Cuando hablamos de redes sociales, muchos padres sienten que corren detrás de un tren que nunca se detiene. Entre notificaciones, aplicaciones nuevas y algoritmos que cambian cada semana, la preocupación es constante: ¿Están nuestros hijos demasiado expuestos? ¿Cómo podemos guiarlos sin invadir su privacidad ni dejarlos a la deriva?
Meta reunió a varias especialistas en el evento Rumbo compartido: a acompañar también se aprende para abordar el desafío del bienestar digital de los adolescentes. Como bien resumió Irene Cano, directora general de Meta para España y Portugal: “Acompañar no es invadir, hay que estar presentes sin ser invasivos, hay que apoyar sin juzgar y acompañarlos digitalmente para que no pierdan el rumbo”.
La tensión entre el acceso precoz y la desconexión absoluta quedó muy presente durante el encuentro. Como recordó María Zabala, experta en educación digital, “tan peligroso es que nuestros niños accedan demasiado pronto o solos al mundo digital como considerar que, si eliminamos el mundo digital de su vida, van a estar felices”.
En su opinión, ambos extremos nacen del mismo miedo: la sensación de que el entorno digital es ingobernable para las familias. Por eso insistió en que la clave está en un acceso progresivo, acompañado y realista, que permita a los jóvenes ganar autonomía sin quedar desprotegidos.
Helene verbrugghe, María Zabala e Isabel Cuesta en el evento de Meta.
El diálogo debe darse primero en casa
Aunque la responsabilidad del bienestar digital de los menores sea compartida, el hogar es el primer lugar donde debe hablarse de ella. “Se producen muy pocas conversaciones, hay muy poco diálogo entre padres e hijos de tecnología”, expuso Laura Cuesta, experta en educación digital en las familias, “cuando surge un problema o hay una duda, no acuden a padres, madres y docentes, se lo guardan para ellos o confían primero en sus iguales”. Los adultos deben dar ese paso adelante para generar conversaciones frecuentes y naturales sobre cómo entrar y moverse en el mundo digital.
Cuando surge un problema o hay una duda, no acuden a padres, madres y docentes, se lo guardan para ellos o confían primero en sus iguales
Laura Cuesta comparó la relación con el teléfono móvil con cualquier adicción, que es más fácil de detectar “mediante la escucha activa”. Una vez que entablas una charla sobre tecnología con un menor, resulta más sencillo introducir otros temas sensibles que estén relacionados, como el acoso, la extorsión o la pornografía.
Pero, para poder hablar con los adolescentes, también es importante saber desde qué lugar educamos. “¿Qué adolescente tengo yo en mi casa? ¿Qué vulnerabilidades tiene?”, se preguntó Zabala, quien tiene claro que “el primer autoconocimiento es el propio, qué vulnerabilidades tengo yo”. Por supuesto, como en cualquier otro ámbito, el acceso a la tecnología debe ser “gradual, acorde a la edad en cuanto a la elección de contenido y dispositivo” así como la autonomía.
¿Cómo puedo entender las redes sociales que utilizan mis hijos?
La respuesta es sencilla: hay que adentrarse en ellas. Los padres son el ejemplo a seguir de los hijos, a quienes ven en casa y acaban imitando. “Tenemos que compartir los hábitos de desconexión digital”, comentó Laura Cuesta, ya que los adolescentes tienen que ver y conocer nuestra propia relación con la tecnología y debemos ser “adultos comprometidos en espacio analógico y en el digital”.
Si los propios jóvenes ven que sus progenitores son incapaces de “autocontrolarse con el móvil” y no se comportan correctamente en las redes sociales, tal y como harían en la vida real, acaban imitando su comportamiento.
Se trata de que todos aprendamos y que estemos al corriente y presentes en la vida de nuestros hijos
El miedo ante lo desconocido no debe frenar a las familias. “Al final, tanto los jóvenes como los adultos, todos somos aprendices digitales”, tranquilizó Diana Al Azem, educadora y fundadora de Adolescencia Positiva, quien es contraria al término “nativo digital”: “Se trata de que todos aprendamos y que estemos al corriente y presentes en la vida de nuestros hijos, que les hagamos preguntas y conozcamos su mundo”.
Isabel Cuesta, fundadora de Educa en Positivo, remarcó esta idea: “Hay mucho miedo porque ellos son nuevos utilizando tecnologías, pero los padres y las madres también”. La diferencia es que la generación actual no tuvo referentes para saber cómo educar en el ámbito digital, ya que sus propios padres “no tuvieron que hacer este trabajo”. De ahí que sea habitual partir “desde la ignorancia”, aunque las necesidades de los hijos sigan siendo reales y urgentes.
Helene verbrugghe, responsable de asuntos públicos de Meta.
La fina línea entre la protección y la invasión de la privacidad
La labor como padres reside en la protección, pero los jóvenes también tienen derecho a gozar de su propia privacidad. “Nuestro trabajo no es vigilar, es guiarles, escucharles y acompañarles”, comentó Inma Saenz, creadora de contenido especializada en la maternidad.
Controlar todo lo que ocurre en el teléfono de un menor provoca conflictos innecesarios pues, al igual que cualquier adulto, necesita su espacio íntimo donde no puedan acceder otras personas. “Los adolescentes son sujetos de protección, pero también son sujetos de derecho”, recalcó Laura Cuesta. La especialista puso el problema sobre la mesa: “Cuando las familias controlan en exceso, los jóvenes pierden autonomía, porque sienten que hay unos filtros y bloqueos donde no pueden decidir, y puede aparecer la rebeldía propia de la adolescencia”.
