¿Quién no ha tenido que trabajar más allá de su horario laboral sin ninguna clase de compensación? Pueden ser solo unos minutos, o una hora más, como parte de un favor o porque falta gente, pero siempre existe una razón para mantenernos ese tiempo más en la oficina. Y aunque por ley debería contabilizarse como horas extras, por todos es sabido que eso rara vez se cumple. Es una excepción y se trata como tal. Peor, en la realidad, no suele tratarse de excepciones.
Uno de los países donde esta situación alcanza niveles especialmente preocupantes es Japón. Allí, las jornadas laborales interminables y el trabajo fuera de horario son algo habitual. Esta presión ha llevado a muchos jóvenes a rechazar el tradicional camino profesional de generaciones anteriores.
Como respuesta, en los últimos años han surgido distintas estrategias para evitar estos abusos sistémicos —conscientes o no— que se repiten en todo el mundo. Una de las más insólitas es la de un joven japonés que, amparándose en la Ley de Normas Laborales del país, encontró una forma legal de no trabajar ni un minuto más de lo estipulado: fundó su propia religión.
Los principios de su religión son muy claros. Tan claros que solo tiene uno: “No trabajarás ni un minuto más allá de tu horario laboral”. O, si nos ponemos bíblicos, saldrás a tu hora sobre todas las cosas. ¿Pero qué tiene que ver la religión con el hecho de salir a su hora? Que la legislación japonesa no es como la española.
Según las leyes laborales del país, no se puede discriminar a nadie por motivos de sexo, raza o religión, haciendo que no sea posible adoptar normas o tomar decisiones basándose en esos motivos
Según las leyes laborales del país, no se puede discriminar a nadie por motivos de sexo, raza o religión, haciendo que no sea posible adoptar normas o tomar decisiones basándose en esos motivos. Ahí es donde este japonés, Motohiro Hisano, encontró un agujero legal para crear su religión, Motohiro to People. Porque si su jefe quisiera que trabajara más allá de su horario estipulado por contrato, él podría negarse aludiendo que, por motivos religiosos, no puede hacerlo. Su religión prohíbe expresamente hacerlo. Y como es una religión legamente constituida en el país, cualquier acción que emprendieran contra él sería considerada discriminatoria.
Para ser adepto de Motohiro to People solo es necesario seguir la cuenta de Twitter de Motohiro, actualmente con más de 17.600 seguidores. Con ese simple gesto, ya se te considera parte de su religión y bendecido por el mismísimo free_lance_god. Eso sí, a partir de ese instante, debes cumplir con una única condición: no trabajar ni un solo minuto más del que estipule tu contrato.
Aunque esto protege a los japoneses, eso no significa que sea una solución real a los problemas de la labor no-remunerada en los puestos de trabajo. Esto no es nada más que un parche. Uno muy ingenioso y, desde luego, hilarante, pero un parche al fin y al cabo.
La discriminación puede seguir ocurriendo, porque demostrar que se está siendo discriminando por motivos religiosos es extremadamente difícil, y llevar esos casos ante los departamentos de recursos humanos rara vez acaban bien. Además, los juicios suelen ser procesos largos que poca gente puede permitirse, tanto en términos económicos como emocionales.
La discriminación puede seguir ocurriendo, porque demostrar que se está siendo discriminando por motivos religiosos es extremadamente difícil
De ahí que la idea de Motohiro to People sea brillante y permita, en algunos puestos de trabajo, mejorar las condiciones de trabajo de algunas personas. Pero eso no quita para que no evite el problema de base que existe en la sociedad contemporánea: la idea de que es normal pedir, o incluso exigir, que un trabajador haga más trabajo del que se le paga. Que es normal y exigible que la gente invierta más tiempo de su vida del que estrictamente se ha negociado con ellos.
Pero es cierto que, como parche, funciona. Y quizás funcionaría en otros países. Aunque suene a una idea estrambótica y que no tiene sentido, es una religión oficialmente reconocida. Si una religión es reconocida como tal, no importa lo ridícula o risible que pueda parecer: está protegida por las mismas leyes que aquellas que son percibidas como serias y de gran tradición.
Por eso es una idea brillante que podría aplicarse en otros países mientras conseguimos lo que realmente necesitamos. Más protección y más consciencia social de que los contratos se firman para establecer límites claros de lo que se exige al trabajador. No sugerencias a partir de las cuales se puede añadir lo que convenga.