Loading...

Aurora Gómez, activista: “Hay lugares que se quedan sin agua porque los centros de datos consumen enormes cantidades, llegando incluso a vaciar cuencas enteras de ríos”

Tu Nube Seca Mi Río

Aurora Gómez, investigadora, psicóloga y activista del colectivo Tu Nube Seca Mi Río, estudia desde hace años la expansión de estos centros y sus efectos reales, motivada por el caso del macrocentro en Talavera de la Reina

España quiere convertirse en uno de los principales países donde albergar centros de datos, pero tiene un grave problema que no puede resolver: el calor extremo

Aurora Gómez, activista en Tu Nube Seca Mi Río.

Cedida

En los últimos años, los macrocentros de datos se han vuelto clave para la inteligencia artificial, el streaming y muchos servicios digitales. Sin embargo, su rápido crecimiento genera impactos significativos relacionados con un alto consumo de agua y energía, transformación de territorios rurales y conflictos sociales y ambientales.

Aurora Gómez, investigadora, psicóloga y activista del colectivo Tu Nube Seca Mi Río, estudia desde hace años la expansión de estos centros y sus efectos reales, motivada por el caso del macrocentro en Talavera de la Reina (Toledo).

Lee también

Amazon está construyendo un ordenador que ocupará cuatro veces la extensión de PortAventura y tendrá la capacidad de procesar el cerebro humano

Víctor Endrino Cuesta

Ahora ya lleváis tres años, pero ¿cómo nació Tu Nube Seca Mi Río?

Participábamos en un programa de radio con visión crítica. Yo iba como psicóloga y mis compañeros eran expertos en distintas áreas. Teníamos una sección de cosas raras y llamativas, y ahí descubrimos lo que pasaba en Estados Unidos con los centros de datos, en concreto en Virginia, donde empezaron a salir noticias sobre el gasto de energía, el agua... Cuando aparecieron planes para hacer algo similar de Talavera, busqué información en medios españoles y no encontré nada. Solo un programa de Radio Vallecas había hablado del consumo de agua de los centros de datos. Entonces, decidí iniciar una pequeña campaña para dar visibilidad al tema. Esperaba que la comunidad reaccionara rápido… pero han tardado.

Normalmente, los centros de datos se instalan macrocentros de datos en zonas despobladas o muy secas, ¿por qué?

En los centros de datos a hiperescala, el consumo de energía y de agua es descomunal. Por eso suelen instalarse en zonas rurales, donde existe una mayor diferencia de poder: la población local tiene más dificultades para organizarse o recurrir a abogados, a diferencia de lo que ocurre en las grandes ciudades. Esa situación facilita que las empresas puedan externalizar costes y controlar los recursos sin demasiada oposición.

Homepage de Tu Nube Seca Mi Río.

Muchas veces, los macrocentros de datos se justifican con la promesa de empleo e inversión local. Sin embargo, su instalación supone también un alto coste en agua y energía. ¿Cómo pueden equilibrar o negociar las comunidades este choque entre impulso económico y coste ambiental?

Para empezar, hay que cuestionar la narrativa de que la inversión digital es la solución económica. Muchos pueblos, como Talavera, hace años tenían industria y cultura propia con infraestructura suficiente. Los centros de datos no generan empleo local significativo, no pagan impuestos y encima se les subsidia. Lo que se necesita son negocios diversos y servicios básicos como trenes, no solo inversión digital. La digitalización no es la solución, es el problema, porque en los sitios donde se sitúan los centros de datos se genera una gran gentrificación de energía y de agua.

Hay muchos videos en TikTok sobre personas en Virginia (la zona con más centros de datos del mundo) que explican cómo tienen mucha menos presión de agua en sus casos o cortes de luz

Sí, es real. Hay lugares que se quedan sin agua porque los centros de datos consumen enormes cantidades, llegando incluso a vaciar cuencas enteras de ríos. Esto genera impactos locales directos y, a la vez, repercusiones globales por el consumo energético y la contaminación asociada. Además, muchas personas sufren cortes eléctricos y la contaminación del aire aumenta, ya que los centros de datos utilizan generadores diésel de respaldo que, en la práctica, funcionan a diario debido a la alta demanda energética. 

Los centros de datos no generan empleo local significativo, no pagan impuestos y encima se les subsidia

Aurora Gómezactivista en Tu Nube Seca Mi Río

Y es una realidad cada vez más habitual, ¿no?

Un ejemplo extremo es Memphis, donde un centro de datos de Elon Musk emplea 35 turbinas de gas. Esto hace que se aumente el coste de la luz, se calcula que ahora mismo hay un incremento del 8% en la factura de la luz en todo Estados Unidos por los centros de datos. En resumen, se suman costes de salud, costes de agua, costes de energía y costes también sociales y ambientales, ya que ocupan grandes extensiones de espacio natural, a veces con restos arqueológicos, como ocurre en Villamayor de Santiago.

