La economía española volverá a ser en el 2025 la que más crezca de la Unión Europea (2,4%), en un marco de inflación controlada (2%), y con la creación de otros 500.000 nuevos empleos, hasta llegar a los 22 millones de ocupados, se llegará a otra cifra récord. Este buen comportamiento de los datos fundamentales ofrece un panorama de confianza económica por encima de un debate político excesivamente centrado en pugnas partidistas cortoplacistas. Ahora, en cambio, sería el momento idóneo para articular grandes consensos sobre los desafíos que necesita afrontar el país para consolidar un futuro de progreso y bienestar.
Como afirma la Comisión Europea, el intenso crecimiento de España lleva aparejados una gran brecha de desigualdad social y un elevado porcentaje de población en el umbral de la pobreza, con grandes dificultades para acceder a una vivienda asequible, principalmente entre los jóvenes. La tasa de paro sigue siendo, asimismo, la más elevada de la UE. Esa es la dura cruz de la cara amable del país que presentan los buenos datos macroeconómicos.
De cara al 2025, la vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, intenta establecer –a través de un acuerdo ya pactado con los sindicatos– la reducción de la jornada laboral. Su aplicación, sin embargo, depende de que la ley pueda aprobarse en el Congreso de los Diputados. Pero de momento no hay mayoría parlamentaria para sacarla adelante, ya que Junts se desmarca del bloque de investidura y no está dispuesto a apoyar dicha medida.
Antes que la reducción de la jornada laboral –o bien en paralelo–, España debería afrontar la mejora de la productividad, cuyo índice es uno de los más bajos de Europa. Impulsar la reducción de la jornada laboral sin tener en cuenta la producción por hora trabajada es un grave error que contribuirá a la pérdida de competitividad, a una mayor dificultad para incorporar valor añadido al tejido productivo y al agravamiento de la brecha de desigualdad y pobreza que denuncia la UE.
España volverá a ser el país de la Unión Europea con mayor tasa de crecimiento
Junto a un pacto nacional para la productividad es necesaria la adopción de medidas urgentes para ampliar la oferta de viviendas de alquiler asequible. La creación de una gran empresa pública para la promoción y construcción de viviendas, prometida por el presidente del Gobierno, queda para este año que comienza. Mucho nos tememos, sin embargo, que tarde mucho en dar frutos. Lo que realmente se necesita es un gran acuerdo nacional de vivienda con la implicación de los grandes partidos y el conjunto de los agentes del sector.
El enorme endeudamiento acumulado por el Estado español a causa de la gran crisis económico-financiera iniciada en el 2007-2008, de la pandemia y de la guerra de Ucrania se eleva ya a 1,6 billones de euros, lo que representa el 104,4% del PIB. Esa es una gran losa que pesa sobre la economía española y, principalmente, sobre las futuras generaciones. En este sentido, sería preciso otro gran consenso para pactar la reducción escalonada de dicha deuda a un ritmo mayor que el fijado por el Gobierno.
La ausencia de un proyecto de presupuestos generales del Estado para el 2025 y la adopción de medidas tributarias a golpe de decreto, a su vez, han creado una inseguridad jurídica que penaliza la inversión y el ahorro. La reforma en profundidad del sistema fiscal español, incluida la financiación autonómica, es otro de los grandes desafíos pendientes.
La otra cara de la situación es el elevado nivel de pobreza y desigualdad social
Las grandes incertidumbres ante el 2025, en cualquier caso, se derivan de la guerra comercial que Donald Trump puede iniciar con China y Europa a partir del 20 de enero, cuando tome posesión, ya que podría provocar mayor inflación y menor crecimiento económico. El otro frente exterior de incertidumbre son las guerras en Ucrania y Oriente Medio y su impacto en los costes energéticos. Las elecciones en Alemania, asimismo, serán clave para la economía europea.
Pero en España, de momento, los dos grandes motores del crecimiento económico mantienen su potencia. El consumo crecerá apoyado por la creación de empleo, por la ganancia de poder adquisitivo de salarios y pensiones, por el aumento de la inmigración y, asimismo, por otro nuevo año récord de turismo. La inversión, por su parte, también crecerá por el impulso de los fondos Next Generation, que siguen llegando de Europa, y por la rebaja de los tipos de interés, que reducirá los costes de financiación de las empresas. Todo ello se reforzará también con la mejora de la exportación. El escenario es virtuoso. El susto, sin embargo, puede llegar desde el sector de la automoción, que es clave para la industria española, si no se desbloquean los problemas que impiden el pleno desarrollo de la movilidad eléctrica en el país.