Ser un partido de orden

Ser un partido de orden
Director de La Vanguardia

Que la gestión de Rodalies es deplorable es algo que no nos hemos cansado de escribir y de repetir en los últimos tiempos. Que hay que buscar soluciones en positivo es otro argumento que, desde La Vanguardia, no hemos parado de destacar, y a ello hemos dedicado diferentes artículos. En este contexto, se ha celebrado esta semana un pleno monográfico en el Parlament, cuya principal conclusión ha sido la reprobación de la consellera de Territori, Sílvia Paneque, que lleva siete meses en el cargo.

No sé hasta qué punto la oposición, especialmente Junts y ERC, puede sentirse hoy más feliz y satisfecha por haber propinado esta reprimenda a la consellera socialista. Ambos partidos, que tienen también responsabilidades en la gestión de Renfe de estos últimos años, han decidido practicar una política de confrontación directa con el Govern antes que actuar con un sentido más constructivo. En el caso de Junts, es algo que parece ya marca de la casa, como en la decisión de rechazar el acuerdo de firmar el Pacte Nacional per la Llengua, que supone invertir 200 millones para potenciar el catalán, con el argumento, entre otros, que los miembros del Govern de Salvador Illa se expresan “a menudo” en castellano.

Esta línea de oposición rupturista no parece que los beneficie mucho si nos creemos el último barómetro electoral del Centre d’Estudis d’Opinió (CEO), que predice una caída de Junts de entre seis y ocho escaños, que es justo lo que subiría Aliança Catalana. Cabe el riesgo de que esta política más agresiva y disruptiva pueda calar y tener éxito entre los votantes, pero no forzosamente que estos no vayan a votar a Junts, y prefieran hacerlo por otras formaciones que les parezcan más antisistema.

En ocasiones, nos hemos felicitado aquí por el proceso iniciado en Junts por dejar de ser una formación irrelevante y tratar de
sacarle más partido a sus escaños. De todas formas, aún le queda mucho para ser considerado un partido de orden, como lo era Convergència i Unió. Es posible que a Junts no le guste este calificativo, pero quizás debería reflexionar sobre qué es lo que más le conviene para no acabar cediendo terreno a una crecida Aliança Catalana.

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