Los retos de apagar incendios de coches eléctricos en parkings subterráneos: “El fuego del vehículo quemado suele reavivarse”
Jornada de expertos
Los Bomberos consideran que los rociadores automáticos para sofocar incendios en aparcamientos subterráneos son una medida efectiva para proteger vidas, vehículos y la estructura del edificio
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Dos coches calcinados por el fuego en el interior de un aparcamiento subterráneo

Uno de los mantras asociados al vehículo eléctrico es que no contamina y que se incendia con facilidad. Ambas afirmaciones son falsas. Si, por un lado, los coches eléctricos también generan partículas contaminantes a través del desgaste de los frenos y los neumáticos, por otro, no son más propensos a arder que otros equipados con motores tradicionales. Lo que sí es cierto es que las baterías de litio pueden reavivarse después de un incendio y liberar gases tóxicos, lo que complica la extinción y exige medidas específicas de seguridad.
Estas situaciones resultan especialmente comprometedoras en aparcamientos subterráneos, donde la acumulación de humo y el aumento de temperatura dificultan enormemente la evacuación y la intervención de los bomberos. De hecho, algunos aparcamientos ya han decidido prohibir la entrada de vehículos eléctricos, como medida preventiva frente a posibles incendios.

Fue precisamente en este contexto que el Col.legi d’Enginyers Industrials de Catalunya acogió una jornada sobre incendios en garajes y movilidad eléctrica, organizada por la Fundación Fuego con la colaboración del Clúster de Seguretat contra Incendis y el apoyo de diversas entidades del sector.
La Fundación Fuego, con la colaboración del Clúster de Seguretat contra Incendis, organizó una jornada sobre incendios en garajes y movilidad eléctrica
Según los ponentes, los aparcamientos subterráneos concentran los mayores riesgos. Víctor Molinet, jefe de división de los Bombers de Barcelona, explicó que el humo se acumula rápidamente y las temperaturas elevadas dificultan la localización de los vehículos en llamas. “En espacios bajo rasante, la visibilidad se pierde en segundos y las condiciones térmicas se vuelven extremas”, señaló, destacando que los sistemas de rociadores automáticos resultan fundamentales para controlar el fuego inicial y evitar su propagación.
Rociadores automáticos
Por su parte, Carles Noguera, subinespector de Bombers de la Generalitat, recordó que, en Catalunya, a partir de la planta -3 es obligatorio instalar rociadores automáticos de agua como medida de seguridad, pero subrayó que esta protección debería extenderse a todos los aparcamientos y a todos los vehículos, no solo a los eléctricos. La combinación de baterías de litio, vehículos de mayor peso y materiales plásticos hace que la velocidad de propagación del incendio sea más alta, aumentando el riesgo para las estructuras y para los edificios colindantes.

El subinspector ofreció un ejemplo práctico para ilustrar la magnitud del peligro. “Si se queman dos coches en la planta -2, con una altura de 2,20-2,50 metros, el humo llena todo desde el primer minuto, la temperatura se dispara y la visibilidad es nula. En estas condiciones, localizar un vehículo puede llevar mucho tiempo”. Por el contrario, en aparcamientos equipados con rociadores automáticos, las condiciones de visibilidad son óptimas, la temperatura se mantiene controlada y el fuego puede limitarse a un solo vehículo, evitando que se propague y afecte a toda la estructura, explicó Noguera.
Las baterías de los vehículos eléctricos pueden reavivarse tras un incendio, lo que obliga a extremar aún más las medidas de seguridad
Sin embargo, esta situación no se da únicamente en garajes subterráneos. El subinspector Nogueras explicó que en el aparcamiento del aeropuerto de Luton, en el Reino Unido, un incendio arrasó 1.400 vehículos en un espacio abierto, dejando a los bomberos prácticamente sin capacidad de respuesta. El caso ilustra la velocidad con la que se puede propagar un incendio cuando no existen medidas de protección activas.
Fuego que se reaviva
Tanto Nogueras como Molinet advirtieron sobre los riesgos específicos que plantean las baterías de litio. Estas pueden reavivarse después de un incendio, lo que obliga a retirar el vehículo cuanto antes para evitar que el fuego se propague.
“Imaginemos un coche eléctrico en una planta -3 con los neumáticos fundidos por el fuego. Si el aparcamiento carece de rampas o depende de montacoches, el ascensor podría dejar de funcionar hasta que venga el técnico a repararlo. Cada 20 o 25 minutos podemos tener problemas con ese mismo vehículo, porque el fuego suele reavivarse en este tipo de vehículos”, explicó Noguera. Asimismo, destacó que en una ocasión fue testigo como un eléctrico seguía ardiendo hasta 15 días del incendio.
Agua contaminada
Por último, los miembros de los Bomberos coincidieron en la necesidad de establecer protocolos de descontaminación y gestión del agua de extinción, siguiendo ejemplos de países europeos más avanzados. Según explicaron, el agua utilizada para apagar incendios en aparcamientos subterráneos puede contener metales pesados procedentes de las baterías de vehículos eléctricos, y los conductos de ventilación pueden retener estos contaminantes durante días.

Noguera señaló que diversos estudios recomiendan “mantener el edificio deshabitado hasta que se haya limpiado completamente todo el aparcamiento y los conductos de ventilación para eliminar la presencia de metales pesados. Estamos respirando aire contaminado. Los bajantes quedan fundidos y el humo del incendio penetra en ellos”.

