“Muchos perros no toleran la lactosa, les causa inflamación, pero el yogur natural fermentado o el kéfir son seguros”: cómo cocinar para tus mascotas sin ponerlas en riesgo y dándoles bienestar
Alimentación
Uno de los errores más comunes, cuenta Claudia Cañellas, es alimentar al perro con sobras humanas sin saber que algunos ingredientes como el ajo, la cebolla o las uvas pueden ser tóxicos
Claudia Cañellas
En los últimos años, muchas personas han comenzado a cuestionar la calidad y procedencia del pienso comercial, preguntándose si realmente cubre todas las necesidades nutricionales de sus perros. Esta inquietud ha impulsado una tendencia que va mucho más allá de una simple moda: la de cocinar en casa para las mascotas, apostando por una alimentación más natural, fresca y personalizada.
Cada vez más tutores buscan ofrecer a sus compañeros de cuatro patas comidas elaboradas con ingredientes reales, sin conservantes ni aditivos, con la esperanza de mejorar su salud, energía y longevidad. Sin embargo, esta práctica, aunque bien intencionada, requiere ciertos conocimientos para evitar desequilibrios nutricionales o errores comunes que pueden perjudicar al animal. Para profundizar en esta tendencia y entender cómo hacerlo de manera correcta y segura, hablamos con Claudia Cañellas, experta y divulgadora en nutrición.
Les damos lo que comemos nosotros, sin saber que algunos ingredientes como el ajo, la cebolla o las uvas pueden ser tóxicos
“El pienso es un alimento súper ultraprocesado, extrusionado a temperaturas altísimas, lo que destruye gran parte de los nutrientes esenciales. Las carnes suelen ser de muy muy mala calidad, depende un poco de las marcas, pero no son recomendables”, advierte la fundadora de Patitas & Co. Además, las proteínas que contiene suelen proceder de materias primas de muy baja calidad: “En muchos casos ni siquiera son carnes reales, sino harinas hechas con los restos del animal que no son aptos para el consumo humano”. Este tipo de alimentación, señala, puede derivar en inflamaciones crónicas o problemas renales. “Estamos viendo muchísimos perros con inflamación constante y comiendo proteínas de pésima calidad”.
Dieta cocinada para perros
La comida casera, bien planteada, puede ser una opción excelente. Pero también puede ser peligrosa si se hace sin conocimiento. “Hay gente que se limita a dar arroz con pollo todos los días, y eso está tremendamente desequilibrado”, señala Cañellas. El principal riesgo es la falta de minerales esenciales, especialmente el calcio. En dietas cocidas no se pueden incluir huesos, y muchas personas simplemente no los reemplazan.
Una solución sencilla es el uso de correctores: mezclas de vitaminas, minerales y oligoelementos en polvo que aseguran un equilibrio nutricional. “No son estrictamente necesarios si sabes lo que haces, pero a largo plazo son muy recomendables. Yo siempre los incluyo en los menús que formulo. Además, un fallo que comete mucha gente es no añadir vísceras, y son grandes aportadores de vitaminas”. Sin embargo, hay que tener en cuenta que no todos los perros tienen las mismas necesidades nutricionales. “Los cachorros necesitan niveles más altos de calcio y otros minerales. Por eso los correctores vienen en versiones específicas para cachorros y adultos”, explica.
El pienso es un alimento súper ultraprocesado, extrusionado a temperaturas altísimas, lo que destruye gran parte de los nutrientes esenciales
En perros senior, los ajustes van más por el lado energético: “Reducimos un poco la proteína y las calorías totales, porque su nivel de actividad suele ser más bajo. Pero nunca hay que quedarse cortos de proteína, o se acelera la sarcopenia, que es la pérdida de masa muscular, algo gravísimo en perros mayores”.
