La humillación pública de Zelenski por parte de Trump marca una nueva era de la relación entre Europa y Estados Unidos. Pone en cuestión a la OTAN como organización de defensa común, porque el núcleo militar y tecnológico de dicha alianza depende de Estados Unidos. Más aún: prefigura un realineamiento de los grandes estados, con un acercamiento explícito entre Estados Unidos y Rusia, basado en mantener su supremacía conjunta para imponer sus intereses en los conflictos internacionales y, en particular, en Europa y Oriente Medio. China es un tema abierto por su decisiva importancia económica y su creciente nivel tecnológico. Trump amaga con atraer a Rusia para desvincularla de China. Estratégicamente, el viraje de Estados Unidos cuestiona un orden internacional basado en reglas sobre cómo gestionar los desacuerdos. Musk ya propone que Estados Unidos abandone la OTAN y la ONU.
¿Y Europa, en todo esto? La reunión de Londres permite esperar que nos pongamos de acuerdo en medidas para defender a Ucrania, pero tendremos grandes dificultades para hacer efectivo este apoyo. Por mucha ayuda que sigamos proporcionando, económica y militar convencional, no podríamos compensar el fin de la ayuda estadounidense, no tanto en lo cuantitativo (hemos gastado más) como en lo cualitativo. En concreto: sin los satélites de Musk, los drones ucranianos (su principal arma bélica) se quedan ciegos. Sin la vigilancia de los Awacs, no hay previsión de movimientos. Las baterías Patriot son la clave de la defensa antimisiles, y la artillería móvil de las Himars es esencial en el frente. Y, como le dijo brutalmente Vance a Zelenski, “se están quedando sin soldados”.
En la negociación con Rusia y EE.UU., debemos hacer valer los intereses económicos comunes
Sin un alto el fuego, Rusia puede mantener durante tiempo su avance metódico y sus intensos bombardeos hasta desgastar la capacidad de resistencia de Kyiv, por heroica que sea. En su momento, si Zelenski no cede, lanzaría una ofensiva masiva que quiebre la castigada defensa ucraniana. ¿Qué podemos hacer en ese caso? ¿Enviar más Leopards, que han sido fácilmente destruidos? ¿O más misiles de alcance medio que aumentarían las represalias rusas? El punto débil de Ucrania es su desventaja numérica con Rusia y la creciente huida de los jóvenes que rehúsan ir al matadero. ¿Enviar tropas europeas a Ucrania como ha sugerido ambiguamente a veces un Macron en fin de mandato?
La idea del envío de tropas británicas y francesas tiene sentido como fuerzas de interposición tras el alto el fuego. Pero no como tropas de combate contra los rusos. Sencillamente, la inmensa mayoría de los europeos se opondría a enviar a sus ciudadanos a morir por Ucrania. Además, el riesgo de una confrontación directa con Rusia aumentaría. ¿Estamos dispuestos a ello? ¿Habla Macron en serio de respuesta nuclear con cuatro submarinos y unas escuadrillas de aviones si Rusia invade Estonia?

Si Europa quiere ser autónoma geopolíticamente, en correspondencia con nuestro peso económico, científico y cultural, debemos empezar por reforzar nuestra unidad como europeos y dar un salto adelante tecnológico que requiere un esfuerzo común. Y, claro que sí, incrementar nuestro potencial de defensa conjunto y de forma operativa. Estamos muy lejos de esa capacidad de defensa, eso sería más adelante. Y mientras, Ucrania se desangra. Si queremos evitar su rendición incondicional, debemos concentrarnos en una negociación con Rusia y con Estados Unidos haciendo valer no nuestros valores, que no son los suyos, sino los intereses económicos comunes.
Cada semana de guerra mueren miles de ucranianos y de rusos sin otra perspectiva que la destrucción del más débil. Ucrania tendrá que hacer concesiones territoriales y plegarse a lo que decidan Trump y Putin, empezando por la dimisión de Zelenski. Porque han decidido imponer un orden pactado entre ellos. Europa debe oponerse, pero para ello hay que construir nuestra autonomía. Y eso lleva tiempo.