Nació en la ciudad argentina de Chacabuco hace más de cuarenta años, pero hace ya 24 que vino a Cataluña y 16 que vive en Barcelona. La ilustradora saltó a la fama inesperadamente cuando colgó su blog autobiográfico Diario de una volátil, que con su estilo fresco, cotidiano y humorístico, conectó rápidamente con miles de mujeres y generó un éxito abrumador.
Desde entonces ha escrito e ilustrado siete libros, que han llegado a más de 200.000 lectores y han sido traducidos a varios idiomas, convirtiéndola en una de las autoras de novela gráfica más populares, especialmente en Europa y América Latina. Ahora añade un octavo título a su trayectoria, Hoy, mientras reconoce que quizá en poco tiempo su personaje icónico, La volátil, da un paso más allá.
Creo que eres la primera entrevistada que empieza su historia de éxito a consecuencia del robo de su ordenador…
Era el año 2011. En ese momento hacía pocas semanas que me había comprado un ordenador a cuotas y es verdad que, gracias a ese robo, en parte, empecé a enseñar en redes mis dibujos de La volátil. Previamente al robo, enseñaba otro tipo de dibujos mucho más oscuros y técnicos, pero cuando me lo robaron, me quedó solamente un ordenador muy viejo y mi diario íntimo donde yo explicaba mis anécdotas y mis vivencias en Barcelona a través del personaje de La volátil. Me parecía que no iba a interesar a nadie, pero para pasar un poco el rato y porque no tenía nada más, decidí colgarlo. Fue subir una viñeta en mi Facebook personal y darme cuenta de que esos dibujos gustaban más que lo que enseñaba antes. Ahí fue cuando empecé a dibujar más con este personaje y a mostrar más hasta llegar a lo que soy hoy.
¿Qué crees que enganchó tanto a las personas que vieron estos dibujos de La volátil en tu Facebook?
Principalmente, creo que el hecho de dibujar sin pensar que eso lo va a ver alguien. Cuando dibujas para ti, sin la pretensión de que sea visto, no te limitas, eres auténtica. Esta premisa la mantengo muy latente porque hace que todo sea muy natural, muy genuino. La volátil es un personaje con el que la mayoría de mujeres se sienten identificadas, al que le pasan cosas que nos pasan también al resto, pero que quizá nadie dice. Me di cuenta de que necesitábamos sentirnos apoyadas, arropadas, escuchadas, y creo que hace quince años, cuando todavía no existían prácticamente las redes sociales, esto fue como un boom porque eran temáticas que no se veían habitualmente.
Debiste de tener mucha interacción con tus seguidores…
Un montón, pero recuerdo especialmente una chica que vino a una de mis firmas y me dijo que hacía años que no podía salir de casa porque tenía agorafobia. Me dijo que ese día había salido por primera vez para conocerme y para que le firmara el libro. Esa historia la plasmé en mi libro La compañera, porque una no es consciente de hasta dónde puede llegar. Cada día me encuentro con historias que me impactan.
Me di cuenta de que necesitábamos sentirnos apoyadas, arropadas, escuchadas, y creo que hace quince años, cuando todavía no existían prácticamente las redes sociales, fue como un 'boom'
En poco tiempo conseguiste miles, decenas de miles y ahora centenares de miles de seguidores. ¿Cómo cambió tu vida? ¿Hay un antes y un después?
¡Desde luego! Gracias a compartir las viñetas ahí, me llamaron de una editorial y pude hacer mi primer libro. Todo fue cogiendo un camino que realmente no me esperaba. Cuando apareció Instagram, ahí ya vi el potencial. La gente pedía tener mis productos y me planteé hacer mi página web y venderlos.
¿Ha cambiado la manera en que utilizas tus redes sociales durante todo este tiempo?
Sí, me pasa algo curioso con las redes. Si tú miras mi Instagram o Facebook, verás que pongo solamente cosas de mi trabajo. Al principio sí que quizá me exponía más y no tomaba dimensión de hasta dónde podía llegar, pero empecé a escucharme, a cuestionar si me sentía cómoda exponiéndome así… y realmente no. De hecho, en muchos de mis libros opté por no hacer promoción porque me abrumaba. Mi trabajo es muy solitario y las redes o las promociones requerían mucha exposición de repente. Ahora soy muy cautelosa con mi vida, mi ocio, mi familia... y, de hecho, prácticamente ni salgo en redes. Controlo mucho más, hago lo que me apetece hacer y me expongo hasta donde yo quiero. Todo lo demás me lo reservo para mí.
