Cuando uno piensa en un lugar en el mundo que supone la meca para todo informático ambicioso, no puede sino dirigir su mente hacia Silicon Valley. La región estadounidense es el lugar al que, a priori, cualquier genio de la tecnología querría marchar. Sin embargo, hay otra ciudad que, en los últimos años, se está convirtiendo en el paraíso de quienes se dedican a la tecnología; especialmente entre los más críticos con la administración Trump.
Con tan solo algo más de 100.000 habitantes, Boulder, en Colorado, se ha convertido en lugar de peregrinaje no solo para profesionales que buscan establecerse en una comunidad tecnológica avanzada, sino también para aquellos que específicamente buscan una alternativa alejada de las prácticas del capitalismo más salvaje que impera en el valle californiano.
Su desarrollo está siendo similar al de Silicon Valley en su tiempo, cuando no era más que el lugar donde se erigía la prestigiosa Universidad de Stanford y un emplazamiento proclive para la agricultura de albaricoques y ciruelas. Al igual que Silicon Valley se erigió sobre un valle gigantesco que estaba siendo desaprovechado y hoy día es considerada la meca de la tecnología, Boulder está siguiendo un camino parecido a través del ecologismo y la cooperación.
Con los años, Boulder se ha ido convirtiendo en un foco de startups e innovación. Pero ¿cuál es el secreto de su creciente atractivo? ¿Qué aspectos únicos del ecosistema de la ciudad la hacen especialmente sugerente para profesionales techs? Según Reed Terrel, ingeniero de software de la empresa Yes Energy allí afincada, hay muchas razones para mudarse a este rincón del Medio Oeste americano, “y muchas de ellas son el resultado de años de inversión, infraestructura y… suerte”.

Así es Boulder, la ciudad de Colorado que está de moda entre los genios de la tecnología más críticos con la administración Trump.
De nuevo, contar con una buena universidad como foco principal generador de talento es una ventaja. Así, Terrel, de 35 años, destaca que “Boulder es la sede de la Universidad de Colorado, que cuenta con una importante cantidad de programas de ingeniería, ciencia y tecnología que se extienden tanto a los sectores públicos como privados de la ciudad”.
Se constata, por tanto, que invertir en educación no es un gasto incómodo: es invertir en prosperidad. Como bien comenta Reed Terrel, “la Universidad de Colorado colabora y proporciona talento tanto a centros de investigación públicos (NOAA, NIST, RAEL, NCAR…) como a grandes empresas”. Boeing, AMD, IBM, BAE Systems, Apple, Microsoft o NetApp son solo algunos ejemplos.
Hay pocas ciudades donde uno pueda cambiar de industria y carrera profesional sin mudarse ni una sola manzana
Si a esto sumamos que la zona también cuenta con una infraestructura importante para el desarrollo de un negocio —tanto en términos de edificios, sistemas de red, contratistas, etc—, todo este caldo de cultivo contribuye a generar una comunidad donde innumerables pequeñas empresas pueden prosperar, ya que la diversidad de talentos permite que cada uno encuentre su nicho.
“Esta combinación resulta muy atractiva para cualquiera que busque empleo o planee emprender, ya que hay margen para fracasar y reintentarlo”, asegura Reed Terrel. Y añade que “hay pocas ciudades donde uno pueda cambiar de industria y carrera profesional sin mudarse ni una sola manzana, manteniendo un desplazamiento razonable”.

En Boulder, las actividades lúdicas son tan importantes como el horario de oficina.
En esta misma línea se sitúan los comentarios del Senior Software Developer de la empresa Sovrn, David Streett (32 años). Formado en Boston y actual residente de Boulder, Streett coincide en que la administración de la ciudad se ha esforzado en crear una infraestructura de fácil acceso tanto para las empresas como para los trabajadores. “No sé cómo será en Silicon Valley, pero aquí las empresas se centran en la conciliación entre vida laboral y personal. Conozco gente que trabaja medio día en el centro de Boulder, toma el autobús hasta la estación de esquí y se pasa la otra mitad del día esquiando”, cuenta. Lo que para lo que cualquiera sería un lujo, en Boulder se convierte en un ocio cotidiano,
Para Streett, muchas reuniones y citas profesionales, lejos de ser motivo de ansiedad, son casi momentos de ocio: “cuando son pequeñas, con solo una o dos personas, paseamos por la ciudad mientras discutimos los problemas en cuestión”. Más allá de ser una fuente de estrés o ansiedad, como podría ser en Wall Street o en Silicon Valley, estas citas se asemejan más a las charlas del Liceo de la antigüedad, en el que Aristóteles hacía caminar a sus estudiantes, los peripatéticos, para dar a luz nuevas ideas.
Aquí somos poco tolerantes con las típicas actitudes competitivas despiadadas de Silicon Valley y las novatadas. Buscamos personas que compartan nuestros valores en cuanto a cómo nos tratamos y construimos juntos, con una política de contratación que busca incorporar diversidad
Otro punto a favor es la cercanía con una gran ciudad como Denver. Así lo destaca David Streett: “está cerca y cuenta con un gran aeropuerto internacional. Hay muchos vuelos directos desde todas partes. Denver también ofrece una gran cantidad de recursos y actividades, y está a solo 45 minutos en coche de Boulder. Esto favorece que la gente quiera mudarse aquí y obtener vuelos baratos para que la familia y los amigos los visiten”.
Fundada a los pies de las Montañas Rocosas, Boulder se encuentra a unos 1655 metros sobre el nivel del mar, justo donde terminan las Grandes Llanuras y el paisaje comienza a elevarse. Esto le da acceso directo a paisajes espectaculares, rutas de senderismo y zonas de escalada. Su marco geográfico lo convierte, por tanto, en un paraje perfecto entre lo urbano y lo natural, algo de lo que la ciudad saca pecho y partido a la hora de promocionar un estilo de vida activo y saludable.

