Hace unos días volví de Shenzhen, ciudad capital de la tecnología china en la que tuve el placer de asistir a la presentación de las Vivo Vision Discovery Edition, las nuevas gafas de Realidad Mixta de Vivo. En la breve pero intensa visita al país asiático, descubrí que nos llevan años de ventaja: cuentan con todo tipo de tecnología que, probablemente, pronto llegará a occidente. Sin embargo, lo que más me sorprendió no fueron los robots ni los sistemas de pago avanzados, sino su obsesión por el juguete de moda: el Labubu.
Si bien el Labubu ya es todo un clamor en España, volviéndose viral gracias a su presencia en redes sociales, en China la obsesión estaba mucho más descontrolada. En todos los escaparates había cientos de Labubus dispuestos a ser comprados, como Gremlins reproducidos sin control en busca de un hogar.
Pero ¿cuál es la historia detrás de este fenómeno viral? Ante esta pseudo-religión impulsada por criaturitas graciosas, me puse a investigarlo. Y fue entonces cuando descubrí a Kasing Lung, ilustrador y diseñador que se ha convertido en millonario de la noche a la mañana.

Obsesión por los labubus.
Kasing Lung
El hombre detrás del monstruo
Kasing Lung nació en Hong Kong en 1972, pero emigró de niño con su familia a Bélgica. Fue aquella experiencia de desarraigo lo que marcaría su vida. Incapaz de comunicarse con fluidez en un entorno nuevo, encontró refugio en los libros ilustrados y en la fantasía. “Me gustaba leer cuentos y estaba muy influido por las leyendas europeas de elfos antiguos”, recordaba en una entrevista con Hypebeast.
De esa mezcla entre ternura y misterio surgiría años después Labubu, un personaje mitad travieso, mitad inocente, heredero directo de los duendes de la tradición celta y germánica. Pero su diseño va más allá. El propio Lung ha reconocido en varias ocasiones que Labubu es, en cierto modo, un alter ego.

Los labubus conquistan el mundo.
En conversación con CGTN Europe confesó lo siguiente: “Labubu está en mi alma. Hace las cosas que yo quiero hacer pero no me atrevo”. La criatura representa, según él, ese espíritu osado y juguetón que no siempre aflora en la vida cotidiana.
“Cuando era pequeño no tenía consolas ni ordenadores”, añadía en Hypebeast. “Tenía que dibujar muñecos con un bolígrafo, y desde niño ya pensaba en pintar cuentos de hadas”. Esa pulsión creativa lo llevó a estudiar diseño gráfico y a publicar sus propias historias ilustradas. Fue en la serie de cuentos The Monsters donde apareció por primera vez Labubu, el duendecillo que acabaría marcando su carrera.
Labubu no es perfecto. Es travieso, a veces cruel, a veces inocente. Refleja lo que somos como humanos
El salto del papel a la estantería comenzó en 2015, cuando la firma How2Work lanzó las primeras figuras coleccionables de Labubu. Sin embargo, la verdadera explosión llegó en 2019 con la alianza con Pop Mart, la compañía china que revolucionó el mercado con su sistema de “blind boxes” o cajas sorpresa. Esa estrategia convirtió a Labubu en objeto de deseo de coleccionistas en toda Asia, donde la expectación por conseguir la figura exclusiva desató auténticas fiebres de compra.

Un bolso Hermès naranja con un charm marrón del monstruo Labubu.
La consagración definitiva llegó hace poco, en 2024, cuando la cantante Lisa, del grupo surcoreano BLACKPINK, apareció en público con un llavero de Labubu colgando de su bolso. La imagen dio la vuelta al mundo y disparó las ventas. Según datos recogidos por Wired, en la primera mitad de 2025 Pop Mart alcanzó ingresos de 4.810 millones de yuanes (unos 670 millones de dólares), en gran parte impulsados por la popularidad del personaje. Labubu rivalizó así en cifras con iconos históricos como Barbie o Hot Wheels.
Para Lung, la clave no está únicamente en el éxito comercial, sino en la carga simbólica que porta el muñeco. “Labubu no es perfecto”, explicó en una entrevista con The Art Gorgeous. “Es travieso, a veces cruel, a veces inocente. Refleja lo que somos como humanos”. Esa ambivalencia parece ser la que ha cautivado a públicos de distintas generaciones, desde adultos coleccionistas hasta jóvenes que lo muestran como símbolo de identidad en redes.
Labubu es, en apariencia, un simple juguete. Pero en la práctica encarna un nuevo paradigma del lujo y la cultura contemporánea. Ya no se trata solo de joyas o bolsos exclusivos, sino de objetos que combinan exclusividad con eso “cuqui” que tanto nos gusta a todos.