Historias animales
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Uno de los errores más comunes, cuenta Cañellas, es alimentar al perro con sobras humanas. “Les damos lo que comemos nosotros, sin saber que algunos ingredientes como el ajo, la cebolla o las uvas pueden ser tóxicos. O les damos platos cocinados con aceite, sal o condimentos que no deberían consumir”. También se omiten vísceras, una fuente esencial de vitaminas. “El hígado, por ejemplo, es muy rico en nutrientes, pero debe usarse con moderación: no más del 5–7% del total de la dieta”. Otro error frecuente es no aportar calcio. Si no se usa un corrector, recomienda una alternativa casera: “La cáscara de huevo molida es una opción excelente, siempre que esté bien lavada y triturada”.
En cuanto al pescado —especialmente en el caso de los gatos—, Cañellas señala que no debe ser la base de su dieta, ya que algunas especies, como el atún, pueden acumular metales pesados que a largo plazo resultan perjudiciales. “Es preferible optar por pescados más pequeños y ofrecerlos solo de forma ocasional”, recomienda. Además, el pescado, aunque es una buena fuente de proteínas y ácidos grasos, no aporta todos los nutrientes esenciales que los gatos necesitan, como la taurina, presente sobre todo en las carnes. Por eso, insiste en mantener una dieta variada y equilibrada, en la que el pescado sea un complemento puntual y no el ingrediente principal.
Para los gatos es preferible optar por pescados más pequeños y ofrecerlos solo de forma ocasional
Entre los vegetales más recomendables, Cañellas destaca la calabaza y la zanahoria cocida, que “ayudan mucho al tracto digestivo y a la microbiota”. También el brócoli y el calabacín pueden formar parte del menú. En cambio, las legumbres deben usarse con moderación: “Contienen antinutrientes que interfieren en la absorción de minerales, así que mejor darlas solo ocasionalmente”.
Las frutas también deben seleccionarse con cuidado. “Las uvas y las pasas son extremadamente tóxicas y pueden causar un fallo renal con una sola ingesta”. Lo mismo sucede con el chocolate: “No es por el azúcar, sino por la teobromina, un compuesto del cacao que es muy tóxico para perros y gatos”.
Aunque los huevos son una excelente fuente de proteína y pueden incluirse sin problema, los lácteos deben evitarse. “Muchos perros no toleran la lactosa y les causa inflamación”, explica. Pero hay excepciones: “El yogur natural fermentado o el kéfir son más seguros, porque la lactosa se transforma en ácido láctico durante la fermentación. Y además ayudan a la microbiota”.
La comida casera puede cocinarse en grandes cantidades y congelarse sin problema. Eso sí, advierte que la descongelación debe hacerse de forma segura. “Nada de dejarlo sobre la encimera. Debe descongelarse en la nevera para evitar la proliferación de bacterias”. También recomienda usar técnicas de cocción que preserven los nutrientes: “Lo mejor es cocinar al vapor, no hervir, porque muchas vitaminas hidrosolubles se pierden en el agua”.
Como resume Claudia Cañellas: “Es un error pensar que la comida casera no puede cubrir todas las necesidades
Para quien quiera iniciarse en la cocina canina, Claudia recomienda adquirir una slow cooker o vaporera y empezar por recetas sencillas, con rotación de proteínas y vegetales. “La variedad es importante para evitar intolerancias alimentarias, que a menudo se desarrollan por comer lo mismo cada día, como pasa con el pienso”.
Además, recalca que si el perro va a alimentarse exclusivamente con dieta casera, es fundamental consultar a un veterinario nutricionista. “Hay muchas recetas buenas en redes, pero si el perro tiene una patología, la dieta debe adaptarse a sus análisis clínicos. Incluso si tienes pensado darle un alimento concreto a largo plazo, por la razón que sea, también es recomendable consultar con un especialista la mejor manera de hacerlo”.
Cocinar para nuestros perros no es solo una tendencia; puede ser una de las mejores decisiones para su salud y bienestar. Pero, como en todo, requiere planificación y asesoramiento profesional. Como resume Claudia Cañellas: “Es un error pensar que la comida casera no puede cubrir todas las necesidades. Claro que puede. Lo único que necesita es estar bien planteada”. Invertir tiempo en entender qué necesita cada animal es una manera práctica y responsable de garantizar su bienestar a largo plazo.