Raúl Sánchez acude dos veces por semana al Institut de Salut Cerebral i Neurorehabilitació Guttmann Barcelona para caminar a través de un exoesqueleto. Hace once años que sufre una tetraplejía irreversible, con una discapacidad del 80%, a causa de una agresión que recibió durante un partido de fútbol. Pero ahora está consiguiendo dar algunos pasos a través de la tecnología.
“Un jugador del otro equipo me dio una patada en la espalda. El impacto hizo que el cuello girara hacia atrás, como el típico latigazo cervical, y caí plano al suelo”, recuerda Sánchez. El agresor fue condenado recientemente a una pena de seis años de prisión y a indemnizar a la víctima con más de 700.000 euros.
No hay dinero que supla la lesión de Sánchez, pero ahora está descubriendo una forma de, poco a poco, recuperar lo que alguna vez fue. Como parte de su terapia de mantenimiento, se pone un exoesqueleto que le sostiene en pie y que le permite, con ayuda de una fisioterapeuta, recorrer unos cien metros por todo el espacio de rehabilitación del centro.
Raúl Sánchez, durante una de sus sesiones de bipedestación.
Con el exoesqueleto estás a la altura de los demás, eres como una persona
La primera vez que se puso un exoesqueleto, Sánchez reconoce que se emocionó. “Estás a la altura de los demás, eres como una persona. Yo tengo sensibilidad y algo de movilidad en las piernas, pero esto es diferente”.
“El exoesqueleto detecta la posición y la inclinación”, explica Eva Morales, fisioterpeuta de la Guttmann. “Si el paciente no puede moverse en absoluto, lo guiamos nosotros y la máquina realiza los pasos por él. Si tiene algo de movilidad, lo que hacen los motores es suplir la fuerza que no puede hacer la musculatura”.
Múltiples ventajas
Descubriendo los beneficios del exoesqueleto
Ponerse un esqueleto artificial no resolverá ninguna lesión medular, pero lo que sí consigue es prevenir muchas de las complicaciones derivadas de estar en una silla de ruedas. El movimiento favorece la circulación, el tránsito intestinal y la función renal, y evita la pérdida de masa muscular y de densidad ósea.
Además de los beneficios físicos, está el efecto sobre el estado de ánimo que supone ponerse en pie y dar unos pasos, aunque sea con asistencia mecánica. “Te vas a casa contento, con más alegría, y eso te ayuda en el día a día para seguir adelante”, comenta Sánchez.
El exoesqueleto médico Able se diseña y construye en Barcelona.
“Para ellos es una satisfacción”, confirma la fisioterapeuta. “Vuelven a estar en pie, vuelven a mirar los ojos, pueden hablar de tú a tú… No es lo mismo que estar en la silla, que da una percepción diferente”.
“Pero tenemos que ir con cuidado”, prosigue, “porque, si tienen muchas expectativas, quizá se pueden hacer ilusiones de que volverán a andar. Había una chica muy jovencita que sí estaba muy ofuscada con este tema y entonces no podías arriesgarte a sugerirle el exoesqueleto, porque se podría generar falsas esperanzas. Su vida está en un momento muy frágil, muy vulnerable”.
Exoesqueleto médico
El futuro: ¿sustituirá a la silla de ruedas?
Tal y como ha evolucionado la tecnología que gira en torno a los exoesqueletos —los hay de muchos tipos y para usos muy diferentes—, uno podría imaginar que en los años venideros se podría generalizar el uso de estas estructuras mecánicas para satisfacer las necesidades de movilidad de muchas personas con lesiones medulares y otras patologías discapacitantes. De hecho, hay quien los divisa como posibles sustitutos de las sillas de ruedas, y muchas empresas trabajan para que así sea.
Los pacientes aún necesitan de mucha ayuda para poder iniciar la marcha con un exoesqueleto.
Pero lo cierto es que, a pesar de que se han producido grandes avances, parece que todavía nos encontramos en una fase muy temprana. Los exoesqueletos podrían tardar muchos años en salir del ámbito clínico para pasar al doméstico, a pesar de que, de momento, ya están ayudando a muchas personas a recuperar tanto su movilidad como su ánimo.
Morales aclara que, según el tipo de lesión que tenga el paciente, puede llegar a ponerse el exoesqueleto por sí solo. Además, añade que, desde Able, la empresa que lo fabrica, ya están haciendo pruebas piloto de usabilidad en entornos domésticos. “Hay algunos pacientes que ya los dominan muchísimo”, asegura. “Es verdad que está pensado para un uso terapéutico, y siempre tiene que ir un fisioterapeuta detrás. Todavía no está hecho para uso doméstico —ese sería el objetivo—, pero quizá en diez años sí podría llegarse a ver”.
Aparte del camino que les queda por recorrer, los exoesqueletos se enfrentan a otro importante reto, que es el coste económico: el actual exoesqueleto cuesta unos 80.000 euros, aunque están trabajando en uno de uso particular que rondará los 30.000 euros. Difícilmente será apto para todos los públicos, aunque la tecnología siempre se abarata en cuanto se populariza su uso, y lo más probable es que este también sea el caso.


