Se cumplen cien años del nacimiento del escritor Francisco Candel, el hombre que con su artículo Los otros catalanes en 1958 puso luz a un problema que parecía escondido en la Catalunya franquista. Candel iluminó con su prosa la problemática de los inmigrantes que llegaron sin hacer ruido a la próspera Catalunya y se integraron de forma natural en las costumbres del país. Candel tuvo la habilidad de enseñarnos sus vidas y hablar sobre unos hombres y mujeres que parecían invisibles y que vivían allá, como decía uno de los títulos de sus libros, Donde la ciudad pierde su nombre . Políticos de la época con visión de futuro y mucha sutileza como Jordi Pujol o Josep Benet supieron conectar con él y ayudar a la propagación de su obra. Por eso es tan extraño que un Gobierno que se dice de izquierdas como el que gobierna hoy la Generalitat no le haga el homenaje que Candel se merece.
Cien años después de su nacimiento, Catalunya tiene otros inmigrantes que también parece que no existen, que son transparentes, y que, llegados principalmente de Sudamérica y de África, no tienen su Candel, no tienen quien les escriba. Como reza el tópico, Catalunya ha sido siempre tierra de acogida, y la historia de las oleadas de inmigrantes procedentes de otros puntos de España se puede concluir que ha sido una experiencia de éxito. La situación actual es mucho más compleja y se necesita mucha mayor habilidad por parte de los gobernantes, mucha pedagogía por parte de los medios de comunicación y una sociedad civil más activa y comprensiva. Seguramente habría que descontar aquí la negativa influencia de las redes sociales, que no contribuyen precisamente a la fraternidad.
Candel fue un gran hombre y quizás por eso también fue una persona modesta. Es conocida la anécdota con el que acabaría siendo su biógrafo, el periodista Genís Sinca, que solo pudo convencerlo de hacerle la biografía cuando descubrió que sabía anécdotas de su vida que el propio Candel desconocía. Hoy, Sinca es, en teoría, el comisario del año Candel, a la espera de que la Generalitat busque contenido para llenarlo. Además de recordar el pasado, estaría bien aprovechar el año para mirar hacia delante y pensar en los nuevos otros catalanes que han llegado y, sobre todo, los que han de venir. Necesitamos otro Candel.