“A largo plazo, el estrés se puede cronificar y afectar a la salud física del animal; la creencia de que el perro ya se acostumbrará sin acompañamiento puede agravar el problema”, explica Juan Carlos Castilla, adiestrador canino y fundador de NobleCan, centro de adiestramiento en Madrid. Y es que uno de los errores más frecuentes que cometen los tutores es creer que, delante de un cambio de conducta o comportamiento, la solución es dejar pasar el tiempo. Pero nada más lejos de la realidad.
La ansiedad por separación es un trastorno que afecta tanto a los perros como a sus tutores y que genera frustración, culpa y una convivencia difícil. Aparece cuando un animal se queda solo o separado de su figura de apego. “No es simplemente que el perro extrañe a su tutor, sino que entra en un estado de estrés elevado que puede afectar su bienestar físico, emocional, y al entorno doméstico”, matiza Castilla. En ese sentido, según el experto, tampoco es exclusivo de perros jóvenes, sino que puede desarrollarse en canes adultos tras un cambio brusco en su rutina, como una mudanza o la llegada de un bebé.
Los signos más comunes para saber que nuestro perro está sufriendo ansiedad por separación suelen ser los ladridos o aullidos excesivos, así como conductas destructivas, defecaciones dentro de casa, intentos de escape e incluso autolesiones. “También pueden presentar síntomas fisiológicos como salivación excesiva, jadeo constante o falta de apetito”, explica Castilla. En una entrevista en Peludos explicaba qué hay que hacer para evitar que nuestro perro sufra ansiedad por separación, y daba algunas ideas claves útiles para su prevención.
1.
Practica ausencias progresivas con naturalidad
Una de las estrategias clave para que tu perro aprenda a estar solo sin ansiedad es trabajar las separaciones de forma gradual y controlada. No se trata de dejarlo de golpe varias horas solo en casa, sino de exponerlo poco a poco a momentos de soledad: empieza saliendo de la habitación unos segundos, luego unos minutos, y ve aumentando el tiempo según su tolerancia. Las salidas y regresos deben hacerse sin dramatismos, con calma, para no reforzar el momento como algo emocionalmente intenso. Esta técnica permite que el perro entienda que tu ausencia “no es una amenaza ni un abandono, sino algo transitorio y seguro”, como explica el director y fundador de NobleCan. Trabajar esta autonomía progresiva refuerza la confianza del perro y ayuda a reducir su nivel de alerta, favoreciendo su equilibrio emocional y su salud general.
Historias animales
‘Peludos en la ciudad’
En La Vanguardia queremos recoger tu historia con tu mascota en la ciudad. ¿Te has encontrado con dificultades a la hora de desarrollar tu día a día con tu animal en la urbe? ¿Has tenido que migrar de tu hogar y tu perro o gato te ha ayudado a adaptarte? ¿Eres artista callejero o practicas yoga y junto a tu compañero peludo formáis un tándem irrompible? Nos puedes hacer llegar tu experiencia a [email protected].
2.
2. Fomenta la autonomía emocional desde el primer día
Enseñar a tu perro a estar tranquilo sin contacto constante es esencial para prevenir la ansiedad por separación. Esto implica no reforzar conductas de dependencia excesiva, como recompensarlo cuando llora al verte alejarte. En cambio, anímalo a jugar solo, explorar su entorno o descansar en su cama sin estar encima de ti. “Si el perro nunca se queda solo, ni unos minutos, y siempre recibe atención inmediata cuando la demanda, se genera una dependencia emocional que impide al perro desarrollar herramientas internas de calma”, advierte Juan Carlos Castilla. Crear un espacio seguro y rutinas donde el perro se sienta cómodo por sí mismo es la base para formar un vínculo sano, no basado en la necesidad constante, sino en la seguridad emocional.
3.
Enriquece su entorno cuando no estés
Muchos perros desarrollan ansiedad por separación no solo por apego, sino también por aburrimiento y falta de estimulación mental. Para evitarlo, es clave enriquecer su entorno con elementos que lo mantengan ocupado y transformen la soledad en una experiencia positiva. Puedes usar juguetes tipo Kong rellenos de comida, alfombrillas de olfato, mordedores, puzzles interactivos e incluso música relajante. Según Castilla, “estos recursos no sustituyen el trabajo emocional, pero son un complemento excelente para reducir el estrés”. Introduce estos elementos cuando estés en casa para que el perro los asocie con momentos seguros, y luego incorpóralos como parte de la rutina antes de salir. Así reducirás el estrés y favorecerás su bienestar mental.

Los perros que sufren ansiedad por separación pueden presentar cambios de conducta.
4.
Mantén rutinas estables y predecibles
La estructura y la previsibilidad son claves para el equilibrio emocional del perro. Establecer horarios fijos para paseos, comidas, juegos y descanso permite que el animal sepa qué esperar en su día a día, lo que reduce la incertidumbre y el estrés. “Los perros son animales de costumbres; la rutina les ofrece estructura, seguridad y previsibilidad”, señala Castilla. Por eso, los cambios bruscos —como el regreso al trabajo tras vacaciones— pueden generar un fuerte impacto emocional si no se anticipan. Para evitar retrocesos, adapta gradualmente los cambios y mantén su rutina lo más estable posible, incluso cuando esté al cuidado de otra persona. Esta previsibilidad fortalece su resiliencia y lo prepara mejor para gestionar la soledad sin ansiedad.
5.
Evita reforzar involuntariamente la ansiedad
Muchos tutores, sin saberlo, refuerzan la ansiedad del perro a través de despedidas emocionales o saludos exagerados, y al reaccionar con enfado al volver a casa y encontrar desorden o destrozos. Según Juan Carlos Castilla, “hay que evitar las despedidas cargadas de emoción; un ‘hasta luego’ breve y tranquilo le transmite al perro que todo está bien”. En lugar de castigar o dramatizar, haz que la separación sea un momento neutro: sal de casa con tranquilidad, regresa sin exagerar, y refuerza solo cuando el perro esté calmado. Así, tu compañero aprenderá que tu ausencia no implica peligro ni abandono, y desarrollará un mayor control emocional. La clave está en comunicarle, con calma y coherencia, que puede estar bien sin ti… y que tú siempre vuelves.