Muchas empresas tecnológicas hablan de “centros de datos verdes” o “energía 100% renovable” para justificar su expansión. ¿Son realmente soluciones?

Es greenwashing y también bluewashing. Cuando empezamos con el proyecto hace tres años, una de las principales narrativas que usaban para vender los centros de datos en Aragón era que venían porque había mucha energía renovable. El problema es que expertos en renovables de Aragón advertían que esos centros iban a consumir prácticamente toda la energía renovable disponible, obligando a duplicar proyectos. El Maestrazgo, por ejemplo, está destrozado por la cantidad de parques eólicos. Así que ese “verde” no es tan real. En Estados Unidos están comprando centrales nucleares, reabriendo centrales de carbón y apostando por el gas, con todos los conflictos geopolíticos que implica. No hay fuente limpia capaz de alimentar semejante consumo.

Lee también

Google está construyendo tres centrales nucleares con un único propósito: alimentar a sus sistemas de Inteligencia Artificial

Juan Carlos Saloz

¿Y en España?

En España usan también el bluewashing (concepto aplicado al agua), ya que tras las riadas en Aragón se dijo que gracias a la IA sus tecnologías ayudarían a predecirlas. Pero es absurdo porque el cambio climático es impredecible y, además, los propios centros de datos lo agravan. Su industria ya emite tanto CO₂ como la aviación y sigue creciendo. De hecho, se estima que para 2030 la mitad de toda la energía de Estados Unidos será consumida solo por centros de datos, sin contar con toda la cadena de suministros de la IA, que añade más extractivismo de agua, energía y materiales. El problema es enorme.

Se suele presentar la digitalización como algo inmaterial y descarbonizado, ¿qué riesgos hay en alimentar esa idea de una “nube limpia”?

El primer riesgo es no ver los problemas reales. Esa narrativa de la “inmediatez de la nube” es una gran narrativa del tecnocapitalismo para que olvidemos que detrás existe una infraestructura muy material, dolorosa para la naturaleza y las comunidades. Cuando tienes esa mirada, de repente ves las conexiones en todo. Cuando yo veo que Trump está negociando las tierras raras de Ucrania, no me olvido que las tierras raras son los materiales críticos más importantes para la digitalización. O los incendios de sexta generación que vivimos en la península. Todo está ligado al cambio climático y al consumo brutal de energía y materiales de la digitalización. La opción más sensata sería simplemente reducir, decrecer en el uso de IA y de tecnologías de altísimo procesamiento.

La digitalización no es la solución, es el problema, porque en los sitios donde se sitúan los centros de datos se genera una gran gentrificación de energía y de agua

Aurora Gómezactivista en Tu Nube Seca Mi Río

Pero parece difícil decrecer cuando se empieza a instalar la visión de que la IA es algo inevitable. Muchas personas usan ChatGPT a diario sin planteárselo.

Yo entiendo la pregunta, pero mi mundo es distinto. Llevo años trabajando con software libre, licencias abiertas y dispositivos reparables. Todo mi negocio funciona en servidores antiguos que aún rinden bien. Esa experiencia da autonomía… abrir un ordenador, entender procesos, repararlo. Eso se pierde cuando dependemos de sistemas privativos o servicios de IA que nos dan “todo hecho”. El problema no es solo usar ChatGPT para recetas, salud o divorcios, nos resta habilidades como escribir, compartir y gestionar emociones con otros. ¿Te acuerdas cuando la madre Blancanieves le decía al espejito, “Espejito, espejito, ¿quién es la más guapa?” Y el espejito decía lo que quería oír, pues así es ChatGPT. 

Nunca me lo había planteado, pero totalmente.

Todo eso genera pereza cognitiva y erosiona nuestra capacidad de afrontar la frustración. Y ChatGPT es solo una parte, a mí lo que más me preocupa es cómo la IA ya se está aplicando de forma invisible, por ejemplo, en hospitales, en transcripciones o incluso en decisiones médicas sin supervisión humana. Cuando buscas en Google, ya te sale la respuesta de la IA sin que tú quieras. Ahí el riesgo es mucho mayor.

Meta Data Center Campus en Talavera de la Reina.

Protection Data

Algunas empresas están planteando proyectos futuristas como centros de datos en órbita, alimentados con energía solar, sin necesidad de agua para refrigeración y con menor huella ecológica. ¿Qué valor tienen estas propuestas?

