Más allá de ser uno de los científicos más influyentes de la historia, Albert Einstein, fue un padre que se preocupó por el desarrollo y la felicidad de sus hijos.
Así lo argumentan varias cartas que mantuvo a lo largo de su vida con su propio hijo Hans Albert como se recoge en el libro Dear Professor Einstein: Albert Einstein’s Letters to and from Children (Prometheus Books, 2002).
Uno de los ejemplos más significativos se dio en 1915, cuando Einstein escribió a su hijo de once años, Hans Albert, mientras su familia vivía en Viena y él se encontraba en Berlín. La carta, recogida en concreto en Posterity: Letters of Great Americans to Their Children (Anchor, 2008), refleja su punto de vista sobre la educación y el aprendizaje.
“Estoy muy contento de que halles placer en el piano. Eso y la carpintería son, en mi opinión, las mejores actividades para tu edad, mejor incluso que el colegio… Toca al piano principalmente lo que te guste, aunque la profesora no te lo asigne. Esa es la mejor manera de aprender, cuando estás haciendo algo con tal disfrute que no te das cuenta de que el tiempo pasa” dijo.

Albert Einstein en bicicleta
Einstein resaltaba la importancia de aprender a través del disfrute y la curiosidad, más allá de los programas académicos establecidos.
No solo buscaba que sus hijos adquirieran conocimientos, sino que desarrollaran pasión por aquello que hacían, comprendiendo que el aprendizaje auténtico surge cuando la motivación interna supera la obligación externa.

Albert Einstein en el Instituto de Tecnología de California
En la misma carta, el físico quiso destacar lo importante que le supuso el hecho pasar tiempo juntos y compartir experiencias que no podrían obtener de otra persona: “Lo que he conseguido gracias a mi extenuante trabajo no debe valer sólo para los desconocidos, sino sobre todo para mis propios hijos” redactó.