Una tarde cualquiera para Reed Terrel, ingeniero software de 35 años.
Probablemente, esta cercanía con la naturaleza es lo que fomenta el respeto a la misma entre su ciudadanía. Los valores ecológicos y progresistas tienen un especial protagonismo en los proyectos tecnológicos que se desarrollan en Boulder. “En mi propia empresa, nos alineamos con el espíritu progresista de la ciudad”, cuenta Reed. “Aquí somos poco tolerantes con las típicas actitudes competitivas despiadadas de Silicon Valley y las novatadas. Buscamos personas que compartan nuestros valores en cuanto a cómo nos tratamos y construimos juntos, con una política de contratación que busca incorporar diversidad”.
Según Reed, los pequeños empleos tecnológicos se inclinan hacia la biotecnología, las energías renovables, la física, la industria aeroespacial, algunas tecnologías de defensa (principalmente informáticas y aeroespaciales), etc. La ciudad incluso cuenta con una sólida tradición investigadora en física de bajas temperaturas en la universidad —especialmente en relojes atómicos—, que ha impulsado directamente a la joven industria de la computación cuántica. “Estos negocios combinan alta tecnología e innovación con un camino claro para reducir nuestro impacto ambiental”, comenta.
Esta forma de entender la vida, los negocios y la innovación tecnológica han convertido a Boulder en un bastión demócrata. Y no de cualquier tipo: son más de Bernie Sanders que de Joe Biden. Una rara avis de marcado corte izquierdista. Tanto es así que medios como The New York Times han llegado a describir a Boulder como una zona donde los republicanos son tan minoritarios que presentarse allí exhibiendo esa inclinación se percibe como una “misión suicida”.
De nuevo, Reed Terrel comparte con nosotros algunas claves: “Trump goza de una gran antipatía en Boulder, incluso entre nuestros pocos conservadores, de corte más libertario”. Se le une David Streett al definir su ciudad como “muy liberal, dispuesta siempre a ampliar sus zonas verdes e invertir en programas sociales”. Sin embargo, con el trumpismo más álgido que nunca, precisamente por mantener su posición política, Boulder podría correr serios riesgos en su crecimiento como hub tecnológico.

Montañas alrededor de Boulder, Colorado.
Así muestra su preocupación el ingeniero software y especialista en ciencias computacionales, Dante P., de 28 años: “creo que el gobierno podría limitar el estatus actual de Boulder si la ciudad se aferra a sus valores liberales. Ese es su verdadero desafío: mantener su compromiso con la equidad social y la responsabilidad ambiental sin que eso perjudique su crecimiento como polo tecnológico del Medio Oeste”.
La sombra del neoliberalismo carnicero de Trump no es el único problema al que debe hacer frente Boulder. El acceso a la vivienda se ha convertido en un desafío a causa tanto del encarecimiento de la ciudad como de las leyes que ponen coto al desarrollo urbanístico. David Streett es bien consciente de esto: “Boulder es como una isla. Todo el terreno que la rodea son espacios abiertos, en su mayoría terrenos no urbanizables por política medioambiental. Esto, sumado a la limitación de la altura de los edificios y el alto coste de la vida, podrían dificultar su crecimiento”.
Según la calculadora de salario digno del MIT, una persona que viva sola en el Condado de Boulder debe ganar 54.452 dólares para estar por encima del umbral de pobreza
“Lamentablemente, nuestro incipiente paraíso montañoso no está exento de dificultades”, reconoce Reed Terrel. “El costo de vida en Boulder es tal que ahuyenta a muchos, incluyéndome pronto a mí, ya que pocos apartamentos más grandes que un estudio son asequibles debido a que los aumentos de alquiler superan los aumentos salariales. Boulder está siendo víctima de su propio éxito en cuanto a planificación urbana. Sus límites bien definidos han dado como resultado una hermosa ciudad rodeada de naturaleza, con una distribución atractiva para caminar o ir en bici a cualquier lugar, pero sin posibilidades de expansión urbana”.
Alaina Beaulaurier (31) muestra con claridad este problema. Alaina se prometió con David Streett durante una caminata por las Montañas Rocosas y es trabajadora social en el Departamento de Vivienda del Condado de Boulder. Se considera una enamorada de su ciudad debido a sus “montañas, belleza y a su vibrante comunidad”, pero reconoce que puede ser “puede ser un lugar difícil para emigrar debido al alto costo de vida de la ciudad”.