Son pura narrativa tecnoutopista. Cuando planteas un problema real, la estrategia suele ser proponer una solución espectacular de ciencia ficción para distraer: “mira el pajarito”. En vez de hablar de lo básico (qué leyes vamos a hacer, cómo regular, por qué no hay transparencia, por qué no informan los medios locales) nos entretienen con estas ideas imposibles. En las charlas, cuando llegamos al final y la gente, sobre todo hombres, nos hacen las preguntas sobre centros de datos en el espacio, les decimos que los problemas tecnológicos no se solucionan con más tecnología, sino con políticas y con repensar quién controla las infraestructuras. 

¿Pero hay algo de realidad tras estos proyectos?

Para nada. En lo práctico, son proyectos inviables porque sabemos lo que significa tener que cambiar un disco duro de madrugada en un centro de datos. Eso de trabajar desde el espacio es directamente imposible y carísimo. Son delirios de ingenieros que no quieren ver que el problema está antes, en cómo concebimos la tecnología y al servicio de quién está.

¿Te acuerdas cuando la madre Blancanieves le decía al espejito, “Espejito, espejito, ¿quién es la más guapa?” Y el espejito decía lo que quería oír, pues así es ChatGPT

Aurora Gómezactivista en Tu Nube Seca Mi Río

¿Por qué es tan difícil conocer los datos reales de consumo hídrico o energético de estas infraestructuras?

Por la falta de transparencia, que es una de las estrategias principales de estas empresas a nivel mundial. Lo digo con rotundidad porque justo estoy elaborando un informe y cuando empecé en este tema pensé que era incapaz de encontrar la información, pero descubrí que simplemente no estaba legislada. Ahora, aunque ya lo está a nivel de la Unión Europea, las compañías siguen sin dar datos. Y la opacidad no es solo sobre cuánto consumen, empieza incluso antes: con quién se va a instalar en tu región, ya que siempre se presentan con nombres falsos.

¿Nombres falsos?

Sí. En Holanda, Meta se instaló en Zeewolde bajo el nombre de Operación Tulipán y fue un periodista local quien destapó que detrás estaba Meta. La reacción pública obligó a la alcaldesa a confirmarlo. En Talavera de la Reina, Meta se presentó como Zarza Network, en Tucson, Oregón, Amazon intentó instalarse como Proyecto Blue... Cuando se supo quién estaba detrás, también echaron atrás el proyecto.

Plano del centro de datos de Talavera de la Reina.

Cuéntame más

También usan herramientas como los NDA (acuerdos de confidencialidad). Funcionarios públicos firman compromisos de silencio sobre proyectos que afectan a toda la ciudadanía. Eso es profundamente antidemocrático: impide la transparencia y el debate público. En Virginia, activistas están presionando para prohibir estos acuerdos porque son incompatibles con la democracia. En Oregón, tres concejales que votaron a favor de un centro de datos de Amazon compraron a bajo precio una empresa de fibra óptica que resultó ser la contratista del proyecto. En España los medios se han centrado en el consumo energético de estos centros (que es legítimo), pero la parte democrática de cómo se instalan está muy poco explorada. No sabemos quién entra, no sabemos cuántos recursos consumen, no sabemos qué ocurre con los residuos electrónicos.

¿Qué pasos concretos puede dar una persona de a pie para apoyar o participar desde su territorio?

Lo primero es juntarse con sus vecinas y tener la conversación. Ya hay comunidades en España en el Vallés, Tarragona, Valencia, Talavera de la Reina, Aragón… Lo importante es hablar y empezar a organizarse. Pueden ponerse en contacto con colectivos como el nuestro. Es importante hacer preguntas incómodas a sus políticos, a sus representantes, preguntar a los medios de comunicación locales porque no están sacando esta información. ¿Por qué la nube de mi universidad pertenece a Microsoft y mis datos están entrenando la IA en vez de que antes estuvieran los servidores y los sótanos de mi propia universidad? ¿Por qué la administración pública está contratando a estas empresas que son tan depredadoras del medio ambiente?

Lee también

Mark Zuckberg está dispuesto a ganar la guerra de la IA cueste lo que cueste: este es el ambicioso plan que le ha llevado a fichar a genios como Alexandr Wang

Esteve Almirall

¿Hay ejemplos recientes de acciones colectivas que hayan funcionado?

Sí. Por ejemplo, en Tucson se detuvo un proyecto, en Chile se aprobó una ley sobre centros de datos, y en Seattle se han ralentizado proyectos similares. En Estados Unidos hay más de 140 colectivos luchando contra centros de datos, que están parando o ralentizándolos. Eso ya nos dice que hay una posibilidad de acción muy fuerte, que ellos quieren correr y simplemente ponerle palitos en las ruedas e ir despacio es una gran ventaja para nosotros y para el planeta.