Expats en el bar del barrio

Expats en el bar del barrio
Director adjunto

La hostilidad hacia los expatriados y los turistas no es exclusiva de Barcelona. Hay muchas ciudades donde también se convocan manifestaciones por entender que la subida disparatada del alquiler se debe a los pisos turísticos o la llegada de ejecutivos foráneos. Pero Barcelona es un modelo de desarrollo urbano y esto genera una sobreexposición que, a veces, tiene un precio. Como que se proyecte la falsa idea de que es la ciudad más beligerante del planeta con los turistas o los expat .

Ese exceso de exposición tiene también sus ventajas: iniciativas destinadas a contener el precio de la vivienda que han sido impulsadas desde Barcelona (el frente de ciudades para poner coto a Airbnb iniciado por Ada Colau, o la eliminación de los pisos turísticos anunciada por Jaume Collboni) han tenido un considerable repercusión en otros países con desafíos similares.

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Una pancarta contra la gentrificación en el Eixample 

Àlex Garcia

Por todo ello, el nuevo reto barcelonés puede ser afrontar esta crisis de convivencia con iniciativas originales surgidas de la propia ciudad. Algo así como: “a problemas globales con impacto local, soluciones locales con impacto global”. 

Mitigar la crisis de la vivienda requiere agilizar el ritmo de construcción al mismo tiempo que se interviene en el mercado para evitar un inmediato éxodo de los vecinos con menos recursos, como son los jóvenes. Unas políticas que deberían acompañarse de iniciativas públicas y privadas que favorezcan la concordia entre los recién llegados y los locales. Por el bien todos.

Hay buenos ejemplos de provechosa integración en la comunidad, como el de la empresaria alemana que aparece hoy en la serie Barceloneses por elección del Vivir, o el del profesional salvadoreño de la edición de ayer. Pero es cierto que muchos expatriados hacen poco por salir de la burbuja en la que conviven con sus iguales. Son los que se refugian en su propio idioma y en cafés de estandarizada modernidad creados por y para ellos, como si en el bar de la esquina no hubiera enchufes para conectarse. 

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Por otro lado, la sociedad barcelonesa no es la más acogedora del mundo: podría hacer mucho más para ayudar a los recién llegados a reventar esas burbujas. Porque, a pesar de los retos que plantea, la llegada de talento extranjero es determinante para mantener a cualquier ciudad en las dinámicas globales que generan empleo de calidad.

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