¿Son los CEOs tecnológicos los verdaderos escritores de éxito de nuestro tiempo? La supremacía de la ciencia ficción capitalista

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En torno a una pregunta del escritor Michel Nieva: “¿Será entonces la ciencia ficción una fase superior del capitalismo, la asociación más virtuosa entre empresariado, literatura y tecnología?”

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HALLE, GERMANY - JANUARY 25: Tech billionaire Elon Musk speaks live via a video transmission during the election campaign launch rally of the far-right Alternative for Germany (AfD) political party as AfD supporters wave German flags on January 25, 2025 in Halle, Germany. Musk is an outspoken supporter of the AfD and is urging German voters to cast their ballots for the party. The AfD is currently in second place in polls ahead of federal parliamentary snap elections scheduled for February 23. (Photo by Sean Gallup/Getty Images)

Elon Musk habla en directo a través de una transmisión en vivo durante el mitin de la campaña electoral del partido político Alternativa para Alemania (AfD).

Sean Gallup / Getty

Adam Neumann (WeWork) logró que la gente pagase mucha pasta para trabajar. Luis von Ahn (Duolingo) revolucionó la enseñanza de lenguas mediante una aplicación que permitía que la gente accediese a lecciones en países sin recursos. Whitney Wolfe (Bumble) transformó la cultura del dating en Internet mediante un detalle más o menos tonto: que las mujeres diesen el primer paso.

Los tres casos, por citar unos pocos, comparten rasgos comunes: uno es que su modelo de negocio nace en lo más hondo del realismo capitalista, pero al mismo tiempo tampoco puede decirse que se beneficie de ninguna desigualdad ni explote a nadie en particular; son, en general, propuestas bastante-bastante inocentes (¿despachos bonitos?, ¿aprendizaje de idiomas?, ¿ligar por Internet? Hemos visto actividades mucho más dañinas…). 

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Paralelamente, los tres casos encarnan a la perfección la materialización de una idea que le puede parecer astracanada a todo el mundo, pero luego acaba estando en manos de todo el mundo: cuando el alumbramiento ocurre, son ciencia ficción, pero cuando se consolidan, literatura realista.

En su libro Ciencia ficción capitalista (Anagrama, 2024), el escritor Michel Nieva argumenta que nos encontramos ante “la apropiación del capitalismo tecnológico del lenguaje de la ciencia ficción”. “Verne —agrega— declaró que el escritor de ciencia ficción 'escribe en papel lo que después otros esculpirán en acero', y sentó así las bases de un procedimiento creativo que concebía la escritura como un estadio preliminar a la siderurgia, el libro como vehículo transitorio, apenas un prólogo, hacia la máquina”. 

'Ciencia ficción capitalista' de Michel Nieva.

'Ciencia ficción capitalista' de Michel Nieva.

Anagrama

Nace aquí, en este cruce de caminos, una disyuntiva: ¿ha parasitado el capitalismo actual la ciencia ficción?, ¿o ya la ciencia ficción sembró las bases de nuestro mundo? “¿Será entonces la ciencia ficción —se pregunta Nieva— una fase superior del capitalismo, la asociación más virtuosa entre empresariado, literatura y tecnología?” 

Retorciendo aún más el argumento: ¿es posible que, de la misma manera que autores como Kurt Vonnegut se deslizasen a la ciencia ficción en el siglo XX para ganarse la vida, podría ser que la máxima forma literaria de nuestro tiempo hoy sea el deck a inversores —el documento que encierra la narrativa futura de una empresa y del cual depende el futuro de toda start-up—, y que los founders de nuestra época no sean más que escritores frustrados, arrinconados a la elaboración de historias que funcionen… en la vida real?

Solucionar un problema en el capitalismo, ¿es una manera de corregir el capitalismo… o de perpetuarlo ad infinitum?

Existe en la crítica cultural un consenso más o menos extendido a la hora de encadenar conceptos como Silicon Valley, Elon Musk o industria tecnológica como sinónimos-del-Mal en nuestro tiempo, en lo que, de alguna forma, bien podría considerarse toda una falacia de composición: tomar la parte por el todo. 

Granulando más el asunto: ¿hasta qué punto es posible considerar inmoral la actividad de, por ejemplo, Stripe, un fintech valorado en 91,5 mil millones de dólares y cuya actividad es proporcionar infraestructura para realizar pagos por Internet?, ¿o de Lovable, plataforma que desarrolla software por IA y que en abril de 2025 superó los 50 millones de dólares en ARR—ingresos regulares anuales—…?

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Paradójicamente, la mayoría de empresas de éxito lo son porque consiguen solucionar un problema masivo (es decir, ciencia ficción). Ahora bien: solucionar un problema en el capitalismo, ¿es una manera de corregir el capitalismo… o de perpetuarlo ad infinitum? A propósito, esta cinta-de-running-de-Moebius sobre la que cada día corremos y corremos (una cosa y su contraria son verdad) puede que haya sido el invento más logrado de nuestro sistema. De hecho, lo es.

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