“La gata empezó a perseguir al gato de forma agresiva, como si se hubiera vuelto loca; no nos lo podíamos creer, eran inseparables”: cuando ir al veterinario rompe la armonía en casa

Cuidados

Cuando un gato sale de casa, especialmente si ha pasado por quirófano o ha estado ingresado, vuelve impregnado de olores ajenos; eso causa que los otros compañeros felinos puedan no reconocerlo y percibirlo como una amenaza

Un olor diferente es la causa de que dos gatos o más puedan desarrollar rechazo.

Un olor diferente es la causa de que dos gatos o más puedan desarrollar rechazo. 

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Rosa y Pau me escribieron preocupados una tarde de primavera. Llevaban más de cuatro años conviviendo con sus dos gatos, Croqueta y Ron, dos hermanos adoptados de una misma camada. Nunca habían tenido un problema y eran inseparables: dormían pegados, se acicalaban mutuamente, jugaban y solían estar siempre juntos. Pero todo cambió tras un ingreso veterinario.

Ron tuvo que pasar la noche en la clínica por un problema urinario. Al día siguiente, cuando Rosa lo llevó de vuelta a casa, al abrir la puerta del transportín, Croqueta no solo lo bufó con fuerza, sino que se lanzó sobre él con las garras por delante. “No podíamos creer lo que veíamos. Fue como si se hubiera vuelto loca; Ron se asustó tanto que se escondió debajo de la cama y no salió en horas”, me contaron aún con angustia en la voz.

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Lo que ocurrió entre Croqueta y Ron es algo habitual que sucede tras la vuelta a casa, especialmente después de cirugías u hospitalizaciones. Los gatos, a diferencia de nosotros, se identifican principalmente por el olor. Y cada hogar felino tiene un “aroma de grupo” que todos los gatos comparten y reconocen. Ese olor se construye a base de roce, acicalamiento, contacto con el entorno común y feromonas que se intercambian constantemente.

Cuando uno de los gatos sale de casa, especialmente si ha pasado por quirófano o ha estado ingresado, vuelve impregnado de olores ajenos (la clínica, otros animales, desinfectantes) y, además, puede venir segregando feromonas relacionadas con el estrés o el miedo. Si a esto le sumamos una actitud “extraña” como adormilada tras la anestesia, tensa o poco relajada por parte del gato recién llegado, el resultado es que los compañeros felinos del hogar pueden no reconocerlo... o percibirlo como una amenaza. Y ese desencuentro puede escalar rápidamente en forma de bufidos, persecuciones o peleas serias.

Cada hogar felino tiene un “aroma de grupo” que todos los gatos comparten y reconocen

En el caso de Croqueta y Ron, el conflicto no se resolvió solo. “Pensamos que al cabo de unas horas volverían a estar bien, pero no. Croqueta seguía persiguiendo a Ron de forma agresiva por toda la casa y Ron estaba atemorizado, fue muy triste verlos así”, me decía Pau unos días después. Tuvimos que intervenir con pautas muy concretas de reintroducción progresiva para restaurar la confianza y restablecer el vínculo perdido.

Para prevenir este tipo de situaciones, lo ideal sería llevar a todos los gatos juntos al veterinario para que ninguno pierda ese olor común. Pero esta no siempre es la mejor opción: meter a varios gatos en transportines, hacerlos pasar por el viaje, la sala de espera, el examen clínico… puede ser una fuente de estrés innecesario para animales que no lo necesitan.

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En la mayoría de casos, prefiero recomendar otra estrategia, mucho más sencilla y respetuosa con su bienestar. Cuando llegues a casa con el gato que ha ido al veterinario, no abras el transportín enseguida. Mételo directamente en una habitación aparte, tranquila, donde pueda relajarse y recuperar poco a poco su olor grupal. Allí debe tener comida, agua, arenero y una mantita familiar y usada (con su olor y el de los demás gatos del hogar).

Déjalo allí unas horas o incluso todo el día, dependiendo de cómo los veas. Durante ese tiempo, observa su comportamiento y el comportamiento del resto de gatos. Si los ves nerviosos, temerosos, o se producen bufidos a través de la puerta, necesitarán más tiempo. Aprovecha también para hacer intercambios de olor: frota mantitas por las mejillas de los gatos que se han quedado en casa y llévalas a la habitación del gato aislado, y viceversa. Si disfrutan del cepillado, cepíllalos con el mismo cepillo. Todo esto contribuye a recrear ese olor común tan importante para la convivencia.

Cuando llegues a casa con el gato que ha ido al veterinario, no abras el transportín enseguida; mételo en una habitación aparte donde pueda recuperar su olor grupal

Pasado ese periodo, abre la puerta con precaución y estate cerca para supervisar el primer reencuentro. Ofréceles a todos snacks para crear un ambiente relajado y positivo. Y, sobre todo, observa bien su lenguaje corporal: orejas hacia atrás, cola erizada o cuerpo rígido son señales de que conviene dar un paso atrás y seguir con la reintroducción gradual.

También es fundamental lavar bien el transportín antes de guardarlo. Puede parecer un detalle menor, pero las feromonas del miedo pueden quedar impregnadas y generar miedo y estrés en futuras salidas.

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Los gatos son animales muy sensibles a los cambios, y aunque a veces nos parezca que “todo estaba bien y de repente dejaron de llevarse”, muchas veces hay detonantes claros que lo explican. Como en el caso de Ron y Croqueta, una simple noche fuera de casa puede desencadenar un conflicto que, si no se gestiona bien, se puede complicar.

Afortunadamente, con paciencia y pautas adecuadas, estos vínculos pueden recuperarse. Hoy, Ron y Croqueta han vuelto a dormir enroscados en la misma manta. “No sabes lo felices que nos hace verlos así de nuevo, y aprendimos la lección; ahora cada vez que uno va al veterinario, lo hacemos todo con mucho más cuidado”, me escribieron hace poco Rosa y Pau. Porque a veces, pequeños gestos marcan una gran diferencia. Y entender cómo perciben el mundo nuestros gatos es el primer paso para ofrecerles la convivencia que merecen.

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