Los dos protagonistas de esta historia son los primeros sorprendidos de cómo les han ido las cosas. Karun Kaushik y Selin Kocalar abrieron una ronda de financiación de tres modestos millones y acabaron recibiendo 32, gracias a un proyecto que ni siquiera ellos habían planeado. Dejaron los estudios para montar otra cosa, pero la vida les llevó a Delve, el negocio que les ha dado la fortuna.
Delve es una startup que nació por casualidad. Se dedica a facilitar los procesos burocráticos mediante IA para que las empresas —mayoritariamente de nueva creación— puedan cumplir con las normativas que imponen los gobiernos y las instituciones. Muchas leyes, en lugar de favorecer el crecimiento, lo que hacen es obstaculizarlo. Y ahí entra Delve.

Equipo de Delve, que ya da servicio a 500 empresas.
Éxito imprevisto
La idea era hacer una herramienta de IA para médicos
Kaushik y Kocalar se conocieron durante su primer año de estudios de ingeniería en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), y ya apuntaban maneras con sus intereses comunes en IA y salud. Al año siguiente, abandonaron los estudios para meterse de lleno en su proyecto. En 2023, comenzaron a trabajar en un sistema de transcripción médica con inteligencia artificial para ayudar a los médicos a gestionar la documentación de los pacientes. Sin embargo, el manejo de información sanitaria confidencial implicó que se enfrentaran rápidamente al costoso y lento proceso de cumplimiento de la ley HIPAA, que establece normas acerca de quiénes pueden ver y recibir información sobre su salud.
Ellos fueron los primeros que se enfrentaron a los arduos trámites para el cumplimiento de normativas, y fue aquí donde pensaron que este problema tan común necesitaba una solución fácil, y ellos tenían la inteligencia artificial de su lado. Ofrecieron el servicio para empresas de todo el mundo que necesitaban cumplir con las normativas ISO, GDPR y otras tantas. Como no podía ser de otra forma, entraron en el potenciador de startups Y Combinator y les empezaron a llover los inversores.
Ellos fueron los primeros que se enfrentaron al cumplimiento de normativas. Este problema tan común necesitaba una solución fácil, y ellos tenían la inteligencia artificial.

La startup ha recibido 32 millones de dólares por parte de inversores potentes.
“Los marcos de cumplimiento están estandarizados. Las empresas no”, afirma el director ejecutivo Kaushik. “Esa discrepancia es la razón por la que el software tradicional falla y los equipos recurren a flujos de trabajo estandarizados en correo electrónico, Slack y unidades compartidas”.
Delve reemplaza ese trabajo innecesario con agentes de IA que se ejecutan en segundo plano (tras integrarse con las herramientas del cliente) como si fueran miembros internos del equipo. Estos agentes recopilan datos, generan informes, actualizan registros de auditoría y rastrean los cambios de configuración en sistemas fragmentados, automatizando los flujos de trabajo de cumplimiento en tiempo real.
La empresa está en constante desarrollo de sus servicios, cuya idea principal es automatizar miles de horas de trabajo automático y pesado, para acabar expandiéndose a otras áreas como la ciberseguridad y la organización interna.