El paisaje presentista

Contemplan el paisaje. El forastero solo ve lo que se ve. Los lugareños saben hasta dónde llega el camino, qué hay detrás del monte, qué pasó en aquella casa, a quién pertenecen las tierras y de quién fueron antes, qué color tiñe los campos en las estaciones del año, dónde están enterrados sus antepasados. Cada vez que miran el paisaje, el paisaje les devuelve memoria. Recupero esta imagen descrita por Bernardo Atxaga porque sirve para entender el presentismo. Es uno de los diez conceptos propuestos por la Universitat Pompeu Fabra y el Institut d’Estudis Catalans como neologisme de l’any, junto a fentanil, dana, transitar o no binario, entre otros. Se pueden votar hasta el domingo.

paisatge mosaic Priorat

 

Rosa M. Bosch

La definición de presentisme responde a “proyección de los valores del presente en el pasado”. Dicho de otro modo: descifrar el mundo desde el yo, como si todo empezara y acabara con uno mismo. Como si no hubieran existido las luchas sociales y los progresos que nos han traído hasta aquí. Como si el descubrimiento, las reflexiones, fueran propios, y no resultado de los cambios y la historia. Es un término muy acorde a la generación digital, cuyos referentes son contemporáneos y lo más perdurable que tienen son los tatuajes. El soporte de fotos, libros, vídeos y correspondencia es efímero. No quieren asimilar conocimiento tanto como expandir su ingenio, mejor si se monetiza, mejor si influye; necesitan la gratificación inmediata.

Gana el más rápido, el que logra adelantarse a los demás, lo que queda atrás carece de interés

Gana el más rápido, el que logra adelantarse a los demás, lo que queda atrás carece de interés. No tiene en cuenta las consecuencias de sus actos, porque ni el futuro ni el pasado valen demasiado. Todo se limita a una sucesión de ahoras que hay que explotar al máximo. El egocentrismo los hace protagonistas de un entorno que tampoco permanece; clic, selfie, filtros que manipulan el contexto (o sea, la realidad), exhibición en redes y a esperar aplausos. El paisaje no es memoria, sino escaparate donde exponerse.

Pretender juzgar los acontecimientos del pasado con valores del presente distorsiona la interpretación de los hechos y dificulta que uno pueda ubicarse. No acaba de saber dónde se encuentra, aunque siempre esté señalándose a sí mismo, “yo estoy aquí”. El presentista es un forastero del tiempo que no ve de dónde viene y adónde se dirige el presente.

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