La construcción del carril bus de la B-23 entre Sant Feliu de Llobregat y Barcelona es el ejemplo perfecto de cómo se pueden hacer mejoras en el transporte público sin afectar al vehículo privado. A diferencia de lo sucedido en la C-31 de acceso a la capital catalana por la Gran Via desde el Maresme, el nuevo vial exclusivo que llega a la Diagonal desde el Baix Llobregat se ha creado aprovechando la mediana de la autopista, sin quitarle carriles al vehículo privado. De este modo, todos ganan con el modelo diseñado por la Generalitat y financiado por el Ministerio de Transportes. Se beneficiarán especialmente los usuarios del transporte público que van a bordo de los 700 buses interurbanos, acortando su trayecto en 15 minutos en hora punta. A la vez, no se verán perjudicados los conductores, que seguirán soportando las habituales congestiones pero sin sufrir más supresiones de carriles como las que viene haciendo de un tiempo a esta parte el Ayuntamiento de Barcelona cada vez que hace una obra en la ciudad.
Todos salen ganando
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