Cuando la PlayStation Portable (PSP) salió al mercado en 2005, quedó claro que el futuro del gaming tenía que ser portátil. No tenía sentido, ya a esas alturas, que lo mismo que podías jugar en una televisión no pudieras jugarlo en una pantalla que te pudieras llevar a cualquier lugar. Pero aquí estamos, veinte años después, analizando si por fin hemos dado con una consola lo suficientemente potente y accesible como para que este debate se pueda terminar de una vez.
Lo primero que notas al probar la ROG Xbox Ally X es que no es una consola per se de Xbox: se trata, en realidad, de un PC de bolsillo. No tiene nada que ver con la experiencia de Nintendo Switch 2 ni con Steam Deck, que están basadas al 100% en crear un ecosistema jugable donde todo esté optimizado para los videojuegos. Y esto tiene su parte positiva y su parte negativa.
La positiva es evidente. ROG Xbox Ally X quiere democratizar los videojuegos; generando una experiencia portátil al nivel sin que por ella tengas que renunciar a Steam, Epic, GOG o Battle.net. Por lo tanto, si eres uno de esos gamers que tiene su catálogo desplegado por todos lados y simplemente quieres disfrutar de todo desde una misma interfaz, es una opción impecable.
ROG Xbox Ally X.
Pero su parte negativa no es menor. Microsoft prometía con el Xbox Full Screen Experience que podríamos jugar “sin pensar en Windows”. Y es cierto que el sistema arranca directamente en esa interfaz, mostrando la biblioteca unificada de Game Pass, Steam, Epic o GOG. Pero la realidad es otra: la consola depende al 100% del ecosistema Windows, y eso es sinónimo de que la burocracia de su sistema lo pueble todo.
Cuando enciendes la ROG Xbox Ally X, lo primero que te encuentras es un menú desde el que tienes que instalar, personalmente, tus diferentes catálogos. Luego ya, cuando tienes todo listo, los juegos se agregan a una biblioteca unificada. Pero pasan horas hasta que llega ese momento, por lo que te puedes olvidar de la experiencia de jugar a tu Xbox de manera directa.
ROG Xbox Ally X quiere democratizar los videojuegos; generando una experiencia portátil al nivel sin que por ella tengas que renunciar a Steam, Epic, GOG o Battle.net
Además, Windows asoma cuando ya lo tienes todo listo. Cuelgues constantes, pop-ups fuera de foco, actualizaciones que no esperabas... A pesar de solo haber podido probar la consola durante unas dos semanas, ya me he encontrado con todos estos problemas. Y aunque pueden solucionarse en el futuro con actualizaciones, la sensación que da en todo momento es que no está optimizada para lo que busca ofrecer.
A nivel gráfico, eso sí, es una experiencia envidiable. Si bien no llega los 4K, su pantalla Full HD de 7 pulgadas (1920 × 1080 píxeles) ofrece una nitidez y fluidez sobresalientes para una portátil. Y, por lo general, su tecnología FreeSync Premium hace que los juegos se vean suaves y sin tirones. Pero cuando estás haciendo algo más con la consola en segundo plano, como descargar un título pendiente... los problemas asoman.
ROG Xbox Ally X.
En cuanto a la experiencia como portátil, no está nada mal. Alcanza hasta 500 nits de brillo, lo que permite jugar sin problemas en entornos muy iluminados, y está protegida con cristal Gorilla Glass Victus con recubrimiento DXC, que reduce reflejos y mejora la resistencia.
Y, donde sí puede decirse que no tiene rival, es a nivel ergonómico. Cuando la tienes entre las manos, se siente sólida, elegante y muy cómoda de manejar. Es más gruesa y pesada que una Steam Deck (715 gramos frente a 669), pero sus agarres tipo mando de Xbox hacen que resulte más cómoda que cualquiera de sus competidoras. La sensación es la de sostener un mando premium al que, de repente, le han integrado una pantalla de 7 pulgadas.
El rendimiento también es el mejor del mercado. Cuenta con un procesador AMD Ryzen AI Z2 Extreme —un chip híbrido con 8 núcleos y 16 hilos, además de una NPU integrada para tareas de inteligencia artificial— y con una gráfica RDNA 3 y a los 24 GB de memoria LPDDR5X. Que, básicamente, querría decir que puede mover sin problema juegos como Cyberpunk 2077 o Forza Horizon 5 entre 40 y 60 fotogramas por segundo. Aunque en la realidad no siempre es así.
Dicho esto, cabe preguntarse “¿qué es lo que buscamos más cuando jugamos en portátil?”, y la respuesta es evidente... jugar en portátil. La autonomía es el mayor talón de Aquiles de la ROG Xbox Ally X. ASUS presume de una batería de 80 Wh, un salto considerable respecto al modelo anterior, pero en la práctica no logra superar las 2 horas y media de juego real con títulos exigentes. En Cyberpunk 2077, la batería se agota antes de que termines una misión larga. En Forza Horizon 5, apenas supera las 3 horas. Si bajas la intensidad gráfica o te limitas a títulos indie, puedes alcanzar las 4 o 5 horas, pero para eso puedes tener opciones mucho más económicas.
Porque todo lo anterior se lo perdonaríamos si no fuera porque estamos hablando de una máquina de 899,99€. Vamos, casi 1000 euros de consola: es más cara que Nintendo Switch 2, que Steam Deck e incluso que PS5 y Xbox Series X. Por tanto, el desembolso parece difícil de justificar.
No queda claro para qué tipo de jugador puede ser la ROG Xbox Ally X. Los casuales se encontrarán ante una experiencia demasiado técnica, con una curva de aprendizaje impropia de una consola. Y los más jugones verán que, a pesar de todo lo que promete, no está bien optimizada (al menos de momento) y se queda lejos de ser la promesa de fluidez que prometía.
Todo depende del precio. De tratarse de una consola más barata, seguramente pueda haber competido en un mercado que, aunque sea algo volátil, comienza a definir cómo serán las consolas del futuro. Sin embargo, gastarse casi 1000€ en una consola (y portátil) no parece ser accesible para la mayoría. Y eso significa que, por desgracia, puede estar condenada al olvido. Porque el futuro pasa por las consolas portátiles... pero no por la ROG Xbox Ally X.