Parece que hayas tenido alguna mala experiencia, Agustina…
Sí, sí, me han pasado cosas. Por eso tengo cuidado. Por lo general la gente que me sigue es muy amorosa, pero siempre puede haber alguien que te genere miedo, a quien temas un poco, y no quiero estar en esa situación.
Los temas de tus dibujos son muy personales, ya que tocan sentimientos, miedos y angustias. A la vez, el trazo tiene una estética muy artesanal, muy manual. ¿Tienen cabida las herramientas digitales en tu proceso de creación?
A día de hoy, el proceso es 100% digital. En mis primeros libros no, porque utilizaba mucho lápiz y rotuladores, escaneaba, borraba, volvía a escanear, volvía a dibujar… En ese momento, dibujaba el trazo en blanco y negro, luego lo escaneaba y entonces lo pintaba. El color nunca lo di de manera manual, sino que lo hacía con ordenador. Pero ahora todo lo hago digitalmente. Por ejemplo, en todos mis libros yo hago los bocetos, añado la tipografía que tengo creada y los maqueto.
¿En algún momento del proceso entra en juego la inteligencia artificial?
La IA no ha entrado en mi vida y de momento no siento que lo necesite. No descarto que llegado el momento pueda recurrir a ella, pero ahora mismo tengo una relación de desconocimiento y hasta un poco de temor al respecto. Lo que estoy viendo en cuanto a ilustraciones me genera preocupación, en el sentido que estas herramientas quizá puedan sustituir cierto trabajo de los ilustradores. Tengo algún amigo que me ha enseñado como le pide a la IA un logotipo con un dibujo de un loro, dos maracas y una falda… ¡y en cinco minutos lo tiene! Eso me preocupa, porque me plantea dónde va a quedar relegado nuestro trabajo. A mi público le fascina cuando cuelgo en redes parte del proceso creativo de algunos de los dibujos que hago o de cómo escribo. A día de hoy, ese proceso todavía es inexistente con la inteligencia artificial. Se nota que un dibujo está hecho con IA porque hay algo que falta, ese mensaje desde nuestra parte más emocional. Por eso de momento intento seguir mi camino, resistirme a utilizar esas herramientas.
Sin embargo, las herramientas digitales sí te han permitido mejorar tu trabajo. ¿En qué te ayudan?
Fíjate, cuando haces un trazo con una herramienta digital, puedes probar, borrar, poner un color, sacarlo, probar una perspectiva, sacar un gesto, cambiarlo, modificar... Poder probar hace que la mano se te vaya ablandando, que las ideas vayan creciendo y que dispongas de un abanico más grande de posibilidades. Y no solo para ir más rápido, sino para experimentar.
¿Planteas tus dibujos de manera diferente cuando los publicas en redes que cuando los publicas en un libro físico?
Absolutamente. Abismalmente. De hecho, hay algo muy curioso que sucedió con un libro que titulé A calzón quitado. Eran ilustraciones que había publicado ya en internet, muy sencillas porque entiendo que en redes tienen que tener muy poco texto y ser más directas. Gustaron un montón y mi editora dijo que podíamos transformarlo en un libro. Lo hicimos y no funcionó. No funcionó en absoluto. De hecho, es mi libro menos vendido. Sin embargo, en internet esas ilustraciones son las más vistas. Muchas veces tendemos a creer que, porque haya tenido muchos likes, eso mismo va a funcionar en un libro. Y no es así. Lo que funciona en redes no tiene por qué funcionar fuera de ellas. Yo para un libro, trabajo en otro lenguaje, otros detalles, otros colores, el papel… El ritmo de lectura cambia.
Muchas veces tendemos a creer que, porque haya tenido muchos likes, eso mismo va a funcionar en un libro. Y no es así. Lo que funciona en redes no tiene por qué funcionar fuera de ellas
Soy muy fan de un formato que probaste en Instagram: las novelas virtuales.