Existe la falsa creencia de que los adolescentes de ahora son diferentes a los de antes, pero es lo mismo
El entorno digital no es el único factor de riesgo, sino el conjunto de muchas situaciones: “Hay una mezcla de debates enormes, como si todos los peligros estuvieran en el móvil o como si el consumo de un determinado contenido fuera el origen causal de todos los problemas y esto hace que las familias se paralicen”, puntualizó Zabala.
Si las generaciones anteriores respetaban la privacidad de sus hijos, ¿por qué no hacerlo en el mundo digital? “Existe la falsa creencia de que los adolescentes de ahora son diferentes a los de antes, pero es lo mismo”, desarrolló Al Azem, “lo que sí ha cambiado es el contexto”. Características como la curiosidad, la rebeldía o la necesidad de pertenencia siguen siendo las mismas en cada generación, por mucho que el escenario social evolucione.
El ámbito digital es necesario para el desarrollo social de los adolescentes
“Los jóvenes entienden la tecnología no como un medio, sino como un ecosistema que utilizan para socializar, construir, innovar y entretenerse”, explicó Laura Cuesta, ya que las utilizan tanto para ocio y entretenimiento como para investigar y aprender. Las redes sociales “les sirven para conocer comunidades que tienen sus mismos intereses y gustos”, donde tienen la oportunidad de entablar relaciones con personas afines a ellos.
El encuentro digital con sus iguales es otro tipo de desarrollo del aspecto social de los menores. “Nuestros hijos tienen un sentimiento de comunidad alto, no es tan importante lo que piensen sobre uno mismo, sino lo que aportan a los demás”, señaló Isabel Cuesta durante el encuentro, y aseguró que, si tienen una autoestima alta, es más probable que el menor encuentre el contenido adecuado. Por supuesto, si sus amigos están en Instagram o en un videojuego online, el adolescente querrá unirse para formar parte de ese espacio común y explorar ese nuevo entorno.
Nuestros hijos tienen un sentimiento de comunidad alto, no es tan importante lo que piensen sobre uno mismo, sino lo que aportan a los demás
Esta construcción de vínculos no ocurre en el vacío, ya que el contexto digital amplifica unas dinámicas que siempre han formado parte de la adolescencia. Como recordó Al Azem, “todos somos aprendices digitales”, y lo verdaderamente importante es que los adultos se acerquen a ese ecosistema con interés y presencia para comprender cómo se relacionan sus hijos.
La educadora subrayó que la necesidad de pertenencia sigue siendo esencial para el desarrollo emocional, por lo que conocer ese mundo permite a las familias acompañar mejor a los jóvenes en la forma en que se expresan y buscan su lugar entre los demás.
La responsabilidad de las plataformas: el papel de Meta
Para Meta, la protección de los menores no es una novedad, sino un proceso en constante construcción. Como recordó Hélène Verbrugghe, responsable de Asuntos Públicos de Meta en España, las llamadas “cuentas de adolescentes” lanzadas el pasado año no surgieron de cero, sino que agrupaban funcionalidades que la compañía llevaba implementando durante mucho tiempo para reforzar la seguridad de los menores en sus plataformas.
El objetivo era claro: simplificar y unificar todas esas herramientas para ofrecer a los jóvenes una experiencia más segura y comprensible, mientras que los padres pueden contar con un marco más claro para entender cómo se protege a sus hijos.
Tenemos una gran responsabilidad, que es proveer a padres y adolescentes herramientas que sean sencillas, fáciles de usar y eficaces
Estas cuentas funcionan sobre cuatro pilares fundamentales: privacidad, contenido, contactos y tiempo de uso. En ellas, los perfiles de los menores son privados por defecto, lo que impide que personas desconocidas puedan contactar con ellos. Además, los contenidos se ajustan al estándar internacional PG-13 (que es el equivalente al PG-12 en España) para evitar que accedan a material inapropiado y los adultos no pueden buscar de forma activa a adolescentes dentro de sus plataformas.
Sobre el tiempo de uso, las cuentas incorporan alertas tras 60 minutos accediendo a ellas y un modo de descanso nocturno entre las diez de la noche y las siete de la mañana, donde las notificaciones quedan inactivas, siguiendo las recomendaciones de expertos en salud digital infantil.
Irene Cano, directora general de Meta para España y Portugal.
Meta reconoce su parte de responsabilidad en este ecosistema. “Tenemos una gran responsabilidad, que es proveer a padres y adolescentes herramientas que sean sencillas, fáciles de usar y eficaces”, afirmó Verbrugghe, subrayando que muchas de las nuevas funciones responden directamente a las preocupaciones que les han transmitido las familias y los especialistas. Aun así, la compañía admite que siempre queda camino por recorrer, ya que la comunicación sobre estas herramientas podría ser más amplia y constante, pero Meta asegura que seguirá divulgando y actualizando estas medidas para que las familias conozcan realmente cómo funcionan.
La protección de los menores, insistió Verbrugghe, no es estática, sino que “están en evolución”, al ritmo de la tecnología y del propio comportamiento de los usuarios. Y, en un contexto marcado por la expansión de la inteligencia artificial, Meta ya entrena sus sistemas para responder de forma distinta a menores y adultos, integrando nuevas capas de seguridad automatizada. Porque, como recordó Verbrugghe, el objetivo sigue siendo el mismo: “La seguridad de todos en este entorno”. Un reto que ninguna organización puede afrontar sola, pero en el que las plataformas deben asumir un rol protagonista.







