Al meu país la pluja...

El patio digital

Al meu país la pluja...
Periodista

Uno de los deportes nacionales en Catalunya es hablar del tiempo. No es que seamos especiales, por supuesto. Obviamente esto de mirar al cielo y tratar de adivinar si lloverá o lucirá el sol es consustancial a la especie humana. Desconozco si en otros lados hay una afición tan entregada, pero en nuestro caso, el tópico acierta y todos tenemos alma de meteorólogo frustrado —como de filólogo o de entrenador del Barça—, quizás porque en este país, de paisajes y climas diversos en poco territorio, da para bastante. O quizás porque es mejor hablar del tiempo que de otros asuntos.

No debe extrañar a nadie, pues, que una de las conversaciones digitales estrella del fin de semana haya sido en torno a la dana que pasó el sábado por el noreste peninsular tras causar estragos por Navarra y Aragón. El temporal dejó lluvias torrenciales en escaso margen de tiempo y los que más mal parados salieron, fueron los del Penedès y el Garraf, sin olvidar áreas de la Catalunya Central o el macizo dels Ports, en las Terres de l'Ebre, justo en el misma zona que sufrió el devastador incendio de la semana pasada.  Ya lo cantaba Raimon y lo volvieron a viralizar los tuiteros este fin de semana: “Al meu país la pluja no sap ploure”.

Alerta enviada a los móviles

 

LORENA SOPENA  / Europa Press

Lo primero que hay que decir es que las redes cumplieron, en general, con el noble fin que podrían tener si su uso siempre fuera el correcto: amplificar los avisos de las autoridades y de los medios a la población y difundir al minuto cómo está la situación. Las cuentas oficiales se esforzaron en dar información cuando tocaba y los usuarios de a pie o meteorólogos aficionados —que son legión—, subieron rápidamente los vídeos correspondientes de las precipitaciones, las inundaciones, el granizo o todo fenómeno meteorológico destacado que en ese momento complicara la existencia a los ciudadanos. Hashtag #Inuncat.

No se trata solo de publicar las imágenes por el mero hecho de ser espectaculares, o de aquello de “mira qué ha pasado en mi pueblo”; se trata también de un momento de solidaridad comunitaria en la que nos comunicamos qué ocurre y nos advertimos de lo que puede ocurrir. Siempre centrados en lo negativo de la red, no está mal enfatizar estos instantes de buena fe colectiva que, aunque deberían ser puro sentido común, no deja de reconciliarnos con nosotros mismos. Bueno, ya nos hemos puesto cursis.

El envío de dos alertas ante la dana, una de aviso y otra para desactivar la alarma, suscitó el debate: ¿se exageró o hay que aprender de la lección valenciana?

Pero claro, hubo polémica. ¿Fueron o no fueron exageradas las alertas a la población? ¿Hubo alarmismo y exceso de cautela? El envío masivo a los móviles por parte de Protecció Civil pidiendo extremar las precauciones y evitar desplazamientos porque se acercaba el temporal ya suscitó los primeros debates en pleno paso de las tempestades, pero fue el segundo envío, el que tuvo lugar a última hora de la tarde informando de que lo peor ya había pasado, el que más enfadó a algunos usuario. La fábula de Esopo de Pedro y el lobo era su principal argumento. “Señores y señoras de @emergenciescat. Las alertas son parar alertar. No para des-alertar. Si las activas para todo pierden efectividad”, sentenciaba, por ejemplo, el usuario @jordibatlle. 

La paralización total de la circulación ferroviaria o la cancelación preventiva de todo tipo de actos y eventos —sin ir más lejos, el festival Cruïlla suspendió algunos conciertos y reagendó otros, con el consiguiente enfado de parte del público— dio pólvora a los de “qué exagerados”. Los más enfadados señalaban al Govern, al que acusaban de querer “cubrirse las espaldas” por si ocurría alguna desgracia. Y, entre los quejosos, quizás con razón, estaban los que aseguraban no haber recibido ninguna alerta o los que decían haber recibido la segunda y no la primera. Si es así, estas denuncias que al menos sirvan para afinar el sistema. En tono humorístico, @Gata_maula aportaba una solución: “Sería más eficaz un sistema de alertas por megafonía, como las de toda la vida”. No, por favor.

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En el otro lado del ring, contraargumentos valencianos. No son pocos los que recordaron lo que ocurrió en octubre de 2024 y defendieron que más vale prevenir que curar. Lo expresaba así @GPursals: “Sobre esa gente que dice que enviar el aviso ES-Alert es una exageración, un sin sentido, un alarmismo innecesario, entre otras cosas. Sólo decir que hay 211 valencianos que todavía estarían entre nosotros si lo hubieran recibido”. Otro usuario compartía la imagen de la alerta catalana y aprovechaba para enviar el recado a Carlos Mazón: “Qué poco te costaba haber estado al pie del cañón y dar la orden de mandar un SMS de alerta a las 15 horas”.

Tiró de sarcasmo @dracdolot: “Veo a gente ofendida por recibir una alarma en el móvil y no sufrir después una riada”. Y la conclusión, algo drástica, vino por parte de @IvanBatlle1973: “Haga lo que haga, la gente criticará el #INUNCAT. Como especie nos merecemos la extinción y que la naturaleza empiece de nuevo”.

En todo caso, a veces X da para debates interesantes. Solo a veces. Más allá del que solo quiere leer la cartilla al gobierno de turno o el pelota laudatorio —ambos se detectan con facilidad—, el recuerdo de la reciente desgracia en València pesa demasiado como para valorar ponderadamente si se exageró o no este sábado. Pero la duda es legítima, como difícil es la decisión de apretar o no el botón. Deben valorarlo los expertos, claro, pero que lo discutamos en colectividad no tiene por qué resultar un mal ejercicio.  

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