Pablo de la Chica, productor de cine: “A través de una cámara oculta, una activista descubrió la experimentación indiscriminada de animales para fines científicos y superaba cualquier expectativa”
Sociedad
El cineasta estrena el próximo viernes ‘Infiltrada en el búnker’ (Prime Video), un documental que ahonda en las malas praxis y la experimentación con animales en un laboratorio, a partir de la infiltración de una activista durante más de un año
El director estrena el documental Infiltrada en el búnker en Prime Video.
Pablo de la Chica tiene 39 años, vive en Madrid y es director de cine. El próximo viernes estrena a nivel internacional el film documental Infiltrada en el búnker (Prime Video), una película que va a generar un alto impacto social, una historia terriblemente real vinculada al maltrato animal en unos laboratorios farmacéuticos. Su mirada social suscita siempre debate y controversia. Y su nuevo proyecto va a dar mucho de qué hablar en estos próximos meses.
“Soy una persona inquieta y, a menudo, incluso diría que bastante inadaptada al mundo en el que nos ha tocado vivir. Me gusta poner el foco en historias de impacto social que tengan que ver con los derechos humanos. Mi trabajo es cine social, de denuncia”, explica. De hecho, algunas de sus películas más destacadas son The other kids, su primer largometraje documental, una historia de supervivencia y futbol, y Mama, ganadora del Goya a mejor cortometraje documental por poner el foco en un santuario de chimpancés que necesitan curar sus heridas de guerra.
“Mi padre no nos dejaba tener perro en casa. Eran seis hermanos, una familia muy numerosa, así que en cuanto tuve la oportunidad adopté un galgo al que llamé Aquilus, que sigue a mi lado desde hace ya más de nueve años. Para mí es un verdadero pilar a nivel emocional, me ha ayudado mucho. Cada día me transmite paz y serenidad. Siempre digo que yo no adopté a Aquilus… Fue él el que me adoptó mi”.
De ahí su pasión por los animales, que le ha llevado a adentrarse en una temática tan controvertida como cruel. Y es que en Infiltrada en el búnker cuenta la historia de Carlota Saorsa (nombre ficticio), una mujer que lo sacrificó todo por mostrar al mundo la cruda realidad vivida durante dos años dentro de un laboratorio de experimentación animal.
La activista del documental es testigo protegido, estuvo infiltrada 18 meses y logró entregar sus informes a la Guardia Civil
“Es un thriller documental, y relata la mayor infiltración en la historia, hasta hoy, en un laboratorio farmacéutico por parte de una activista, una mujer increíble”, cuenta el cineasta. “Se la conoce con un sobrenombre porque es testigo protegido, estuvo infiltrada 18 largos meses y al final de todo su periplo logró entregar sus informes a la Guardia Civil. Descubrieron lo que nadie quería ver, pero existe en algunos laboratorios, a través de su cámara oculta: ella ha sido capaz de mostrar la verdad que se esconde, ese maltrato animal, esas malas praxis, la utilización indiscriminada de animales para supuestos fines científicos… Cuando en realidad se ha comprobado que muchos de esos estudios no pasaron a una fase dos”.
En ese sentido, Pablo documenta una serie de infracciones que están tipificadas en el código penal y que se refieren específicamente al maltrato animal. “En el film queda demostrado que todo aquello no ocurre de manera aislada, sino más bien de manera sistemática y reiterada, en múltiples ocasiones. Son 18 meses de infiltración, documentando milimétricamente todo lo que está ocurriendo en cada momento”, afirma.
Un fotograma del documental Infiltrada en el búnker.
Y sigue: “Ella es una activista pro derechos de los animales, y es fundamental que sea independiente y autónoma, y que tenga una buena formación veterinaria. Llegó a pasar unas pruebas muy estrictas para que la acabaran contratando en el laboratorio, aquello casi fue como si la hubieran fichado para entrar en la Nasa, en esa magnitud de rigor y exigencia”. Tanto es así que la película demuestra que los laboratorios farmacéuticos actuales son verdaderos búnkeres, territorios inaccesibles. Algo que ocurre aquí, en España, en Europa y también a nivel internacional.
“Ella sabía perfectamente que iba a presenciar imágenes de gran impacto y violencia, pero la realidad empírica de lo que observó y registró superó con creces cualquier expectativa previa. Nuestro objetivo, a nivel de equipo, y mío en concreto, como director, ha sido que el documental vaya dirigido a un público generalista; por lo tanto, hemos seleccionado muy bien qué imágenes mostrábamos y no hemos incluido imágenes de violencia extrema, sino que hemos buscado la mejor manera de que sea un film que puedan ver todos los públicos”, añade De la Chica.
Relata la mayor infiltración en la historia, hasta hoy, en un laboratorio farmacéutico por parte de una activista
Como cineasta, está convencido de que es innecesario mostrar imágenes de extrema violencia para poder contar una historia como esta. “Eso sí, esas imágenes que no aparecen en la película las llevo y las llevaré muy dentro de mí, y lo cierto es que producen un malestar realmente terrible”. Y si algo quiere dejar muy claro Pablo es que su documental no da respuestas, ni mensajes concretos: lo que genera son muchísimas preguntas.
“El espectador verá a esos animales maltratados y entenderá cuál es el valor de esa infiltración, y podrá valorar por sí mismo cuál es el sentido de este documental, de este testimonio; cada uno va a sacar sus propias opiniones y va a generar sus juicios de valor, nosotros lo documentamos y lo mostramos”.
Ante la cuestión de que muchos espectadores puedan acabar el visionado con la pregunta de cómo es posible todo lo que ahí se explica, el director apunta: “Es una reacción lógica ante tanto horror, se trata del hecho de no poder entender que se está viendo; a casi todos nos parece imposible que en el año 2025, en pleno siglo XXI, pasen estas cosas, pero así es. Están ahí y hay que mostrarlas, sentimos una profunda indignación por todo lo que hemos visto y entiendo que los espectadores, a nivel mundial, cuando vean el film, manifiesten su propia indignación; ¡nadie dará crédito a sus ojos cuando lo vea!”.