración hacia la reacción de la auxiliar. Un usuario señaló: “El alivio en su cara cuando se levanta”. Otro apuntó: “Ese pobre está agotado”. También hubo quien remarcó la vocación de la profesional al decir: “Se nota cuando alguien está hecho para urgencias”.
Entre las reacciones destacó una observación que ponía el foco en la comparación con los humanos: “Os leo hablando de que los perros se meten cualquier cosa en la boca y de cómo llegó a pasar, pero recordemos que hay personas que acaban en urgencias con bombillas en la boca. No somos tan distintos”.
El resultado fue un perro fuera de peligro y una advertencia clara para cualquiera que piense que una pelota siempre es un juego seguro. Porque en este caso, la diferencia entre un susto y una tragedia fue cuestión de segundos y de reflejos.