En la constelación de Octans, a unos 72 años luz de la Tierra, astrónomos de la NASA detectaron un planeta gigante que ha provocado que, durante décadas, muchos físicos se queden desconcertados. El planeta cuenta con una masa de aproximadamente el doble que la de Júpiter, pero lo curioso es que orbita alrededor de una estrella que, según nuestra comprensión actual del universo, no debería permitirle existir.
El sistema donde se ha hallado este descubrimiento se llama Nu Octantis. Fue identificado inicialmente por el Anglo-Australian Planet Search en la década de los 2000, y desde entonces ha supuesto un reto para la ciencia. El desconcierto parte de que el planeta orbita en dirección contraria a la rotación de su estrella madre, un fenómeno conocido como órbita retrógrada. Este tipo de trayectoria es extremadamente rara, sobre todo en sistemas binarios donde las fuerzas gravitacionales son mucho más complejas.

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Inexplicable
La solución a 'El problema de los tres cuerpos'
En el caso de Nu Octantis b, el planeta se encuentra atrapado en una danza precaria entre una estrella subgigante naranja (Nu Octantis A) y lo que probablemente sea una enana roja o una enana blanca (Nu Octantis B). Su órbita retrógrada sugiere que no se formó en su ubicación actual, lo cual obliga a los astrónomos a pensar que pasó millones de años errando en busca de nuevas estrellas a las que adherirse.
Según un estudio publicado por el equipo liderado por R. Paul Butler y Hugh R.A. Jones, “la hipótesis más probable es que el planeta haya sido capturado o migrado desde otra parte del sistema”, pero no se descarta que pueda venir desde mucho más lejos.
Este escenario recuerda directamente al célebre Best Seller (y posterior serie de Netflix) 'El problema de los tres cuerpos'. En él se plantea uno de los grandes enigmas sin solución de la física clásica. Se trata de una situación en la que tres masas se atraen entre sí gravitacionalmente, generando movimientos imposibles de predecir a largo plazo mediante fórmulas cerradas.
Nu Octantis b es el ejemplo más claro de este debate. Desde hace al menos 3.000 millones de años, este planeta orbita establemente entre dos estrellas, como si hubiera encontrado un punto de equilibrio imposible. La anomalía ha llevado a algunos investigadores a cuestionarse si nuestras suposiciones sobre la formación de sistemas planetarios son demasiado simplistas. Queda claro que aún tenemos mucho que aprender.