Probar un robot aspirador en una casa con perro no es lo mismo que analizarlo en un entorno perfecto de laboratorio o en el stand de una feria de tecnología como el IFA de Berlín, donde en septiembre pude familiarizarme con los productos de Dreame.
En mi caso, además, probarlo en mi apartamento significa ponerlo frente al peor escenario posible: mi perro Kauko, un travieso mestizo de cocker negro que suelta pelos largos, finos y muy oscuros en cantidades industriales para lo pequeño que es. El tipo de pelo que no genera pelusas, sino auténticos peluquines en apenas dos o tres días. Cualquier robot aspirador que quiera sobrevivir en esta casa tiene que enfrentarse a eso sin atascarse, sin dejarse nada por el camino y sin convertirme a mí en su técnico de mantenimiento cada cuarenta y ocho horas.
Por eso, cuando leí la información del Dreame Matrix10 Ultra en Berlín y lo vi en acción, con ese despliegue tecnológico tan llamativo, captó mi atención. Lo que me interesaba de verdad, más allá del estilo Steve Jobs que impregnaba cualquier presentación de la marca, era comprobar si todas esas promesas de automatización servían para algo más que para rellenar un folleto.
Según la documentación oficial, una de sus grandes bazas era el sistema de cambio automático de mopas, capaz de seleccionar la adecuada según la habitación y el tipo de suciedad. En teoría, esto evita que la misma mopa que recoge grasa o humedad en un baño acabe pasando por el salón. En la práctica, he de reconocer que funciona sorprendentemente bien.
Dreame Matrix10 Ultra.
Esperé a que lloviera en Málaga para ponerlo a prueba —la temporada otoño-invierno se ha hecho de rogar—, y para mi satisfacción comprobé que cuando Kauko llega con las patas húmedas después del paseo o deja las típicas marcas de barro en el suelo, el robot cambia a una mopa con mayor capacidad de absorción o a otra pensada para manchas más pesadas. Y lo mejor es que no he tenido que decidir nada: gracias a su cámara, lo analiza y lo resuelve solo, sin avisos ni interrupciones.
El otro punto fuerte, al menos para mí, está en la recogida del pelo. El Matrix10 Ultra tiene una gran potencia de succión —30.000 Pa— y su doble cepillo está bien diseñado para evitar enredos. Sobre el papel promete un 100% de eficiencia en ese aspecto y, aunque ninguna cifra así es realista en el mundo real, sí puedo decir que, después de más de un mes de uso intenso, aún no se ha atascado ni una sola vez.
El robot encuentra a Kauko en la habitación.jpeg
Los mechones largos de Kauko, que suelen enrollarse en cualquier rodillo tradicional, aquí tardan bastante más en convertirse en un problema. No he tenido que desmontar el cepillo en todo este tiempo, algo que con otros modelos es casi rutina semanal. Este detalle, por sí solo, ya lo sitúa por encima de muchos aspiradores “pet friendly” que no lo son tanto como dicen.
También puedo verificar que la parte del fregado está mejor resuelta de lo habitual. La estación del Matrix10 Ultra lava las mopas con agua a 100 °C y luego las seca con aire caliente, lo que evita el clásico olor rancio —dios, cómo lo odio— de las mopas húmedas. En una casa con perro, donde los olores se instalan en el suelo de forma casi fantasmal aunque hagas limpieza general siete veces en un fin de semana, esto se nota y se agradece.
Dreame Matrix10 Ultra.
Además, el aparato incluye un depósito con tres soluciones limpiadoras, una de ellas pensada específicamente para eliminar olores de mascotas. No hace milagros si el problema es grande —no va a resolver el vómito monstruoso provocado por dejarte un bollo desprotegido mientras vas al baño—, pero sí mantiene la casa con un olor más neutro sin que tengas que estar pendiente de añadir productos manualmente.
La navegación también sorprende. El Matrix10 Ultra puede superar obstáculos de hasta 8 cm y detectar escalones con precisión. En el día a día, esto significa que no se queda atascado con los juguetes que Kauko deja por el pasillo. Además, su sistema de detección de mascotas es un gran aporte: evita acercarse demasiado cuando Kauko está tumbado y, si él se cruza por delante, frena o rodea la zona sin sobresaltarlo.
Dreame Matrix10 Ultra.
Lo más interesante es que este mismo sistema permite usarlo como pequeño “vigilante” cuando no estoy en casa. Desde la app puedo ver por dónde se mueve, mandarlo a una habitación concreta e incluso pedirle que busque al perro si me entra la duda de si está tranquilo o ladrando a la ventana. Ya lo he usado un par de veces: envío al robot al salón, la cámara detecta a Kauko y puedo hablarle a través del altavoz para calmarlo. No sustituye estar presente, pero evita esa sensación de impotencia cuando estás lejos y sabes que se pone nervioso.
En cuanto al mantenimiento general, es probablemente el mayor elogio que puedo hacerle porque prácticamente desaparece. Como buen vago para las tareas de casa, no hay cosa que deteste más que limpiar lo que limpia. Pero este robot se encarga de todo: lava y seca sus mopas, vacía la suciedad, se desenreda, recarga soluciones y sigue trabajando sin pedirte nada. En una casa con perro, cualquier dispositivo que reste trabajo en lugar de añadirlo se agradece doblemente.
¿Es perfecto? No. Su sistema de detección de voz me irrita por las mañanas cuando confunde el ruido del secador y entra en modo “I don’t understand” como si viviera en un bucle. Y sí: es grande, ocupa un espacio considerable y la estación impone, aunque su acabado en negro ayuda a que todo se vea más elegante de lo que mi apartamento de plumilla treintañero suele permitirse.
Y, sobre todo, no es barato. Pero si tienes ahorros suficientes y un perro que suelte tanto pelo como Kauko, este es uno de los pocos robots que realmente reduce tu trabajo diario y no solo lo desplaza. Las pegas que he puesto al final son solo cosas de privilegiado y de escritor que no quiere que lo tachen de vendido. Lo importante es que, por primera vez en mucho tiempo, siento que el robot se adapta a mi casa… y no al revés.