¡Fue maravilloso! De hecho, me apetece hacer otra vez otra novela virtual. Había llegado a un punto en donde Instagram me estaba demostrando que tenía una herramienta muy potente y que tenía que ser honesta con lo que quería enseñar y el mensaje que quería dar. Por esa cosa tan acelerada de ir pasando publicación tras publicación, viéndolo todo tan rápido, me propuse regalar espera, regalar el hecho de saber esperar. Se me ocurrió hacer una novela por partes: cada lunes a la misma hora colgaba cinco páginas de esa historia y un “continuará”. Y cada lunes a la misma hora nos reuníamos con mis seguidoras para ver la novela juntas. Y mi novela, mi propia novela, desde otro lugar, eran los comentarios. Porque yo la historia ya la tenía hecha, pero no los comentarios, la reacción de cada uno. Muchas me escribían y me decían “yo voy a esperar a que esté la novela entera para leérmela completa, porque no puedo esperar”, pero me pareció que la mayoría me siguió en este formato.
¿Estás muy pendiente de las métricas?
Te digo la verdad… Hubo un momento en que teníamos un grupo con otras amigas ilustradoras y hablábamos de a qué hora había que colgar tal cosa, de si había que poner más de diez stories, de si no había que poner enlace... Pero yo me saturé porque nunca había sido así, y llegué a un punto en que dije que ya me daba igual. Colgaría en el horario que quisiera, compartiría lo que me apeteciera y, si el algoritmo no me hacía visible alguna publicación, pues a lo mejor la siguiente sí.
¿Te ocupa mucho tiempo gestionar tus redes?
La verdad es que no. De hecho mi editora me dice que cómo tengo tan claro los stories, lo que cuelgo, lo que comparto, cuándo lo pongo… Yo le digo que soy completamente intuitiva, que no pienso previamente. Lo que me lleva tiempo es hacer el dibujo y escribir la historia, ¡pero eso es lo que me gusta! No quiero invertir tiempo luego pensando cómo lo pongo ni con qué texto. ¿Será porque tengo 43 años y no estoy en esa movida? Me dejo llevar por lo que me apetece en el momento.
Pues tu movida gusta porque a día de hoy tienes más de 500.000 seguidores en Instagram… ¡y creciendo! ¿Nos compartes el secreto para mantener una comunidad tan numerosa y tan fiel?
Creo que es por mi manera de contar. Si ahora me sucede algo y me apetece dibujarlo, lo hago, pero intento no pensar mucho en los seguidores. Están ahí, lo sé, y gracias a ellos muchas veces me sale trabajo. A veces, cuando surgen colaboraciones con marcas, lo primero que te preguntan es la cantidad de seguidores que tienes y las visualizaciones. Al principio renegaba de eso porque no me preguntaban por mi trabajo, pero después pensé que si se juega así, jugaría así. Sin embargo, intento que eso no me despiste, seguir siendo auténtica con mi trabajo.
¿Qué consejo darías a alguien que esté empezando a mostrar su trabajo en redes y que va un poco perdido?
Si pretendes vivir de esto, si quieres que sea tu trabajo, mi sugerencia es que lo enseñes y toques todas las puertas que puedas. Otra cosa que también me parecería destacable es que no te obsesiones con el estilo. A menudo no enseñas nada porque no tienes tu estilo todavía, pero eso se va forjando poco a poco. Yo veo mis primeros dibujos y pasé por todos los estilos habidos y por haber hasta que encontré donde me siento cómoda… ¡y aun así sigue mutando! Somos orgánicos, evolucionamos y si esperas tener un estilo, eso no va a suceder nunca.
Y en esa evolución… ¿te imaginas que tu personaje más querido, La volátil, salte de las páginas de los libros o de los reels de tu Instagram y se convierta en un personaje de una serie de animación?
Mira, me lo imagino tanto… ¡que puede que vaya a suceder! No lo digo muy alto porque está cogido con pinzas, pero sería algo que me haría muchísima ilusión. No puedo contar nada porque todavía no es nada, pero me parecería que es el siguiente paso.



