Ha vuelto a ser 13 de marzo. No soy demasiado hábil para recordar fechas. Olvido cumpleaños de amigos, santos de familiares, y me cuesta recordar lo que hice antes de ayer. Pero el 13 de marzo es una fecha que tengo grabada. Ese día del año 2020 descubrimos lo que era un confinamiento.

Ahora celebramos, por decirlo de alguna manera, el quinto aniversario. De todo lo visto estos días me quedo con el documental 7.291, estrenado el jueves en La2 y en el 24 Horas de TVE. Un éxito de audiencia gracias también a la promoción gratuita que le dieron Isabel Díaz Ayuso y los suyos. Sorprende tanto fallo comunicativo en la presidenta que mejor se maneja en el circo mediático. Sigo sin entender la táctica M.A.R. de los últimos tiempos. Y estamos hablando de un crack en la materia, un fuera de serie en la esquina del ring, capaz de llevar a sus púgiles hasta el cinturón de los pesos pesados, aunque haya que recurrir al golpe bajo. P’alante.
Nada más lejos del circo, este documental. Nada de costumbrismo. Nada de gente volviéndose loca comprando papel higiénico, ni haciendo pasteles, ni saliendo a aplaudir a todo el personal sanitario. El documental es una obra sobria y muy bien documentada centrada en la muerte de 7.291 personas en las residencias de la Comunidad de Madrid. Un trabajo absolutamente personal de Jesús Castro, su autor. Nunca había visto unos títulos de crédito tan cortos: él lo dirige, lo filma, lo guioniza, lo documenta, lo produce y lo edita. Y sin subvenciones de los de la ceja.
En el trabajo de Castro no hay florituras porque la floritura y la denuncia maridan mal. Denso como el propio tema que aborda, se nota la de horas que ha pasado el director deconstruyendo la comisión de investigación que se hizo en la Asamblea de Madrid, así como la comisión ciudadana por la verdad en las residencias de la comunidad. No le ha hecho falta volver a entrevistar a todos los responsables. La mayoría de ellos –técnicos, políticos, cargos intermedios, periodistas, víctimas– ya habían pasado por la comisión de investigación oficial o la alternativa. Otros le negaron la participación en el docu , entre ellos la siempre locuaz Ayuso.
Sin pandemia no conoceríamos a la Ayuso de hoy, la de la libertad, el faltonismo
Solo escuchando de forma muy bien ordenada lo que se dijo en esas comisiones acabas siendo plenamente consciente de la negligencia flagrante que se cometió con centenares de ancianos que vivían en residencias de Madrid. No hay relato alternativo que sustituya a tanta verdad. Por eso todavía asusta más el desdén con el que la presidenta madrileña trata a las víctimas de esta tragedia, deshumanizándolas. Practica un trumpismo de Chamberí que la ha convertido en cinco años en la política más icónica de toda la derecha y la extrema derecha española. Durante la pandemia llegaron varias cosas para quedarse. El teletrabajo fue una. El ayusismo otra.
Sin pandemia no conoceríamos a la Ayuso de hoy, la de la libertad, la de las cañas, la del faltonismo, la de Pichi es la chula que castiga. Todavía sin motosierra, pero todo se andará, carajo. Ella que se curtió en la red social que hoy es propiedad de Elon Musk. Como se entere, ya verás lo que tarda Elon en ponerle un tuit de apoyo.
Difícilmente un tribunal juzgará a Ayuso por lo sucedido en las residencias de Madrid durante la primera ola del coronavirus. Da igual. Si un tribunal llegase a condenarla, ella y los suyos lo venderían como una conspiración de la izquierda bolivariana, bilduetarra, nacionalwokecomunista que se va a comer a nuestros nietos crudos. En esa circunstancia sería todavía más víctima, y con toda su claque mediática subvencionada volvería a arrasar en las elecciones. Porque Madrid no solo es España. Madrid es América.