Cada vez que me siento a escribir un texto como este que tiene ahora mismo ante sus ojos, abro un documento en blanco y pienso. No solamente sobre qué puede ser interesante escribir, o cuáles han sido los artículos recientes (o antiguos) que más impacto me han causado y más ganas me han dado de compartir con nuestros suscriptores.
Pienso también en cómo relacionar unos con otros, en cómo establecer un tema común, un hilo narrativo. Pienso en una manera de empezar que apetezca leer, que pique un poco la curiosidad…
Hoy podría no hacer nada de eso. Podría escribir un “comando” o prompt y enviarlo a ChatGPT, o Perplexity, explicando mi situación, mis necesidades (necesito escribir un texto de presentación de una selección de artículos para nuestros lectores con las características x o y), dándole ejemplos de cómo hacerlo o cómo no hacerlo.
Podría incluso suministrar a la aplicación ejemplos de otros boletines que he escrito y que creo que han quedado bien; también, le habría proporcionado una lista de todos los artículos publicados en los últimos meses, de los temas más leídos, o de asuntos de debate social. Y no habría tenido que pensar nada más.

OpenAI es la empresa que sacó Chat GPT
¿Se habrían dado cuenta ustedes? Los expertos en inteligencia artificial coinciden en que distinguir un texto generado por esta tecnología de uno escrito por un humano no es tarea fácil. Los errores son comunes, tanto de falsos positivos como de falsos negativos.
Los textos de la IA están bien escritos, la sintaxis es buena. Si las instrucciones que hemos dado a la máquina son detalladas y precisas, y nos hemos tomado la molestia de “conversar” un poco con ella para que entienda la tarea a la perfección, seguramente sea un buen texto, incluso con nuestro estilo personal. Da vértigo, ¿no?

Una niña utilizando Chat GPT
Fenomenal, pensarán muchos. Una montaña de mensajes de correo y resúmenes ejecutivos que no tendré que escribir o de informes completos y aburridísimos que no tendré que leer (pues la IA me los resumirá perfectamente).
En el futuro ya cercano, escribir nuestros propios textos podría acabar siendo como elaborar nuestra propia cerveza o tejer nuestros propios jerséis.
El uso de la IA en grados universitarios
Pero traslademos esta situación a la enseñanza. Redacciones, ensayos, trabajos, algunos tan determinantes como los de fin de grado o de máster… todo esto se puede hacer de manera rápida y fácil con la IA. ¿Es justo obtener un 9 en el trabajo de fin de grado si no hemos escrito nosotros mismos dicho trabajo?
¿No es escribir precisamente pensar? ¿Piensa entonces por nosotros la inteligencia artificial? ¿Cómo evaluamos a los estudiantes una vez que sabemos que sus trabajos pueden haber sido escritos por una máquina? ¿Cómo les convencemos de que aunque saquen buena nota no están aprendiendo igual? ¿Se puede usar, pero de manera ética?
Investigadores en inteligencia artificial y docentes que se enfrentan a esta situación todavía nueva y desconcertante en sus aulas han escrito sobre este asunto desde distintas perspectivas, y espero que ustedes disfruten tanto leyendo sus ideas y propuestas como lo he hecho yo.
Por cierto, he tardado aproximadamente una hora en preparar este texto. Quizá, de haberlo hecho con ChatGPT, incluso habría tardado más. Es posible que hubiera quedado mejor, aunque nunca lo sabré. Pero lo que sé con certeza es que no lo habría disfrutado igual.
Este artículo fue escrito originalmente en The Conversation.