Neuralink, la empresa de Elon Musk de interfaces cerebro-ordenador, ha dejado muy claro en su blog que están a punto de llevar a cabo una revolución sin precedentes en la tecnología. “El año de la telepatía”, así se titula el artículo en el que explican cómo 2025 va a cambiar para siempre la forma en la que nos relacionamos con lo digital. Porque ya no tendremos que usar nuestras manos, según cuentan, para dominar todos los aparatos electrónicos. Solo necesitaremos nuestro cerebro.
En el artículo recogen la historia de Noland, quien en enero de 2024 se convirtió en el primer ser humano en recibir un implante cerebral de Neuralink. Un año después, y con tres personas ya usando esta tecnología, Neuralink avanza hacia una forma de interactuar con el mundo que primero revolucionará la medicina... y más tarde la sociedad por completo.
La tecnología que lo está cambiando todo es Link, un dispositivo implantable, invisible y sin cables que permite a personas con parálisis controlar un ordenador o un teléfono únicamente con sus pensamientos. Desde Neuralink lo han bautizado como Telepathy, un nombre tan simbólico que deja claro por dónde van los tiros de la empresa. Aunque aún se encuentra en fase de ensayo clínico, las historias de sus primeros usuarios revelan un futuro tan inquietante como esperanzador.

Noland Arbaugh, paciente de Neuralink.
De un accidente a una revolución tecnológica: la historia de Noland
Noland Arbaugh tenía 21 años cuando una zambullida mal calculada le dejó paralizado del cuello hacia abajo. Pasó años atrapado en una cama, usando una especie de puntero en la boca para manejar una tablet. En aquel momento dependía por completo de su familia incluso para usar su dispositivo, lo que convirtió su día a día en una sucesión de limitaciones.
Pero ahora, con el implante de Neuralink funcionando en su cerebro, Noland mueve el cursor por la pantalla como si utilizara “la Fuerza” de Star Wars, tal como él mismo describe. Solo necesita imaginar a dónde quiere mover el cursor. Así navega por internet, juega al ajedrez online, ve vídeos y aprende idiomas como japonés y francés.
Además, estudia matemáticas desde cero con la esperanza de volver a la universidad o incluso dedicarse a la neurociencia. “Podría tener algo de experiencia en el campo”, bromea en redes. Su implicación ha sido tan profunda que ha llegado a participar en un streaming de 72 horas utilizando solo el poder de su mente, y dedica varias horas al día a colaborar con los ingenieros de Neuralink en la mejora del sistema.
Un reencuentro cerebral con la creatividad: la historia de Alex
Alex, otro de los pacientes que ya han probado Neuralink, era diseñador de piezas para automóviles antes de quedar tetrapléjico tras un accidente de coche. Gracias a Telepathy, ha recuperado parte de su vocación por el diseño. Crea en Illustrator, programa proyectos con Arduino y ayuda en el negocio familiar buscando piezas desde su móvil con solo pensarlo.
Pero lo más innovador está por venir. Alex es el primer voluntario en un nuevo ensayo llamado CONVOY, que explora el control de dispositivos físicos —como brazos robóticos— mediante el implante cerebral. Si tiene éxito, personas como él podrían recuperar funciones físicas básicas, como alimentarse o manipular objetos. “Espero poder inspirar a alguien para hacer un cambio positivo en la vida de otra persona”, explica para Neuralink.

Brad Smith, paciente de ELA con un implante cerebral de Neuralink.
Una resurrección tras el ELA: la historia de Brad
El tercer pionero que destacan en Neuralink es Brad, diagnosticado con esclerosis lateral amiotrófica (ELA). Antes del implante, su única forma de comunicarse era mediante un rastreador ocular que dejaba de funcionar con demasiada luz. Vivía en penumbra, literalmente, para poder hablar con su familia. Sin embargo, desde que tiene el Link ha podido volver a comunicarse con naturalidad, incluso en exteriores.
Ha asistido a partidos de fútbol de su hijo, ha dado charlas en su iglesia y ha vuelto a ver la luz del día. En colaboración con la empresa, están diseñando ahora un sistema personalizado que combina inteligencia artificial y decodificación neuronal para que pueda hablar a una velocidad más cercana a la de una conversación real.
Una revolución de la que vamos a hablar mucho en los próximos años
Más allá de los avances técnicos, lo que Neuralink propone es una redefinición del concepto de autonomía. Sus usuarios no solo controlan dispositivos, sino que recuperan rutinas, relaciones y metas. “El Link me ha ayudado a reconectar con el mundo, mis amigos y mi familia”, explica Noland. Y no es para menos. De momento, está siendo una gran revolución para la medicina, pero la idea es ir más allá pronto, con nuevas aplicaciones posibles para todo el mundo.