Concierto al aire libre al pie de las montañas el pasado sábado en Boulder.
Dentro del Departamento, Alaina trabaja para la División de Vivienda de Apoyo del gobierno local. “Como trabajadora de servicios sociales, mi trabajo consiste en evitar que los adultos que viven en viviendas públicas de bajos ingresos se queden sin hogar. Según la calculadora de salario digno del MIT, una persona que viva sola en el Condado de Boulder debe ganar 54.452 dólares para estar por encima del umbral de pobreza. Un hogar de dos adultos con dos hijos necesitaría un ingreso conjunto de 152.922 dólares para estar por encima del umbral de pobreza”.
El boom de Boulder, por tanto, parece adolecer de las regulaciones e inversiones necesarias a nivel urbanístico, tales como la construcción de edificios de uso mixto, controles de alquileres a corto y medio plazo, una tributación endurecida para los grandes propietarios y una mayor protección ante la especulación en los precios de la vivienda.
Nuestro país está roto, y eso se filtra incluso en las burbujas más aisladas como la nuestra, pero me da esperanza estar rodeada de personas que quieren mejorar su comunidad
Sus habitantes, sin embargo, excusan al gobierno municipal. “La vivienda es sin duda un problema, pero hay proyectos en marcha para ayudar a reducirlo”, asegura David Streett, mientras que Reed Terrel apunta a la administración Trump: “El alcance del problema trasciende los límites de la ciudad y se debe a una falla en las protecciones a nivel estatal y federal. La ciudad está implementando poco a poco programas para paliar estos problemas”.
Sin embargo, Terrel teme que, si no se dan prisa, estos problemas acaben generando un ciclo de retroalimentación en el que los trabajadores tecnológicos abandonen la zona y empiecen a vivir en pequeñas poblaciones aledañas más asequibles. Supuestamente, esto les haría rechazar empleos que requieran una importante presencialidad y limitaría la capacidad de Boulder para desarrollar nuevas industrias. Por no hablar de que los continuos desplazamientos en coche a la ciudad amenazarían su etiqueta de ciudad verde desprovista de la necesidad de desplazamientos contaminantes.
Además, el costo de la educación universitaria se está descontrolando en todo el país, y Colorado no es una excepción. Aunque Boulder tiene una sólida reputación como ciudad universitaria de moda, así como un lugar ideal para contratar personal inteligente, a muchos les preocupa que, si los precios siguen subiendo, provoquen una caída en la matrícula estudiantil.
La educación es uno de los indicadores más importantes de la capacidad de una sociedad para innovar y autoabastecerse, y según la mayoría de los indicadores, la situación no pinta bien en ese aspecto para nadie en EE.UU. Una vez más, Reed Terrel muestra su recelo al respecto: “Me preocupa el acoso de la administración Trump a las universidades y a los estudiantes internacionales que vienen aquí con visas educativas y que pronto veamos una disminución de la universidad y su importancia en nuestra comunidad”.
No obstante, la gente de Boulder sigue teniendo fe en que su comunidad alternativa y progresista saldrá adelante. “Me encanta trabajar y vivir en el Condado de Boulder porque todos luchamos por un mundo mejor y más inclusivo”, comenta esperanzada Alaina Beaulaurier.

Alaina Beaulaurier (trabajadora social) y David Streett (ingeniero informático) en una de sus rutas por Boulder, Colorado.
David Streett y ella conviven en una casa a las afueras de esta pequeña ciudad, rodeada de parques nacionales. En su tiempo libre, pasean por paisajes de ensueño, cultivan su jardín, fabrican cerveza artesanal y gozan de muchos conciertos en un anfiteatro al aire libre al pie de las montañas. “La escena musical de Boulder es excelente”, presume David. “Cada año gozamos de conciertos tanto de artistas indies como de clase mundial”.
“La gente llama a esta parte del país The Boulder Bubble (La Burbuja de Boulder)”, revela Alaina. “Aquí se pueden encontrar movimientos LGBTI+, opciones de vida ecológicas y un impulso para ofrecer todos los servicios en español e iniciativas de vivienda únicas. Pero también se encuentran personas sin hogar, falta de recursos de salud mental, una deuda médica insalvable y violencia armada”.

Boulder, Colorado (EEUU).
Cierto es que este paraíso eco-tech no está exento de la violencia y el odio que recorre el país, tal y como demuestra un reciente atentado en la calle donde David Streett trabaja. Un hecho que Trump no tardó en aprovechar para difundir su mensaje de terror hacia el inmigrante.
Aun así, la voz de sus habitantes parece elevarse por encima del racismo y la aporofobia. “Nuestro país está roto, y eso se filtra incluso en las burbujas más aisladas como la nuestra, pero me da esperanza estar rodeada de personas que quieren mejorar su comunidad”, concluye Alaina.
Quizá Boulder no esté hecha para todos los bolsillos. Es, una vez más, el mejor de los mundos posibles solo para unos pocos. Sin embargo, consuela pensar que personas como Elon Musk o Mark Zuckerberg serían marginados en esta comunidad.