¡Aquí se invita a balas israelíes!

Aprovechando que el Tíber pasa por Roma y el gran apagón, por la península Ibérica, el Gobierno ha zanjado a la manera española una bronca familiar: rescisión por lo bajinis del suministro de 15 millones de balas para la Guardia Civil firmado con una empresa de Israel por valor de 6,6 millones de euros.

Bullets are displayed in an exhibition booth during the National Rifle Association annual meeting in Atlanta, Georgia, U.S. April 25, 2025.  REUTERS/Alyssa Pointer

 

Alyssa Pointer/Reuters

Y digo a la manera española ­porque la rescisión acarreará una indemnización que, como han advertido los abogados del Estado –yernos ideales y gente de fiar–, puede ser cuantiosa. Un ojo de la cara. ¿Y quién paga estas rondas en España? ¡El Estado!

El Gobierno firma un contrato millonario, lo rescinde y, ale hop, nos lo carga a escote...

Yo ya entiendo que gobernar a tantas bandas es complicado y que Pedro Sánchez no gana para disgustos con semejante tropa, impuesta por las urnas. ¡Ay, quién tuviera un muchito de bipartidismo! Sumar se ha rasgado las vestiduras –papel que bordan– y el presidente les ha dado cariño, no sea que den un portazo, suban en las encuestas o se suban a un árbol, como el cuñado majara de Amarcord que exigíavoglio una donna!para bajar y tuvo que venir una monjita a ordenarle que descendiese del árbol y se dejase de tonterías.

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TERUEL, 28/04/2025.- Un hombre junto a un cajero que ha dejado de funcionar por consecuencia del apagón eléctrico, este lunes en Teruel. EFE/Antonio Garcia

Y si sabemos cómo son los de Sumar, la moralidad elevada hecha política, ¿para qué firma el Gobierno contratos con Israel que luego incumple a costa del erario (nombre ideal para un club de alterne de Torrelodones)? Más allá de que la Guardia Civil necesite 15 millones de balas israelíes –digo yo que habrá que practicar y así no disparamos a lo loco contra el primero que pasa–, los contratos están para ser respetados, salvo que uno se llame Leo Messi.

Y si incumplimos caprichosamente un contrato tan serio y toca abonar la fiesta a escote, digo yo que alguien debería presentar la dimisión o ser cesado, como sucede en el sector privado cuando una empresa se dispara al pie.

El episodio tiene mucho de injusticia social –va por la izquierda progresista– porque, a la inversa, el Estado no suelen corresponder con generosidad, alegría y ausencia de explicaciones al ciudadano contribuyente. Pobre de él que deje de abonar o se equivoque con un céntimo de euro aunque fuese un donativo por imperativo moral a la causa palestina...

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