Ahora que la Fundació Miró de Barcelona está celebrando sus cincuenta años de existencia y que ya vimos la exposición Miró-Picasso, enmarcada en los fastos del cincuentenario de la muerte de Picasso (en 1973) y organizada conjuntamente por la propia fundación y también por el Museo Picasso, dos instituciones con las que ambos pintores dejaron su impronta en esta ciudad, Barcelona, que sin duda les marcó, tal vez sería el momento de recordar la relación de Joan Miró con Pierre Matisse, el hijo menor del pintor Henri Matisse, que fue galerista en Nueva York y el marchand que, en buena medida, hizo el prestigio internacional de Miró.

Miró se labró su fama en el mercado americano gracias a un Pierre Matisse entusiasta que, obviamente, explotó el filón todo lo que pudo. Y si Miró fue el buque insignia de su galería, no hay que olvidar que también exhibió y comercializó a su propio padre, a Marc Chagall, a Giacometti, a Balthus o a Leonora Carrington, entre muchos otros.
El Matisse realmente importante en la vida de Miró fue Pierre, el hijo menor de Henri
La conexión mediterránea y el uso del color, incluso un cierto primitivismo simbolista, permitieron una exposición Miró-Matisse (Henri) que organizó de nuevo la Fundació Miró junto con el Musée Matisse de Niza. Pero ni siquiera ahí se destacó lo suficiente el papel de Pierre Matisse como el marchante que fue. Hay una edición francesa, del 2019, de la correspondencia entre el pintor y el galerista: Pierre Matisse et Joan Miró. Ouvrir le feu. Muy útil para seguir el entramado de exposiciones, ventas y dinero entre ellos, junto con notas más personales y partes de la creación y evolución del pintor, incluso con Pilar Juncosa, la esposa de Miró, presente en su relación y trato.
Desde 1934, Pierre Matisse fue el agente de Joan Miró al otro lado del Atlántico. Y fue el propio Pierre quien, en 1934 –precisamente–, presentó a Miró y Henri Matisse y tomó una conocida fotografía del encuentro. Henri era veintitrés años mayor que Miró, pero los reunió un hijo que supo apreciar el valor de su arte y también ponerle precio. Más no se le puede pedir a un marchand. El Matisse realmente importante en la vida de Miró fue Pierre. Que también fue el que, según la leyenda, le consiguió a Pilar una nevera. Al final, las cosas del comer también dibujan y enmarcan el arte. Aunque no suelan retratarse.